Sábado, 20 de Abril del 2024

¿No tienes ganas de disfrazarte? Esto pasa cuando lo haces de manera sexy

Viernes, 01 Noviembre 2019 12:02
¿No tienes ganas de disfrazarte? Esto pasa cuando lo haces de manera sexy

Lo dicen las encuestas, esto sucede cuando te vistes sexy y sales a la calle

Staff/ Diario CAMBIO

@Diario_Cambio



Esta columnista de Cosmopolitan cuenta su experiencia de disfrazarse de una sexy Catwoman


Lo he escuchado por años: “Las fiestas de Halloween son el pretexto perfecto para que las mujeres se vistan como p*tas sin ser juzgadas”. Respecto a la última parte no estoy tan segura, pero en efecto, parece que esas noches, como canción de Shak, nos permitimos salir de lobas.


No por nada abundan, desde que tengo memoria, aquellos disfraces clásicos de cualquier profesión… en versión porno. Vaya, ahora hasta las princesas de Disney tienen la suya.


¿Pero cuáles son aquellos que seleccionan las mujeres en busca de una aventura? Según una encuesta realizada por Ashley Madison, el sitio de citas para infieles, el disfraz de vampiresa y bruja son los preferidos. Después del de policía, enfermera y diosa griega, la categoría de superheroes se colocó con un 2% en el lugar 10.


Como soy fan de los cómics, me incliné por el de una villana-heroína, sobre todo por el “experimento” que haría. Cualquiera puede causar revuelo en una fiesta, ¿pero en una tarde cualquiera para ir a comer a un popular restaurante de hamburguesas? Además, sería el que menos se malinterpretaría como uno de fantasía sexual.


Siempre quise disfrazarme de Catwoman, sin embargo nunca me había atrevido porque no quería verme como un embutido en el incómodo traje de Michelle Pfeiffer en Batman Returns. Este año -por fin- me armé de valor. Me parecía perfecto el personaje para la misión, pues lo considero uno de los máximos exponentes de la seducción, sensualidad, del descaro, pero también de la audacia e inteligencia.


Para mi suerte, otras interpretaciones como la de Halle Berry y Anne Hathaway (demasiado fresa en mi opinión) crearon más opciones para convertirte en la Gatúbela que desees. En lugar de arriesgarme a quedar atrapada por siempre en látex, opté por el modelo que menos tela tiene. ¿Lo único que lamenté cuando me lo probé? Debido a que he dejado de entrenar -por causas de fuerza mayor-, mis abs ya no están como antes y mi pálido derrière perdió tamaño y ganó gravedad. Ni modo -bad timing-, ya no podía echarme para atrás.


Decidí entonces documentar la experiencia con una sesión de fotos (para que de esa manera la gente no pensara que estaba loca). Había llovido y hacía frío, por lo que el abrigo cayó como anillo al dedo. Mientras manejaba me reía al ver la cara de las personas; yo bien tierna con mi antifaz y mis orejas de gatita.


Todo cambió luego de ordenar una hamburguesa con queso, papas fritas y una malteada de fresa, al quitarme el abrigo para sentarme tuve la primera teoría confirmada: Una minifalda llega a ser tan escandalosa como cualquier provocativo disfraz.


Lo peor es que ni siquiera los niños se muestran incómodos o sorprendidos, son sus papás (más las mamás) quienes se infartan al verte con poca ropa. Es más, un chavito con cajita de mazapanes me dijo que me veía bonita (obvio estaba haciendo su labor de venta), como sea, se comportó como si yo llevara jeans. Un grupo de adolescentes sí estuvo pendiente; se entiende la razón, ¡es la edad, la hormona! Aunque a lo largo de los años he aprendido a que no me importe lo que piense o cómo me vea la gente, no voy a negar que las miradas castigadoras me hicieron sentir mal, cuando el atuendo bien pudo pasar por un traje de baño… bastante sexy. Que yo sepa no está prohibido o penalizado ir disfrazada a un lugar público.


Cuando terminé de comer, salí del lugar para toparme con un “callejón” donde los proveedores descargan mercancía. Por supuesto que no pude resistir para meterme -ahora sí- en el papel y dejar atrás a la “Catwoman después de un largo día o con el corazón roto y algo de comfort food”. Así que fue un “Let’s do this, rrrrrr!”. Sí, me divertí, pero no podría repetirlo. Eso sí, sépanlo: Gatúbela siempre se sale con la suya. Si bien los vigilantes te preguntan si pediste permiso, lo hacen después de que te vieron posando un buen rato (o realmente son lentos para llegar a atrapar a la “delincuente”).


Fuente: Cosmopolitan

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