Entre el desfile del día del trabajo, las fiestas por la batalla del 5 de mayo que tradicionalmente venía a encabezarlas el presidente de la república en turno en su primer año de gobierno; los homenajes por el día de las madres y finalmente el 15 de mayo, el día del maestro.

 

 Aunque hay que tener presente que el mes de mayo lo esperábamos con la fiesta del día del niño el 30 de abril.

 

Todas estas celebraciones en conjunto ponían las calles, los mercados, los centros comerciales, a los poblanos de todas las posibilidades que invadían las tiendas. Y es que para las celebraciones, todos estrenaban para salir a pasear, y a los espectáculos, las verbenas. Para el desfile los padres llevaban a sus hijos escolares por los zapatos nuevos. Seguían las compras por el día de las madres y concluía el ciclo con el obsequio para los maestros. Todo esto provocaba lleno en todas las tiendas, y el mejor mes para el comercio tanto formal como informal.

 

Esto era cuando éramos felices y no lo sabíamos. Sólo lo resentía el presupuesto con tanto compromiso y tanto tarjetazo.

 

Hoy las tiendas están cerradas, no hay dónde ir a comprar. El coronavirus nos está inculcando nuevos hábitos. Compramos sólo con ver una fotografía y nos entregan el artículo a las puertas de nuestro domicilio.

 

Y en las tiendas ya sólo permiten ingresar con cubrebocas, con manos enjuagadas con gel antibacterial, y se permite ingresar a un solo comprador, sin niños.

 

Los adultos mayores son un capítulo especial estos días.” Para protegerlos” -se explica- ya no se les deja ingresar a las tiendas a cualquier hora. Ellos tienen acceso de 7 a 9, y también puede ingresar una sola persona.

 

Un panorama inimaginable cuando hablábamos y reclamábamos libertades y derechos.

 

Hoy sobre nuestras libertades consagradas por una constitución, el microscópico coronavirus tiene la palabra,

 

Pone el mundo de cabeza, sin distinciones de raza ni condición socioeconómica y nos obliga a vivir de una forma inimaginable.

 

Éramos felices y no lo sabíamos.

 

Toda la experiencia para evitarlo, para enfrentarlo, pero sobre todo para prevenirlo, nos está inculcando nuevos hábitos, otra forma de vida y convivencia.

 

Además de desempleados, empobrecidos, ¿cómo podrá ser nuestro día después, del 1 de junio?

 

Hoy ya somos otros, ya estudiamos, trabajamos y nos divertimos de otra forma.

 

¿Cómo seremos en junio? Sobre todo, teniendo en cuenta que quienes producen y venden están listos para bombardearnos con publicidad por todos los medios para volver a colocarnos en el papel de esclavos del consumo.

 

Somos los mismos, pero con un cúmulo de experiencias, necesidades y retos.

 

¿Qué haremos de éste país?