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Martes, 27 Octubre 2020 01:37

De nuevo sobre las «horas nalga» —Los fraudes en CONACYT—

De nuevo sobre las «horas nalga» —Los fraudes en CONACYT— Escrito Por :   Silvino Vergara

«Una educación cuya meta sea lograr un mundo más democrático debería proporcionar a sus estudiantes herramientas críticas con las que trazar relaciones entre los acontecimientos que, finalmente, desenmascaren las mentiras y el engaño». Noam Chomsky


 

En las últimas semanas, se han revelado las desapariciones de los fideicomisos públicos (los cuales, para algunos, eran correctos y, para otros, un ejemplo de la discrecionalidad con que siempre se ha manejado el presupuesto de egresos en este país) y cómo el dinero encausado para algunos rubros en particular se desviaba beneficiando, sobre todo, a quienes administraban esos fideicomisos; han salido a la luz pública los fraudes de muchos años en el CONACYT, en que algunos investigadores y empresas que solicitaban y se beneficiaban con subsidios para la investigación, lejos de investigar y explorar en la ciencia y tecnología, lo que hacían era «horas nalga».

 

Es muy común, en el campo de la investigación, que se investigue lo investigado, se explore lo explorado, se analice lo analizado y, con ello, se justifiquen los subsidios y apoyos de CONACYT. Durante muchos años, se conoce que muchas empresas han contado con subsidios de ese organismo (miles de pesos e, incluso, millones), pero no se sabe cuál ha sido el beneficio de sus investigaciones. Lo mismo sucede con los investigadores, cuando lo único que hacen es idear qué tema repetitivo publicar para justificar que han realizado algo; entonces, publican lo publicado, difunden lo difundido y, finalmente, todo se convierte, más que en un «modus vivendi», en un «modus operandi», que ha causado un derrame de dinero del gobierno mexicano peor que haberlo tirado a la cañería; centros de investigación, empresas e investigadores no investigan nada y lo único que hacen es lo que comúnmente se sostiene de los sectores de la investigación, a saber, «hora nalga» o, lo que es lo mismo, estar sentados esperando la hora de salida.

 

Ahora que se han revelado estos fraudes, nace la esperanza de que, efectivamente, se hagan los movimientos y procedimientos necesarios para perseguir, demandar y exigir cuentas a las empresas e investigadores que se han dedicado, durante muchos años, a beneficiarse de las becas de ese organismo; el cual, si bien tienen un noble propósito, como con muchas de las instituciones del Estado, se fue transformando para beneficiar sólo a pocas personas que no retribuían nada al sistema ni, menos, aportan a la ciencia o a la tecnología.

 

Pero, tampoco es de sorprenderse con tal resultado, teniendo en cuenta el sistema de investigación que tenemos, al igual que el sistema educativo. Cuántas veces puede cualquiera encontrarse con personas que han terminado licenciaturas, maestrías y doctorados y no son capaces de escribir una línea o un pensamiento propio, debido a que, precisamente, no se les brindó o, por lo menos, no se les infundió la debida capacitación para ello. Esto provoca que no sean personas críticas del sistema, es decir, que sean lo que siempre se ha buscado, lo que sostiene Noam Chomsky como «rebaño»: «El llamado “buen estudiante”, que repite lo oído, que renuncia al pensamiento crítico, que se adecua a los modelos que le ofrecen, ha de contentarse con recibir contenidos impregnados de una ideología esencial para los intereses del orden sagrado» (La (des) educación, Barcelona, Critica Editorial Planeta, 2001).

 

Así, tenemos esta realidad de los fraudes cometidos tanto en la educación, por un lado, como, por otro, en los sectores de la investigación. Lo peor es que ha causado muchos males a la institución creada para ello. Adicionalmente, toda esta maquinaria se convirtió en un cuello de botella, pues a los nuevos investigadores resulta imposible acceder a esas becas y los apoyos para la investigación. Pues bien, ahora que han salido todos estos problemas, actos de corrupción y malos manejos, es esperanzador que se siga ese camino para que, de una vez por todas, se acabe con las denominadas «horas nalga».

 

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