Por toda la zona metropolitana de Puebla, igual que por todo el país, comienzan a multiplicarse los anuncios de “se renta”.

 

Locales vacíos en avenidas, plazas comerciales, que antes estaban ocupados por pequeñas y medianas empresas. Locales vacíos que pasará tiempo para que vuelvan a ocuparse.

 

El desplome de la actividad económica es la segunda oleada del coronavirus antes de acabar la primera fase, y como intermedio antes de llegar al rebrote de octubre. Ahora son los “se renta” y muy pronto llegarán los “se vende”.

 

Cada local vacío, cada microempresa cerrada, son alrededor de cuatro o cinco empleos perdidos. Cada mediana empresa cerrada, son de 10 a 20 empleos que tardarán unos años en recuperarse.

 

Habrá empresas que sobrevivan cuando reabran, como los restaurantes, pero si su aforo debe reducirse al 30 %, ya no necesitarán 20 meseros, sino sólo 7, y en vez de quince cocineros, quizá 4. ¿A dónde irán todos los demás?

 

¿Y los informales? ¿Qué pasó con los vendedores de comida afuera del estadio en cada partido del Puebla, los viene viene, los taxistas, los que vendían las cemitas y la cerveza al interior del estadio, los de las papas y las palomitas?

 

¿Todos los que hacían lo mismo en conciertos, funciones de lucha libre, bailes sonideros, eventos sociales?

 

La tragedia económica será impactante. Como en 1995, miles dejarán las escuelas y universidades privadas para irse a la escuela pública y saturar el sistema. Pero esta vez será peor.

 

Según el INEGI en su encuesta laboral reciente, “pasamos de tener 50.7 millones de personas ocupadas, a tener nada más 32.3. Los 18.4 millones restantes pasaron al desempleo, la subocupación o, porque no pudieron buscar chamba en abril, a ser 'no económicamente activos'. Más claro: 36 por ciento de los mexicanos perdieron su empleo de forma total o parcial durante abril. Casi la mitad de ellos laboraba en micronegocios, por si se preguntaban qué significaba “primero los pobres”.

 

La conclusión de Macario Schettino es pavorosa “de los 12 millones de empleos perdidos, dice la ETOE, dos millones eran formales, y diez millones informales”.

 

Lo que sigue es el círculo vicioso del desempleo a largo plazo: crecimiento exponencial de pobreza y delincuencia.

 

Sólo en Puebla volverán a la pobreza extrema 850 mil poblanos. Son más de los que habían logrado salir de la miseria en la última década del morenovallismo. Quizá en números netos volveremos al inicio del sexenio de Marín.

 

“Puebla será el tercer estado con mayor cantidad de pobres tras la pandemia por COVID-19, que actualmente azota al país, pues según el estudio de Magnitud del Impacto Social del COVID-19 en México, y Alternativas para Amortiguarlo, se estima que 12.2 millones de personas cambien su situación económica a nivel nacional, de los cuales 786 mil estarían en la entidad, solo superados por Veracruz y el Estado de México, según el Centro de Estudios Educativos y Sociales (CEES).

 

Con una caída del PIB del 8-10 % este año, los ingresos del gobierno se van a desplomar, y no habrá dinero para atender a esos pobres. ¿A dónde van a ir a dar?

 

Pues a la delincuencia.

 

Unos se irán a la delincuencia común del asalto callejero y en el transporte público, otros a la delincuencia organizada del secuestro como en la crisis del efecto tequila. Ya sufríamos la ola de violencia y ahora se va a duplicar.

 

 

Todo esto lo pienso, lo analizo, mientras Gatell sin ruborizarse modifica sus pronósticos y los lleva a los 35 mil muertos por coronavirus en la primera oleada, cuando en abril dijo que esperaban ocho mil.

 

Si dice 35 mil muertos es porque serán 50 mil. Yo creo que tendrán que cerrar el país a otra cuarentena o nos vamos a los 80 mil fallecidos para situarnos como el tercer país con mayor número de muertos.

 

Sí, lo peor está por venir.