Aquellos que creen que la 4T y Andrés Manuel López Obrador tienen perdida desde ahora la elección de 2021, podrían llevarse una sorpresa. El manejo de la pandemia, con todo y sus 53 mil muertos, no derrumbaron su popularidad… del todo.
Cuestión de leer la encuesta de México Elige, difundida ayer por el excelente investigador Sergio Zaragoza. El abismo insondable al que parecía despeñarse en abril, cuando su aprobación cayó a 47 puntos, tres meses después va a la alza con 57 puntos y ya rebasa la desaprobación.
No es el único dato relevante, sino que, además, Andrés Manuel López Obrador va viento en popa no sólo para ganar la revocación de mandato en 2022 —cuenta con 56% para ratificarlo contra el 40% que no lo quiere— sino que incluso tiene margen para pensar en su reelección.
Y sí, ya se sabe que Andrés Manuel ha expresado, incluso firmó un documento notarial asumiendo el compromiso, de que no buscaría la reelección. Pero eso fue antes de la pandemia del coronavirus y su consiguiente desastre económico.
La ciencia política, la real politik, es la ciencia de la coyuntura. Y si Andrés Manuel pensaba que este sexenio era suficiente para afianzar su 4T, pues es claro que ese plan también se lo llevó el coronavirus.
En materia económica, el sexenio 2018-2024 ya está perdido. El primer año no hubo crecimiento, y en este 2020, el desplome será de entre el 10 y el 12 por ciento, el doble de lo que ocurrió en 1995.
Aunque los siguientes cuatro años se diera un promedio de crecimiento de 3 % anual, el sexenio de AMLO quedaría en cero. Y se ve difícil que se sostenga esa tasa de 3 %, por lo que es probable que en 2024, apenas estemos recuperando las mismas cifras de 2018. Todo esfuerzo ha quedado pulverizado.
AMLO ya sabe que su sexenio está perdido, por más vueltas que le dé a aquello de que ahora ya no será relevante el PIB y sólo se mida bienestar y felicidad.
Por si fuera poco, su secretario de Hacienda escribió ayer en el Washington Post que México deberá lidiar con la pandemia por lo menos otro año, por lo que las esperanzas de rebrote en 2021, en realidad serán liquidadas con el rebrote de invierno.
Así que no dude que lo que ayer pensaba López Obrador de no intentar la reelección, pues cambiará con la coyuntura de los próximos años. Y, sobre todo, con el resultado de la revocación de mandato en 2022.
Además, el tabasqueño es experto en atribuirle voz al pueblo. ¿Qué pasa si el pueblo bueno le pide que se quede otros seis años para hacer, ahora sí, lo que el coronavirus frustró en el periodo 2018-2024?
Por supuesto que el camino es largo y empedrado, por lo que mantener la mayoría en San Lázaro es misión prioritaria, así como adueñarse de Morena ante los radicales, como Bertha Luján, que no quieren un partido en el poder.
La BOA nacional tiene un problema: no capitaliza los errores del gobierno de AMLO y todas sus contradicciones, pues sus principales figuras son dianas. El caso Lozoya debilita al ex nuevo PRI de Peña Nieto, y el juicio a García Luna, en NY, debilita la voz de Calderón. Fox es un deschavetado.
La realidad de la BOA es que no hay nadie que pueda hacerle frente a AMLO en posicionamiento, y las dos únicas figuras con más de 50% de conocimiento a nivel nacional, según el mismo sondeo de México Elige, son Marcelo Ebrard y… ¡sorpresa!, Hugo López-Gatell, el científico charlatán.
Ese efecto rebote debe ser analizado en Puebla, pues también se van a equivocar lo que crean que el barbosismo ya perdió. La marca AMLO puede jalar a todos… o a hundirlos.