Lejos de fomentar la unidad interna y en consecuencia tejer redes de apoyo en los sectores de la sociedad, se dedica a dar golpes bajos y a repartir nominaciones antes de tiempo como si ya tuviera el triunfo asegurado.
Se culpa en primera instancia a Genoveva Huerta, presidenta del Comité Directivo Estatal, de ambicionar la candidatura a la alcaldía de Puebla pese a su escaso nivel de posicionamiento –por el momento-, pero también existe otro culpable y se llama Eduardo Rivera Pérez.
El bloque o grupo conformado por el panismo tradicional que pertenece al Yunque, Ana Teresa Aranda, Humberto Aguilar y Rivera Pérez y los ahora mal llamado ex morenovallistas, como el gris dirigente municipal, Jesús Zaldívar, Jorge Aguilar Chedraui, Mario Riestra, entre otros, empieza a resquebrajarse.
La codicia nunca es buena compañera y eso parece no entenderlo el ex presidente municipal… al menos es lo que cuentan quienes todavía están dentro de esta alianza panista.
A casi dos meses de finalizar el año, Eduardo Rivera sigue con su estrategia de cero inclusiones, sin abrirse a dar espacios en la planilla de candidatos a regidores y diputaciones que garanticen la representación de todos los grupos del blanquiazul. Es decir, actúa de la misma manera como lo hizo cuando fue contendiente en la elección de 2010 y recientemente en 2018.
Otra razón de la posible ruptura es que Lalo Rivera ya piensa en futuro como si fuera el candidato y, en consecuencia, próximo alcalde de Puebla.
Busca venganza y recuperar lo que fue del Yunque, por lo que también quiere en 2021 la presidencia del Comité Estatal del PAN. Quiere quitar a Genoveva Huerta, quien buscaría quedarse un periodo adicional, para colocar a uno de sus incondicionales.
Se llama Marcos Castro, regidor del Ayuntamiento de Puebla en la pasada administración sin realizar un trabajo destacado. Este personaje ya comenzó acercamientos con las estructuras con la idea de erradicar a todo lo que huela al morenovallismo.
Por este tipo de circunstancias, el grupo morenovallista que está en alianza con Eduardo Rivera, comienza a vislumbrar un plan “B” con la diputada local, Mónica Rodríguez Della Vecchia, quien cada vez gana más protagonismo por su desempeño en el congreso local.
Si Eduardo Rivera Pérez mantiene su postura de negarse a un acuerdo para la repartición equitativa, entonces la ruptura será inminente para fin de año.
Con la división del grupo, entonces no habría ánimos de apoyar al 100 por ciento al candidato o candidata que avale la dirigencia nacional y en consecuencia, se abriría la esperanza a favor del partido político en el poder.
Pese al gobierno poco convincente y preparado de Claudia Rivera Vivanco, Morena tendría posibilidades de repetir al frente del Ayuntamiento de Puebla.
Eduardo Rivera Pérez debe adaptarse a la nueva realidad política, sin sentirse el gran candidato y único capaz de sacar adelante al PAN.
Aún está a tiempo de llegar a acuerdos y generar verdaderas alianzas internas que permitan dar la estocada en la elección de 2021 a Morena y sus aliados.
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@Marcomiron