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Jueves, 27 Agosto 2020 03:08

"Educación pandémica y el terror del retroceso"

"Educación pandémica y el terror del retroceso" Escrito Por :   Monica Kuri

La pandemia nos ha dejado graves estragos en materia económica y de salud, sin embargo, cuando todo parecía estar regresando paulatinamente a la normalidad, caímos en la cuenta del terrible agujero al que acabamos de entrar en materia de educación.


 

El lunes pasado, me sorprendió ver tantas publicaciones en mis redes sociales, tanto de gente cercana como de personas a las que casi no conozco, todas parecían nerviosas con respecto a las clases a distancia de sus hijas e hijos. Algunas se veían muy optimistas, otras tantas se leían consternadas, y me tocaron algunas que, desde temprano, comenzaron a postear que tenían problemas con su red de internet. En fin, el caos. 

 

En mi caso, mujer de 29 años, soltera y sin hijos, veo desde una cancha relativamente "privilegiada" todo el circo que están pasando las mamás y los papás para adaptarse a esta Nueva Normalidad. Pero, independientemente de si tengo hijos o no, yo sí quiero externar mi profunda preocupación por este tema. 

 

Le llamé a una amiga que vive en San Miguel Canoa y tiene dos hijos pequeños, en parte para preguntarle cómo iba todo y por otro lado para que me contara su experiencia con sus chiquitos en la escuela a distancia. La respuesta fue devastadora, ella lloró en el teléfono porque no sólo tuvo problemas con los datos de su teléfono celular (se le terminaron y ella no tiene ni wifi, ni laptop, ni tablet), sino que jamás consiguió que uno de sus hijos le prestara atención a la programación. Sentí horrible por ella. No sabía qué decirle o cómo ayudarle, sólo pude ofrecerme para cualquier cosa que necesitara. 

 

Después, le llamé a otra amiga que vive en Lomas de Angelópolis y también tiene dos pequeños, la respuesta tampoco fue lo que esperaba. Esa amiga no toma una gota de alcohol desde que éramos chamacas, pero estoy segura que esa mañana se vio tentada. La escuché angustiada y de malas. "José Miguel no se queda quieto, Mono", me decía. Tampoco supe cómo ayudarla, y lo único que atiné a decir fue "ánimo amiga, todo va a estar bien". No entiendo cómo no me mentó la madre. 

 

Después de las dos llamadas, me puse a reflexionar sobre la situación de ambas amigas, en las diferencias que las circunstancias mantienen entre una y otra, y de que, en muy diferente medida, ambas experimentaron problemas y emociones muy negativas. Después, mi preocupación aumentó cuando me di cuenta que mi amiga de Canoa trabajaba de lunes a viernes, y ese día se quedó en casa ayudando a sus hijos, lo que representa menos ingreso a su hogar. En el caso de mi amiga de Lomas de Angelópolis, siempre ha sido ama de casa y el ingreso de su marido ha fluctuado poco, y aunque ella estaba acostumbrada a estar fuera de casa mientras la dinámica se lo permitiera, la desigualdad entre una y otra es abismal. 

 

En ambos casos, la pandemia regresó a mis amigas a los espacios privados: a una la sacó de su trabajo, y a la otra, la regresó al papel de madre sacrificada. A ambas les quitó la posibilidad de estar en espacios públicos y las está obligando a permanecer en espacios privados. Ahora traslademos esto a millones de mujeres en el país, porque, aunque también hay hombres padeciéndola, en su mayoría son las mujeres las afectadas.

 

Ese mismo día, en una reunión virtual con una de mis compañeras activistas, psicóloga de niñas, niños y adolescentes, me comentaba que varias mamás ya andaban preguntando qué pasaría si sus hijos se toman un año sabático, catástrofe total. Debemos prepararnos para el retroceso que viene, debemos estar atentos sobre las acciones que van a tomar todos los gobiernos para combatir la deserción escolar, debemos también tomar en cuenta que la educación está reculando peligrosamente, y de ésta no nos va a salvar ni el chapulín colorado.

 

Ojalá que quienes estén en el poder, ya estén ideando acciones en concreto para salvar la educación de México, para que nuestras niñas, niños y jóvenes puedan continuar su camino para construir un México más culto, un México de bien. Si no, ya nos tocará a la sociedad civil organizada entrar al quite.

 

Y de todo corazón, les deseo a todas y a todos la mejor de las suertes este año escolar. 

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