Debido a que Puebla está estrechamente ligado a Nueva York, ninguna otra entidad de la república ha sufrido tanto. Cientos de miles de poblanos han hecho de la Gran Manzana su hogar, por lo que muchos se refieren a ella como Puebla-York. De acuerdo con algunos estudios, el coronavirus ha sido desproporcionalmente más letal entre la población hispana. El COVID-19 mata, pero la desigualdad económica y social lo ha hecho mucho más mortal entre los latinos. Según el Departamento de Salud de Nueva York, la tasa de mortalidad entre la población blanca en Nueva York se ubica en 10 fallecidos por cada 100 mil habitantes, mientras entre la población hispana es más del doble, al ubicarse en 22 muertos por cada 100 mil habitantes.
Todas las hipótesis apuntan a que los efectos negativos del coronavirus se han acentuado entre la población hispana debido a las profundas disparidades que padecen. Las terribles inequidades hacen, de muchas maneras, a nuestros paisanos vulnerables.
La desigualdad en el acceso a la sanidad es la primera barrera. Muy probablemente, la inmensa mayoría de los poblanos fallecidos no contaban con seguridad social y la medicina privada es muy cara. A esto hay que sumar el miedo. Muchos paisanos no quieren acudir al médico por temor a ser reportados ante la autoridad de migración por no contar con documentos.
Por el tipo de trabajo que la mayoría de los migrantes hispanos desempeñan, muy pocos pueden recurrir al home office. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU, apenas el 16 % de los latinos tiene un trabajo que pueda desempeñar desde casa. Por este motivo, cada día que pasa deben seguir saliendo a la calle para trabajar pues, de otro modo, serían despedidos. Muchos de los migrantes mexicanos trabajan en sectores esenciales como la agricultura, la limpieza, el transporte, los supermercados y el cuidado de niños y ancianos y les es imposible resguardarse en casa. Esto es también un efecto de la desigualdad social.
Y, la inequidad en el ingreso tiene también un impacto directo en la movilidad. La población hispana, especialmente en Nueva York, tiende a trasladarse mayoritariamente en transporte público, en el que pasan largas horas de manera rutinaria. Según varios estudios, el crecimiento exponencial de los contagios en la costa este de Estados Unidos podría explicarse, parcialmente, por el mayor uso del transporte público, hecho que afecta, principalmente, a la población con menores ingresos.
No es la primera ocasión que una tragedia en Puebla-York se hermana en el sufrimiento a la población de ambos estados. El dolor de las familias poblanas también se hizo presente en 2001, debido al atentado terrorista en las Torres Gemelas. En aquella ocasión, el trabajo comunitario de los líderes migrantes resultó fundamental para articular la estrategia de apoyos gubernamentales. Gracias a personas como Don Jaime Lucero, las instalaciones de Casa Puebla en Nueva York se convirtieron en el centro de operaciones, no sólo de México, sino de toda Latinoamérica. Diversas naciones sudamericanas encontraban en las oficinas de Casa Puebla las cifras y nombres de los fallecidos que no tenían, incluso, sus propios consulados.
Lo mejor que puede hacer el estado es apoyarse en ese tejido de confianza que nuestros líderes comunitarios tienen Puebla-York. A través suyo, será posible contar con información pertinente y se podrán articular más eficazmente los apoyos para las familias de los afectados.