Todo inició con el salvaje asesinato del afroamericano George Floyd a manos de Derek Chauvin, un oficial de la policía de Minneapolis, Minnesota. Quién tras someterlo apoyó la rodilla en su cuello por aproximadamente 8 minutos, provocándole la muerte.
Este trágico suceso desencadenó en múltiples manifestaciones en esta ciudad y movimientos de protesta en diversos estados que culminó en una historia manifestación a las afueras de la Casa Blanca.
Edificios en llamas, banderas quemadas y gritos orillaron al presidente Donald Trump a ocultarse en el búnker presidencial, mientras las luces del recinto oficial del ejecutivo eran apagadas, un hecho histórico.
Todo esto aunado a las filtraciones hechas por el grupo de hacktivistas, Anonymous, quienes publicaron una lista de presuntos pederastas, entre los que figura el presidente Trump.
Este movimiento se extendió a Canadá y algunos países de Europa.
En México por otro lado la causa fue el asesinato de Giovanni López, un jalisciense dedicado a la albañilería, quien fuese ultimado por policías municipales de Ixtlahuacan de los Membrillos.
Este hecho causó la indignación de cientos de jaliscienses quienes se aglutinaron en Guadalajara para protestar en contra de la brutalidad policiaca.
Es culpa de Alfaro, gritaban.
Alfaro dictador.
Alfaro asesino.
Las consignas eran diversas, pero el guión fue el mismo. Alfaro es el culpable.
El gobernador se deslindó y culpó a MORENA de estos movimientos protestantes.
En la CDMX se replicó la protesta.
Pareciera que el confinamiento mezclado con la brutalidad policiaca tienen encendida la mecha de la lucha popular.
Una chispa incendia todo.
La gente tenía miedo de morir por el coronavirus.
Salió de casa.
Ahora tiene miedo de la policía.
Quien te debe proteger te puede matar.
La histeria colectiva crece.
No se tiene en quién confiar.
Esta situación social puede explotar en cualquier momento, en cualquier estado, contra cualquier gobernante.
A un año de las elecciones intermedias pareciera que los aspirantes importan poco contra las causas sociales.
No saben cómo responder.
Se quieren colgar y los bajan.
Ignoran y los critican.
Qué difícil es ser oposición para ellos.
¿Quién con el pueblo, quién contra él?
Las preguntas son muchas en medio de un clima de tensión social gigantesco.
A los municipios tardará más en llegar el sentimiento de protesta, pero llegará. Siempre llega.
Será la prueba de fuego para los aspirantes a cargos de elección popular.
La protesta ciudadana puede convertirse en parte de la nueva normalidad.
Nunca más se quedarán callados.
Nunca más bajarán los brazos.