Andrés Manuel López Obrador viene la próxima semana a Puebla, está confirmado, pero nadie sabe a qué viene. Obras del Gobierno federal en la entidad no hay, y dispersión de sus programas sociales tampoco, pues su súper delegado Rodrigo Abdala hace muchos meses que desapareció de la escena política del estado.

 

Si viene a buscar aplausos, la va a tener difícil porque de la enorme cantidad de votos que los poblanos le entregamos en 2018, hay muchísimos que piensan que ahora es un horror estar con Obrador.

 

Se ve difícil que venga a supervisar la remodelación de unidades médicas del IMSS, pues los dos nosocomios más grandes del organismo -La Margarita y San José- se encuentran devastados y saturados de pacientes COVID.

 

La reconstrucción de San Alejandro ni ha empezado, ni tiene para cuándo.

 

Lo más pertinente sería que recorriera los hospitales públicos de Puebla reconfigurados para enfrentar el coronavirus, pero una de dos: o se encuentran personal médico enfadado por la falta de basificaciones, o se entera que el INSABI sólo mandó dos cajas de cubrebocas quirúrgicos y no para la pandemia.

 

La última posibilidad es que venga a sostener un diálogo político de alto nivel con el gobernador Barbosa, emanado de su propio partido, pero que fue abandonado en lo financiero por el Gobierno federal, en la nula entrega de apoyo en materiales por el INSABI, y por la falta de proyectos de infraestructura.

 

Si ese diálogo se da, seguro Barbosa le informará que Gatell nunca se tomó la molestia de buscar su opinión sobre la reapertura del sector automotriz y de la construcción, así como su efecto en la curva de contagios que no se aplana. De las faltas de respeto de la Secretaría de Gobernación.

 

También le informará que el INSABI casi casi se ha burlado con sus envíos de materiales, y que claro, no envió ni un solo respirador mecánico para el reacondicionamiento de los hospitales y poder tener más camas de terapia intensiva.

 

Que el gobierno poblano se ha gastado poco más de mil millones de pesos de recursos propios en la pandemia, y es la hora en que Arturo Herrera, el secretario de Hacienda, no le ha tirado un cable para enviarle algún recurso extraordinario.

 

También le informará de la simulación de la Guardia Nacional en el estado, quienes acabaron sentados con los Valencia, y del nulo diálogo y colaboración con el súper delegado Rodrigo Abdala, encapsulado por amigos corruptos que hacen negocios con los programas sociales de la secretaría del Bienestar.

 

Y el gobernador Barbosa le dirá que pese a todas estas complicaciones, cada día en su conferencia mañanera ratifica que AMLO es su líder político y su gurú.

 

Por supuesto, se duda que al presidente le interese enterarse de la realidad de su país en los tiempos de COVID-19, y sólo ande buscando dónde arrancar aplausos fáciles.

 

 

Y como en Puebla no hay razones para aplaudirle, sino hasta para tirarle abucheos, en verdad se duda a qué viene al estado el tabasqueño

 

Lo cierto es que AMLO le ha fallado a Puebla, pese a que los poblanos lo apoyaron de forma decidida en 2006, 2012 y 2018, esta última con 1.5 millones de votos para catapultarlo a la presidencia.

 

Mintió con eso de amor con amor se paga, pues él no ha pagado el amor de los poblanos.

 

Al día de hoy, López Obrador le ha fallado a Puebla y a los millones que votamos por él.

 

¿Qué favor te hicimos, Andrés?