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Popocatépetl e Iztaccíhuatl: Conoce la leyenda de estos amantes milenarios  

Miércoles, 23 Octubre 2019 12:24
Popocatépetl e Iztaccíhuatl: Conoce la leyenda de estos amantes milenarios  

Los volcanes están unidos por la parte norte, que le da la forma de una pareja de enamorados, por esta razón los mexicas contaban una leyenda sobre su origen.

Staff/ Diario Cambio

@Diario_Cambio



El Popocatépetl e Iztaccíhuatl  son de los montes más icónicos que rodean el Valle de México; los mexicas relataban una leyenda por su forma, que asemeja a una pareja de enamorados.


El guerrero lleva por nombre Popocatépetl del náhuatl popo-ca ‘que humea’ y te-petl ‘montaña o monte’, debido a que desde tiempos prehispánicos permanece activo.


Mientras que la princesa llamada Iztaccíhuatl, del náhuatl Iztac, ‘blanco’ y ‘cihuatl ‘mujer’, porque asemeja a la figura de una mujer dormida cubierta de un manto blanco.


Ubicados en los límites de la Ciudad de México y Puebla. La pareja de volcanes están unidos por la parte norte, mediante un paso montañoso conocido como Paso de Cortés. Además son los más altos de México después del Pico de Orizaba.


La leyenda de Popocatépetl e Iztaccíhuatl


“Hace ya miles de años, cuando el Imperio Mexica estaba en su esplendor y dominaba el Valle de México, como práctica común sometían a los pueblos vecinos, requiriéndoles un tributo obligatorio. Fue entonces cuando el cacique de los Tlaxcaltecas, acérrimos enemigos de los Aztecas, cansado de esta terrible opresión, decidió luchar por la libertad de su pueblo.


El cacique tenía una hija, llamada Iztaccíhuatl, era la princesa más bella y depositó su amor en el joven Popocatépetl, uno de los más apuestos guerreros de su pueblo.


Dice la leyenda que el emperador veía con agrado el matrimonio de su hija con aquel joven guerrero. Cuando Iztaccíhuatl y Popocatépetl iban a celebrar su boda, los ejércitos enemigos decidieron atacar. El emperador reunió a sus guerreros y confió a Popocatépetl la misión de dirigirlos en los combates.


Ambos se profesaban un inmenso amor, por lo que antes de partir a la guerra, Popocatépetl pidió al cacique la mano de la princesa Iztaccíhuatl. El padre accedió gustoso y prometió recibirlo con una gran celebración para darle la mano de su hija si regresaba victorioso de la batalla.


El valiente guerrero aceptó, se preparó para partir y guardó en su corazón la promesa de que la princesa lo esperaría para consumar su amor.


Al poco tiempo, un rival de amores de Popocatépetl, celoso del amor de ambos se profesaban, le dijo a la princesa Iztaccíhuatl que su amado había muerto durante el combate.


La princesa lloró amargamente. Dejó de comer y cayó en un sueño profundo, sin que nadie pudiera despertarla.


Tiempo después, Popocatépetl regresó victorioso a su pueblo, con la esperanza de ver a su amada. A su llegada, recibió la terrible noticia sobre el fallecimiento de la princesa Iztaccíhuatl.


Entristecido con la noticia, vagó por las calles durante varios días y noches, hasta que decidió hacer algo para honrar su amor y que el recuerdo de la princesa permaneciera en la memoria de los pueblos. Mandó construir una gran tumba ante el Sol, amontonando 10 cerros para formar una enorme montaña.


Tomó entre sus brazos el cuerpo de su princesa, lo llevó a la cima y lo recostó inerte sobre la gran montaña.  El joven guerrero le dio un beso póstumo, tomó una antorcha humeante y se arrodilló frente a su amada, para velar así, su sueño eterno.


Desde aquel entonces permanecen juntos, uno frente a otro. Con el tiempo la nieve cubrió sus cuerpos, convirtiéndose en dos enormes volcanes que seguirán así hasta el final del mundo.


La leyenda añade, que cuando el guerrero Popocatépetl se acuerda de su amada, su corazón que guarda el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha echa humo.   Por ello hasta hoy en día, el volcán Popocatépetl continúa arrojando fumarolas.”


Fuente: Neomexicanisimos

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