Los hechos iniciaron con un enfrentamiento armado que ocurrió el lunes 30 de marzo en el que policías municipales de Ajalpan y Zinacatepec se enfrentaron con sicarios. Las investigaciones posteriores arrojaron que los uniformados de Ajalpan tienen nexos con el grupo criminal, pero por alguna razón que aún se desconoce esa mañana cruzaron fuego.

 

El suceso mostró la colusión de las autoridades municipales con un grupo delictivo que tiene su base en el estado de Veracruz.

 

El edil ‘Nacho’ Salvador está directamente involucrado, al igual que su asesor político Leoncio González Mendoza, el ex alcalde de San Miguel Eloxochitlán, apodado en el bajo mundo como ‘La Marrana’.

 

Una de las características de esta columna Cúpula es que se escribe desde el interior de la entidad. La perspectiva es otra, muy diferente. Vemos los sucesos de manera directa.

 

En este espacio como en ningún otro siempre se sostuvo la hipótesis de que el morenovallismo protegió a ediles delincuentes a cambio de prebendas. En concreto nos referimos al programa Peso Sobre Peso en que el Gobierno del Estado aportaba el 50 por ciento del costo de una obra y el Ayuntamiento la otra parte. Por supuesto, las empresas constructoras eran designadas por el entonces gobernador.

 

En el momento en que los alcaldes firmaban el referido programa y aportaban su cuota, en ese instante adquirían una especie de fuero, se convertían en intocables.

 

‘Nacho’ Salvador tuvo sus inicios políticos en el PRI, pero al arribo del morenovallismo rápidamente se fue a poner a las órdenes del amo en turno.

 

Y lo mismo hicieron Leoncio González edil de Eloxochitlán, David Celestino de Coyomeapan, Luis Flores de Santiago Miahuatlán, Pablo Pérez Maceda de Tlacotepec de Benito Juárez. A la par de esas administraciones la delincuencia se desbordó en los referidos municipios.

 

Todo fenómeno criminal tiene detrás causas y razones políticas.

 

La corrupción administrativa y la inmoralidad del morenovallismo permitieron que todos esos alcaldes convirtieran sus municipios en zonas altamente inseguras.

 

Debe subrayarse que la Sierra Negra es un lugar paradisiaco, lleno de vegetación y apacibles paisajes. Pero todos esos municipios comenzaron a registrar crímenes y asesinatos; sus pobladores acusaban la existencia de bodegas repletas de contenedores de huachicol y mercancía robada en las carreteras poblanas.

 

Todos lo gritaban, pero el morenovallismo a nadie escuchaba. Sólo inauguraba clínicas sin médicos y sin equipo; edificios que permanecían vacíos.

 

Las fotografías de Martha Erika Alonso haciendo campaña al lado de ‘Nacho’ Salvador están en los archivos y las consecuencias aquí están, aún las están padeciendo los pobladores de Ajalpan.

 

El régimen del gobernador Barbosa Huerta debe limpiar esos feudos de impunidad porque el crimen se sigue empoderado en la Sierra Negra.

 

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