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Viernes, 21 Agosto 2020 02:23

El escándalo político que debilita más a los partidos

El escándalo político que debilita más a los partidos Escrito Por :   Gabriel Sánchez Andraca

Si los partidos políticos mexicanos ya estaban en la lona, con el escándalo que estalló a raíz de las declaraciones de Emilio Lozoya, ex director de Pemex, casi se quedan fuera de circulación.


 

                  Los que en otro tiempo se sentían dueños del país al que manejaban, como si fuera de su propiedad, los altos mandos del PRI, del PAN y del PRD, ahora son mansos corderos que ya no saben cómo salir de la bronca en que están metidos. Los panistas lo niegan todo, dicen que lo dicho por Lozoya es una mentira ruin y cobarde, y tratan al declarante, como “delincuente confeso”.

 

                  Pero el video es claro y contundente: auxiliares de destacados senadores panistas son los que reciben los millones de pesos, en billetes de 200 y 500 pesos, y acomodan los fajos en bolsas de plástico transparentes para la entrega a sus respectivos jefes. Pero ellos, como también ocurre con el panista Felipe Calderón, en el caso de su secretario de Seguridad Nacional, García Luna, no estaban enterados. Tan no estaban enterados, que uno de esos senadores, que ahora es gobernador de Querétaro, tenía a uno de los empleados que recibieron el dinero como su secretario particular y se apresuró a despedirlo al día siguiente de que ese video fue llevado a las redes sociales, pretendiendo demostrar que él no tuvo vela en ese entierro.

 

                Otro ex senador panista se deslindó muy al estilo de los “personajes” de ese partido, con voz engolada y con aparente indignación, en la reunión previa de la Conago, ante la secretaria de Gobernación, Sánchez Cordero, y lo mismo hizo el ex candidato presidencial, Ricardo Anaya, mediante un video en el que dijo que la acusación era una calumnia y que si pensaban sus adversarios que lo iban a intimidar, se equivocaban, porque él se defendería con la ley en la mano. Total, los panistas son blancas palomas, de honestidad intachable. Sólo son terriblemente ineficientes, tanto que, por ejemplo, el señor Felipe Calderón, no se percató en seis años de gobierno, de que su secretario de Seguridad Nacional, García Luna, era cómplice y que recibía ‘moches’ millonarios, en dólares, del cártel delincuencial más poderoso de México, al que apoyaba desde el poder, provocando una guerra entre toda la delincuencia organizada que a todos los mexicanos nos ha afectado desde hace más de 12 años.

 

                Lo malo para ellos y todos los involucrados, del PRI y del PAN, es que la gente no les cree. Todo mundo sabe que el modus operandi de los gobiernos mexicanos ha sido la corrupción, y que si bien se mantuvo en límites tolerables durante la etapa constructiva de la Revolución, desde Cárdenas hasta López Portillo, se desbocó a raíz de la toma del poder por los tecnócratas de Harvard, capitaneados por Carlos Salinas de Gortari. Tan fue así, que fue en ese periodo en el que se inició el debilitamiento del PRI como partido hegemónico, pues el Revolucionario Institucional abandonó su política social. Cesaron los apoyos a los campesinos, se relajó el cumplimiento de la Ley Federal del Trabajo, hasta con los trabajadores de los gobiernos federal y estatal, y no se diga de los municipales. Los despidos sin cumplir con lo que la Ley del Trabajo establece, eran casi diarios. Aquí en Puebla, el primer gobierno panista despidió a diez mil burócratas hasta con 20 años de trabajo, sin la menor consideración.

 

             Ese mismo gobierno, surgido de una alianza del PAN con el PRD, realizó obras escandalosamente caras que no han representado, hasta la fecha, ningún beneficio para la sociedad. El estado de Puebla está incluido entre los más pobres del país, después de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Veracruz, y en los tiempos en que los panistas gobernaban al estado, la ciudad capital, la ciudad de Puebla, tenía el mayor número de pobres de todas las grandes ciudades del país. Al finalizar ese gobierno, quedó con una deuda de 60 mil millones de pesos, la más elevada en toda la historia de la entidad.

 

               ¿Por qué los diputados priistas y perredistas aprobaron las reformas para privatizar el servicio de agua potable y para aprobar la “ley bala”? ¿Por qué el gobierno estatal panista pudo despedir a 10 mil trabajadores, sin pagarles lo que establece la ley en esos casos, sin que hubiera alguna declaración de condena por parte de los supuestos partidos de oposición o de sus diputados? Por algo, en las elecciones del 2018, los ciudadanos del país votaron por un cambio de régimen, por el candidato que ofreció combatir a la corrupción considerada como la fuente de todas las desgracias del país.

 

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