Viernes, 19 de Abril del 2024
Martes, 28 Julio 2020 03:09

El mamarracho Glockner por fin se fue

El mamarracho Glockner por fin se fue Escrito Por :   Arturo Rueda

Como empleado de quinta, al final aceptó enviar su renuncia posfechada para hacerse efectiva al 31 de julio. Es decir, cobrar una quincenita más que en estos tiempos de pandemia no cae mal. En mi pueblo a esos sujetos se les llama hambreados


 

Al mejor cazador se le va la liebre y el gobernador más versado en política también incurre en errores flagrantes. La infalibilidad es solo patrimonio de Dios. Desde el día uno que dio a conocer su gabinete, siempre dije que la designación de Julio Glockner al frente de Cultura era un error de Barbosa.

 

Un año después, como parte de la purga silenciosa que aventuré hace un mes, tras la remoción del secretario ‘Sí Señor’ de Salud, le tocó el turno al Dr. Memelovsky, Julio Glockner, supremo engañabobos, que se va por la puerta de atrás de forma ominosa.

 

El célebre Memelovsky deja para la historia su serie de Glockneradas, es decir, las mamarrachadas de Julio Glockner, que fueron pocas pero llamativas, entre las que destaca la ocurrencia de quitarle al Museo Internacional Barroco su prestigio y darle un baño de pueblo calamitoso con una función de lucha libre.

 

No solo eso: representante de los estamentos culturales más rancios, vació el MIB de las piezas recolectadas de otros museos, que en la obra morenovallista de 7 mil millones de pesos -que seguimos pagando- encontraron un lugar idóneo para su exhibición, para ser devueltos a espacios minúsculos a los que nadie entra ni por accidente.

 

Meter una función de lucha libre en el MIB fue la Glocknerada suprema que costó un millón de pesos, pero no la única. Se suponía que el objetivo era hacer el museo más popular, pero solo lo hizo populachero.

 

En la dependencia, le dio entrada a cuadros panistas con los que luego se distanció para protagonizar sonoras peleas mediáticas. Luego, se dedicó a desautorizar y no ejecutar órdenes directas de su jefe, el gobernador Barbosa.

 

No una, sino dos o tres veces, de forma sistemática, Memelovsky se imaginó que le habían escriturado la Secretaría a su nombre, dejó de acordar con el gobernador y desde antes de la pandemia dejó de verlo o pedirle instrucciones.

 

El eco de sus peleas internas, así como cruces de acusaciones, hicieron que el gobernador tomara desde hace meses la decisión de removerlo, pero Glockner decidió esconderse con pretexto de la pandemia.

 

Así como lo lee: Glockner se escondió del gobernador con pretexto de la pandemia y no volvió a reunirse con él en una situación tensa, inédita para quien sepa de política.

 

El mensaje que se le envió una y otra vez desde Casa Aguayo fue el mismo: que entregue su renuncia. Pero el Memelovsky se amarró al escritorio para seguir cobrando.

 

Como empleado de quinta, al final aceptó enviar su renuncia posfechada para hacerse efectiva al 31 de julio. Es decir, cobrar una quincenita más, que en estos tiempos de pandemia no cae mal. En mi pueblo, a esos sujetos se les llama hambreados.

 

¿Hay otra razón para recordar el paso efímero de Glockner por la Secretaría de Cultura?

 

Pues no. Ni un mérito, ningún logro. Un año perdido de mamarrachadas.

 

A  veces a Barbosa le dan ataques de buena persona, un gobernador con tanto recorrido político debió deshacerse de Glockner desde hace mucho tiempo, pues era evidente que su mentado prestigio no era tal, sino la invención de sus amigos jornaleros o de algunos grupúsculos radicales del peor chairismo.

 

Se tocó el corazón, quizá, porque sabía que el Memelovsky necesitaba sus quincenas.

 

Tarde, pero se reconoce el error, y se actúa en consecuencia.

 

El mamarracho Glockner ya se fue.

 

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