Muchas personas son ajenas a la situación actual de Morena. Sin embargo, cada vez se ventila más en redes sociales y medios de comunicación el entuerto que han causado las dirigencias en el último par de años. Esta situación se ha ido agravando a medida que se acerca el inicio del proceso electoral 2020-2021. Lo que es natural, dado que Morena es hoy por hoy el partido más importante de México.

En términos sencillos, Morena no ha renovado sus dirigencias desde 2015. El mandato de las actuales culminaba en el 2018. Sin embargo, por acuerdo del partido, se prorrogó un año –hasta 2019–, para preparar la renovación. Desafortunadamente, este periodo de prórroga se utilizó por las personas que se encuentran en las dirigencias nacionales para todo menos para preparar el relevo en los encargos.

La cuestión es que, hoy, a casi dos años de que formalmente concluyó el mandato de las dirigencias actuales, continúan las trabas para renovar el poder al interior del partido más grande de México. Argumentos o pretextos sobran: que si el Estatuto, que si la pandemia, que si el Tribunal, etcétera.

Andrés Manuel López Obrador, con la prospectiva política que le caracteriza, había anticipado esta situación y, desde el año pasado, acercó a Morena la respuesta para resolver el entuerto: resuelvan la dirigencia por encuestas. Sorprendentemente, los dirigentes actuales hicieron oídos sordos.

La realidad es que, después de un sinnúmero de procesos jurisdiccionales que han beneficiado a unos y a otros, el Tribunal Electoral validó y mandató que la renovación de los principales encargos del partido sea a nivel nacional: Presidencia y Secretaría General, se resolvieran por encuesta abierta, como sugirió el Presidente de México. Pero como si fuera chiste, este tema llevó a todo tipo de interpretaciones de los dirigentes, que se niegan a irse, para emitir convocatorias para la renovación de las dirigencias, claramente imposibles de cumplirse. Con lo que han reafirmado su intención de quedarse como sea en el poder del partido.

Esos dirigentes olvidan la naturaleza de los partidos políticos. Los partidos son de y para la gente. Le pertenecen al pueblo de México, que es el que paga por las prerrogativas que reciben y no es a título gratuito, se trata de un mecanismo de garantía de los derechos político-electorales de los ciudadanos. Y esos derechos van a ser tutelados por todas las autoridades, incluyendo el Tribunal Electoral.

Un partido debe ser democrático en su vida interna. Para ello, entre otras cuestiones, debe renovar periódicamente sus dirigencias, de modo que se garantice la oportunidad a todas las personas de Morena de aspirar a ser dirigente.

El método es un instrumento para lograr el fin, que es la renovación periódica del poder. Por tanto, el método es fungible. En una situación de normalidad, podría pensarse que no hay razón para cambiar el método, pero dada la sistemática omisión de las dirigencias para renovar y la actual situación de emergencia sanitaria, mis estimados, la única posibilidad es la encuesta abierta.

Y es que la encuesta es el único método que permite y armoniza el principio de renovación periódica y el cuidado de la salud. Para una encuesta no ocupas congregaciones masivas. Por otro lado, debe ser abierta por el sencillo hecho de que Morena es del pueblo. Para evitar que opinen personas que no comulgan con el partido, es tan sencillo como establecer preguntas filtro y listo. Por eso, para Morena, la encuesta abierta es la respuesta.