Mientras más información, más preocupación porque las noticias logran sembrar dudas sobre el mañana, el pasado.

 

Los gobiernos de todo el mundo son severamente enjuiciados por especialistas y todólogos que consideran que no han actuado correctamente, y porque se han visto rebasados en sus políticas de salud pública.

 

El manejo de las estadísticas sobre infectados, hospitalizados y muertos son cuestionados. Todos “tienen otros datos” con relación a los que ofrece mañanas y tardes el tan cuestionado doctor López-Gatell.

 

Lo cierto es que hay que reconocer que en este contexto, gobernadores como el de Puebla toman la decisión de definir acciones y tiempos, porque “ellos” tienen toda la información real en la mano y conocen el comportamiento y reacciones de sus gobernados.

 

Con esta decisión regionalizan el abordaje de los problemas y dejan a la federación que haga su esfuerzo a su manera, a su tiempo y a sus convicciones.

 

No son tiempos de disputas por el poder, son tiempos de resolver a fondo los problemas y de proponer a los opinólogos de Facebook que sus sesudos comentarios no manoseen y politicen todo, teniendo en cuenta que los esclavos de las redes voltean hacia donde les marcan.

 

Nunca es tarde para darse cuenta de que es hora de confiar en las decisiones regionales y apoyarlas porque “todos estamos en el mismo barco” y este se hunde con todos, o salimos adelante para iniciar una etapa en la que las cosas serán diferentes y la responsabilidad de cada uno será obligada.

 

Los caracoles de puebla

 

Y falleció doña Paloma Cordero, viuda de quien fuera presidente de México de 1982 a 1988, Miguel de la Madrid Hurtado.

 

De Doña Paloma siempre se habló de su discreción.

 

Como esposa del presidente en turno, mantuvo ese estilo austero.

 

De visita en Puebla una ocasión, atendida por la finada doña Laura Elena Betancourt de Jiménez Morales, recibió un plato de talavera con los deliciosos caracoles rellenos de merengue que desde alguna cocina conventual, siglos atrás, algunas monjas inventaron y conquistaron el gusto de sus comensales.

 

Se trataba de los famosos caracoles que hoy en día sólo vende la sonriente Alicia Rivera en su negocio de dulces en el corazón de la calle de Santa Clara en la 6 Oriente.

 

Pues bien, con la discreción que le caracterizaba a Doña Paloma Cordero de De la Madrid, pidió a un miembro de su equipo que averiguara dónde se vendían esos deliciosos manjares para ir a comprar unos para llevárselos a su esposo, Don Miguel de la Madrid. Esto independientemente de los regalos que el protocolo indica que el gobierno de Puebla como anfitrión obsequia a un visitante distinguido.

 

Los famosos caracoles fueron la delicia de Don Miguel, y a partir de esa ocasión el matrimonio De la Madrid Cordero enviaba a un colaborador a comprar todos los caracoles que Alicia Rivera tuviera en su vitrina, para deleitar el paladar de los invitados a los que convidaban a su mesa.

 

Una anécdota y un orgullo tener la oportunidad de esos deliciosos caracoles al alcance.

 

Y cabe destacar que en producción limitada, porque si usted llega a La Rosa, así se llama la dulcería, después del medio día corre el riesgo de ya no alcanzar.

 

Se trata de una producción casera, familiar y fresca, al día.    

 

Se guardan el fiestón

 

Por lo pronto dos generaciones de profesionales egresados de las aulas de la Universidad Popular, con el espíritu águila acendrado a distancia, virtualmente celebraron los 47 años de la fundación de su alma mater. Y se guardan para las bodas de oro en tres años, fiesta para la que las autoridades preparan el nido para echar la casa por la ventana.

 

Serán los primeros 50 años que resonarán por toda la ciudad, el estado y el país.

 

En el recuerdo quedan aquellos días de la fundación cuando al abandonar el edificio carolino de la Universidad Autónoma de Puebla, los fundadores de las primeras dos escuelas, la de arquitectura y la de administración de empresas llegaron al casco de la hacienda de La Noria, en ese entonces propiedad de los hermanos Gómez de Alvear, Fernando y José Miguel, que obviamente veían con simpatía el proyecto de que Puebla, además de contar con la UAP y la UDLA contara con una tercera universidad.

 

Qué días, contra viento y marea el proyecto salió adelante y 47 años después tiene una matrícula de 15 mil alumnos, con egresados por todas partes de Puebla, de México y el mundo, que día con día con su desenvolvimiento profesional son la mejor carta de reconocimiento de la UPAEP.

 

De su primera sede en La Noria le siguió la de la 9 Poniente 1517, donde había operado el Instituto Militarizado Oriente antes de estrenar sus instalaciones en la entonces hacienda de San Manuel. Después amplió su sede a su claustro de la 23 Sur.

 

De ahí comenzó su proyecto de convertir al Barrio de Santiago en su Barrio Universitario UPAEP, y cuanta casa y predio se pone en venta en la zona, la UPAEP lo adquiere para albergar sus instalaciones.

 

De esta forma ha logrado dignificar al barrio, darle valor y también generar un desarrollo económico del que viven cientos de familias con negocios proveedores de alimentos y servicios que demanda la comunidad águila UPAEP, hoy dirigida por el rector Emilio José Baños Ardavín que ha logrado integrar a la casa de estudios con las demás universidades y con toda la sociedad.

 

Hay que destacar también el paso por la rectoría de Mario Iglesias García Teruel, Javier Cabañas Gancedo y Alfredo Miranda López.