¿Qué hay detrás de la cancelación de la vocería que el presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, le había entregado en charola de plata al exsenador poblano Javier Lozano Alarcón para enfrentar la cruzada “por la defensa del estado de derecho” que tiene sin dormir a los patrones?
La OMS ha definido a la salud como: “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente ausencia de enfermedad o dolencia”
Los estragos de la histórica pandemia ahondan, y lamentablemente, nuestras autoridades ahondan sus diferencias, actitud que los gobernados condenan y reprochan en el contexto de una crisis que está arrojando nuevos ejércitos de desempleados, de familias con hambre, muchas sin un mañana y un futuro incierto y lleno de deudas para cuando termine esta emergencia sanitaria.
Nos encontramos a la mitad de la cuarentena, las noticias sobre la pandemia del coronavirus invaden todos los espacios, con informaciones negativas, aterradoras que siembran miedo, no sólo por la posibilidad de un contagio, sino por el mundo que enfrentaremos después del 5 de mayo cuando se levante el confinamiento.
Y pasó la Semana Santa Una Semana Santa atípica completamente, fuera de los templos, como no ocurría hace 90 años.
Ya lo vimos, cuando se agotan los argumentos los políticos hoy son capaces hasta de recurrir a los pasajes bíblicos, convenciendo con esto de que están agobiados, desesperados, sin opciones.
A fuerza de ser sinceros, pasada la pandemia, pese a los miles de muertos, la humanidad tendrá que decidir el rumbo de las naciones, de sus comunidades, de su familia y de sí mismo.
Mientras vemos transcurrir con toda lentitud cada uno de los días de la obligada cuarentena, sentados en butaca de primera fila presenciamos cómo el mundo se desmorona irremediablemente, llevándose a la tumba cada día a miles de personas que se expusieron o tuvieron la mala suerte de tener el acercamiento, un roce con un portador del mortal virus, o a través de una superficie en la que el microscópico demonio se quedó.
Lamentablemente mientras más información nos llega estos días sobre el COVID-19 que desencadenó una trágica y mortal pandemia en todo el mundo, más desprotegidos nos sentimos al menos la mitad de la población de éste país, unos 60 millones de mexicanos que tenemos acceso a información que fluye segundo a segundo para revelarnos que tanto poderosos como hijos del infortunio, “todos” corremos el riesgo de contraerla en forma casi inevitable, sin haber tenido necesidad de viajar en avión o a uno de los centros turísticos de moda.
Estamos llegando a la primera semana de la cuarentena y las cosas no han resultado fáciles para las familias que no están acostumbradas a convivir a tiempo completo. Ni para las familias en las que hay ausencia de padres para atender a los hijos. Ni para aquellos que van al día, que si trabajan comen, pero si no trabajan no tienen presupuesto para enfrentar sus necesidades.
Increíble que una partícula microscópica conocida por el mundo durante las primeras semanas de este año, como coronavirus-19, intempestivamente en menos de un mes puso de cabeza al universo y lo condujo a una escandalosa crisis de la que se comienzan a experimentar los mas drásticos estragos económicos y sociales.
La pandemia del coronavirus tocó suelo mexicano y nos sorprendió divididos, autoridades y sociedad.
La adicción de muchos mexicanos a las redes permite llevar con una ventana abierta al mundo los estragos de la pandemia del coronavirus.
Es el momento de emprender una lucha para normar el mercado laboral y establecer una adecuación para que las mujeres madres, jefas de familia, trabajen horario corrido para que regresen al hogar y se hagan cargo de sus hijos que hoy están fuera de control por la falta de una autoridad en el hogar.
Bajo la consigna “el 9 ninguna se mueve” las mujeres desaparecieron al comenzar a correr la segunda semana de marzo.