Palabras que hacen eco en pasillos vacíos, llenan recintos y agitan corazones.
Palabras que no entran en oídos de quienes ostentan el poder.
La situación política actual sugiere que las elección del 2021 deberían ser las que más jóvenes oferten a cargos de elección popular.
¿Por qué?
El hartazgo social está regresando.
La válvula de escape morenista sirvió para contener el descontento social de hace un par de años.
Hoy la realidad es distinta.
Mucha gente espera nuevos perfiles, nuevos candidatos y candidatas.
La juventud espera juventud.
¿Cómo explicarle a un segmento de la población menor de 30 años que aún no?
Que sigan esperando en la banca.
Que sigan sin gritar.
—El día llegará, no se precipiten. Les dirán en voz baja.
¿Alguien va a creerlo?
Lo dudo.
Las Diputaciones Locales son el posible objetivo.
Un Congreso Joven sería la cereza en el pastel.
El inicio del relevo generacional.
El inicio de una verdadera Nueva Normalidad.
Un romanticismo casi revolucionario, que podría cambiar un poco las entrañas de un sistema cada vez más anticuado.
Cada vez débil.
Los partidos emergentes son quienes se arriesgarán con nuevos perfiles.
Buscarán sobrevivir con el voto joven.
Los tradicionales terminarán por confiarse. Como siempre.
Más de 40% de la población (el segmento juvenil) podrá castigarlos. O tal vez premiarlos.
¿Cómo estar seguro?
En tiempos de COVID-19 todos parecemos profetas. Vale la pena intentarlo.