Miercoles, 24 de Abril del 2024
Jueves, 05 Marzo 2020 01:45

Estado (de ebriedad) fallido

Estado (de ebriedad) fallido Escrito Por :   Arturo Rueda

Sin que ninguno de sus anhelados puestos esté al alcance de su mano y desmantelada su influencia jurídica, Meza Viveros recurrió al mismo truco que hace cada sexenio: morder la mano de quien le dio de comer argumentando ética y libertad de pensamiento


 

Algunos juristas que se creen doctos en la Ciencia Jurídica en realidad son loritos que rara vez leen la Constitución. Confunden cercanía, buen ánimo, con la fantasía de un gobierno compartido, bicéfalo, en las áreas más delicadas de una administración pública.

 

Así le pasó a Carlos Meza Viveros, que una vez más ha cumplido con su eterno retorno: pelearse con el gobernador que imaginó lo haría presidente del Tribunal Superior de Justicia, fiscal general del estado, o ya de mínimo secretario de Gobernación.

 

Fiel practicante de que toda consulta causa honorarios, en los últimos años ha roto con todos los que un día lo cobijaron —de Marín a Gali, pasado por Moreno Valle—, así como alcaldes, precisamente por esa falta de pago.

 

Meza Viveros fue vocero de Barbosa durante la campaña 2019, y desde esa posición imaginó adueñarse de todas las áreas jurídicas del gobierno estatal, así como arribar, por fin, a convertirse en el magistrado presidente del TSJ en sustitución de su aborrecido Héctor Sánchez.

 

Siete meses después, la realidad lo volvió a poner en su lugar.

 

 

Barbosa ya cambió al secretario de Gobernación y no lo eligió a él, sino a David Méndez.

 

Barbosa ya pasó el proceso de designación de fiscal general, y ni siquiera volteó a verlo. Prefirió quedarse con Higuera Bernal.

 

Barbosa trabaja de la mano del magistrado Héctor Sánchez, quien se ha ganado la confianza con lealtad absoluta y no parece haber instrucción de removerlo.

 

Los caminos de Meza se cerraron por ahí.

 

En cuanto a adueñarse de todas las áreas jurídicas del gobierno, lo consiguió por algunos meses al designar a directores jurídicos y grandes áreas de la Consejería Jurídica. Su operador ahí era Hugo Manlio Huerta.

 

El gusto le duró unos meses, hasta que sobrevino una asonada jurídica al interior del gobierno estatal —oportunamente detenida— que le costó el puesto al subconsejero Hugo Manlio.

 

Metido en la crisis de despidos de sus alfiles, Meza decidió profundizar al hacer que su incondicional Armando Toxqui Quintero solicitara una ampliación presupuestal sin consultarlo en Casa Aguayo por 300 millones de pesos para el Organismo de Carreteras de Cuota. También fue despedido.

 

Sin que ninguno de sus anhelados puestos esté al alcance de su mano y desmantelada su influencia jurídica, Meza Viveros recurrió al mismo truco que hace cada sexenio: morder la mano de quien le dio de comer argumentando ética y libertad de pensamiento.

 

 

Esta semana, el abogado nos sorprendió con un artículo incendiario titulado “Estado fallido”, que aplicado en Meza deber ser algo así como “Estado de Ebriedad Fallido”.

 

“…Hay debilidad, y auténtica incorrección y desaseo en Puebla. Para nuestra desgracia, cada vez está peor. Todos los notan, para nadie es un secreto, pero la mayoría calla por temor. Los reflectores están puestos sobre nosotros y no precisamente por ser un ejemplo. Nuestros muchachos están en la calle pidiendo solamente poder vivir, ya no en paz, sino simplemente vivir.

 

“Ante este escenario alarmante se han tomado decisiones que en nada abonan al proyecto original de la Cuarta Transformación, poniendo sobre el tablero de ajedrez alfiles quemados y piezas de reciclaje que ya habían sido sacadas del juego.

 

“Me pregunto desde hace días, cuál es la estrategia (si es que la hay). Lo que sí noto es que empieza a entronizarse esa arrogancia que no deja pensar claramente. Los últimos nombramientos en el gabinete son del nivel de un jefe de almacén (sin demeritar a los mismos). No ha habido rigor y los filtros son endebles. No quería aceptarlo, pero es tiempo: en Puebla triunfa el gotopardismo (nuevamente).

 

“No quiero un estado donde tengamos que importar abogados de quinta que vengan a resolver entuertos fantasmas; que grillen a placer y se jacten de saber —y conocer— lo que no conocen. Y si el jefe de este de gobierno lo quisiera, me someteré alegremente a un debate para demostrar la ineficiencia e incapacidad jurídica de sus importados”.

 

Una ruptura total con el barbosismo, cortesía del lorito jurista que, otra vez, se quedó sin puesto, con las manos vacías, y siendo el hazmerreír de siempre.

 

Todo un Estado de Ebriedad Fallido digno de Carlos Meza.

 

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