Sería importante que la propia presidenta municipal reflexionara sobre el rumbo de su administración. Para ello, creo que podría ser útil lanzar tres preguntas detonadoras; ¿Cuál será el legado por el que será recordada? ¿Cuáles son los logros más importantes de su gobierno? y ¿Qué aspectos son los más negativos de su paso por el Palacio Municipal?
Los resultados, aunque hasta cierto punto evidentes, no dejan de ser reveladores. Las cosas no van bien. Se requiere urgentemente un vuelco de timón. Todas las encuestas y grupos de enfoque coinciden. No se trata de una opinión partidista. Hasta ahora, no hay una sola obra o programa emblemático municipal que haya permeado en el imaginario colectivo. La administración no ha logrado transmitir cuales son sus prioridades y la incapacidad de ejercer el presupuesto hace que se perciba que no se realiza nada extraordinario. Como van las cosas, el legado será el de una oportunidad desperdiciada.
Preguntar a la ciudadanía respecto a los logros municipales que se han alcanzado en esta administración, resulta toda una proeza. La gente difícilmente recuerda algo positivo. Con muchísimo esfuerzo y de manera muy minoritaria, algunos ciudadanos alcanzan a recordar la creación de la Secretaría de Protección Civil como algo destacado. Nada más ha permeado. Los errores y omisiones nublan cualquier otro aspecto.
Precisamente por ello, lo negativo es lo primero que viene a la mente cuando se pregunta sobre la gestión de Claudia Rivera. Las mediciones no mienten. Empezando por el INEGI, la percepción de inseguridad es avasalladora. Los poblanos sienten que la delincuencia, el crimen organizado y la inseguridad se han acrecentado. Si hoy culminara el trienio municipal, esa sería su carta de presentación. Ciertamente, la inseguridad no es algo nuevo, pero el fenómeno se ha agudizado. Lo mismo sucede con el delito del feminicidio. La percepción y los datos confirman que se han incrementado. Tras año y medio, los resultados del cambio de administración deberían ser visibles.
Después de la inseguridad, empatan en el número de menciones la falta de obras y servicios públicos con carácter social y la proliferación de ambulantes. Cualquier comparativo con otras administraciones hace latente la falta de pavimentaciones y obras. Se estima que apenas se han pavimentado 41 calles en 18 meses, lo que representa una cifra verdaderamente insuficiente. A la par, el comercio informal avanza. Como nunca se había visto, durante los fines de semana la presencia de vendedores ambulantes se extiende hasta el Carmen. La imagen del centro se ha deteriorado y el turismo lo resiente.
En un tercer bloque de retrocesos, la ciudadanía pondera el proyecto de los bolardos. Su puesta en marcha resultó deficiente. No se comunicó bien, no se dialogó con los sectores involucrados y no se realizó una prueba piloto. Todo ello generó una opinión en su contra. El deterioro en el servicio del alumbrado público es también innegable. Importantes vialidades permanecen por semanas en la penumbra debido a la deficiente prestación de este servicio. Por último, la gente percibe también la ingobernabilidad en el cabildo como una debilidad. Se requiere avanzar en el diálogo edilicio y mejorar las relaciones con los otros órdenes de gobierno.
El próximo miércoles, comenzará la cuenta regresiva del gobierno municipal. Le queda poco tiempo para corregir. Una vez iniciado el proceso electoral del 2021, la atención estará en otro sitio. Pero, más allá de los tiempos políticos, la próxima semana celebraremos también el 489 aniversario de la fundación de Puebla. Valdría la pena pensar qué aportará esta administración para llegar de mejor forma al quinto centenario. Hasta hoy, el Ayuntamiento de Puebla está reprobado.