Jueves, 18 de Abril del 2024
Martes, 07 Julio 2020 02:37

“Síndrome de Unamuno”

“Síndrome de Unamuno” Escrito Por :   Silvino Vergara

Si una persona nunca se contradice a sí misma, debe ser que no dice nada”. Miguel de Unamuno


 

Miguel de Unamuno y Jugo, escritor, profesor, filósofo español, nacido en Bilbao el 29 de septiembre de 1864 y fallecido en Salamanca el 31 de diciembre de 1936, fue rector de la Universidad de Salamanca, una de las más importantes y prestigiosas de Europa; cargo del que tuvo que dimitir por contravenir las medidas de Francisco Franco, ya que es del conocimiento general que el profesor estuvo de acuerdo con el movimiento que encabezaba Franco y, después, se distanció de él; lo que motivó que dejara el rectorado de la Universidad de Salamanca. Por ello, una de las frases célebres del filósofo fue: “Si una persona nunca se contradice a sí misma, debe ser que no dice nada”.

 

Por nuestros rumbos y actualidad, ya han pasado dos años de la victoria en México de quien ahora es el presidente de la nación; victoria tan apabullante que motivó que los candidatos de oposición reconocieran su derrota casi que inmediatamente. Pero una vez que ha pasado el tiempo de acomodo en la presidencia, de las reformas legales ad hoc para gobernar y, sobre todo, la realidad con la que se ha topado esta administración pública de la pandemia (algo tan complicado que no había sucedido en los últimos 60 años en el país), pareciera que los dados de la victoria se han movido; pues ahora la población está dando, paulatinamente, un paso al costado o, bien, atrás sobre aquella decisión que tomó en un principio, como si existiera un arrepentimiento generalizado de todos los millones que votaron por el cambio o, mejor dicho, por la transformación. Algo muy similar a lo que le sucedió al filósofo Unamuno, a lo que se le denomina: “síndrome Unamuno”.

 

Y es que la transformación no se ha dado; por lo menos, no se ha visualizado. Todo lo que se dijo desde el principio de esta nueva administración pública no ha sucedido, menos las promesas de campaña, salvo las ayudas sociales; pero hechos como el de situar las secretarias de Estado en ciudades de la provincia, la contención de la inseguridad pública no han sucedido. Vemos que se han dado las reformas constitucionales de aumentar los delitos por prisión preventiva y el que corresponde a la guardia nacional, y no ha habido la contención que se ha requerido; por el contrario, cada ocasión se aumenta más la inseguridad pública: desde la plenamente callejera hasta las deshumanizantes carnicerías humanas que han sucedido en los últimos días. Por su parte, la persecución a la corrupción es a cuentagotas: desde luego que donde buscan encuentran, pero en eso han quedado los intentos.

 

Pero la dependencia económica de México con Estados Unidos de América (que cada día crece más y está elevándose a un grado ya grosero), es decir, el tratado de libre comercio que reciamente entró en vigor, es de lo único que se habla y se lo cataloga como la única tabla de salvación que tiene el país para su subsistencia económica. Sin embargo, otra y más importante muestra de tal dependencia —de la que, incluso, mejor no se dice nada— es el aumento constante de las remesas. Muy a pesar de que Estados Unidos de América —que es en donde se encuentra el mayor número de migrantes mexicanos— se ha visto en la necesidad de confinar a las personas, así como de detener a las que salen a la calle, esto no ha sido impedimento para que cada mes aumente el monto de las remesas a nuestro país. Hoy, con el petróleo colapsado, las industrias automotriz y turística en severa crisis, el principal ingreso del país son las remesas; lo cual es un tema de alta preocupación, pues la economía mexicana está colapsando y reduciéndose a una subsistencia vía remesas, como sucede, desafortunadamente, en cualquier país de Centroamérica.

 

Todos estos factores son los que están provocando este “síndrome de Unamuno”. Respecto del cual, desde luego, el partido oficial y el titular de la administración pública federal deben concientizarse, pues no es una cosa menor, y lo que provocará es que esa victoria electoral de hace un año haya sido efímera. Pero todavía hay tiempo de enderezar la nave. Quizá el primer problema es que hay que ser conscientes de la realidad de la nación e, inmediatamente, reactivar la económica; pero esto no sucederá con simples buenos propósitos, pues, de seguir como está sucediendo actualmente: dejando a la deriva a las empresas mexicanas, así como a los trabajadores desempleados, claramente, el síndrome de Unamuno se extenderá aún más por toda la población.

 

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