Después de 69 años de haber sido instaurado en México el “Día de la Libertad de Expresión”, cabe resaltar que esa lucha no solo se remonta a épocas en las que literalmente a cualquiera que se le ocurriera opinar diferente que el gobierno o mofarse de él, le eran confiscadas sus oficinas o imprenta, a partir de los cuales podían difundir sus ideas y opiniones, como lo fue el caso del poblano Daniel Cabrera, el llamado “Hijo del Ahuizote”, quien a través de caricaturas políticas en las que se burlaba de Porfirio Díaz, se convirtió en uno de los principales enemigos de su gobierno e incluso ello le significó pisar la cárcel en diversas ocasiones.
Como sabemos, una de las medidas que las autoridades de salud nos han solicitado a la sociedad para evitar la propagación del COVID-19 es el famoso #QuédateEnCasa, llamado que, como lo señalé en mi columna anterior, estoy convencida debemos, en la medida de las posibilidades de cada persona, llevar a cabo en favor de nuestra salud y la de las personas que se encuentran a nuestro alrededor.
En mi primera participación, quisiera compartirles que soy de las personas que he seguido las indicaciones de sana distancia y de quedarse en casa, que han establecido las autoridades de salud, a partir del 21 de marzo del año en curso, que fue el día en el que mis actividades de trabajo me lo permitieron, y dentro de estos casi 45 días, habré salido unas 6 o 7 veces, algunas horas, ya sea para ir al súper o por alguna cuestión laboral que me han pedido.