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Jueves, 19 Noviembre 2020 03:14

Genoveva fulminó a Genoveva

Genoveva fulminó a Genoveva Escrito Por :   Arturo Rueda

Difundir esas conversaciones, por supuesto, fue un acto de torpeza infinita, además de una traición a la confianza de su interlocutor. ¿Si ya se aborrecían, se trataban con mutua displicencia, desconfiaban, ahora cómo será posible que entren en comunicación -ya no se diga acuerdos- entre Genoveva y Lalo tras esa violación de confianza?


 

A la hora en que usted lea esta columna, quizá Genoveva Huerta ya haya entendido que la divulgación de los chats de WhatsApp solo dañó a Genoveva Huerta y no a su aborrecido Eduardo Rivera Pérez.

La filtración de esas conversaciones privadas al columnista Carlos Gómez solo la inhabilitaron en dos sentidos, como dirigente estatal del PAN, como aspirante a la alcaldía, pero fundamentalmente como una persona confiable con la que se puede acordar.

 

El PAN estalló con esa bomba atómica en mil pedazos, y todo hace pensar que aunque tienen ventaja en la encuestas solo si el candidato es Lalo Rivera, harán todo lo posible por repetir el fenómeno de 2008, cuando Toño Díaz de Rivera perdió atrozmente con Blanca Alcalá aunque arrancó 20 puntos arriba.

 

Una persona que divulga conversaciones privadas esencialmente es no confiable. Y si se trata de un político, pues es peor. ¿Qué le queda a alguien después de traicionar la confianza, sobre todo si esa traición se hace en público?

 

La historia es así.

 

El martes pasado, el columnista Carlos Gómez afirmó en su espacio que Genoveva Huerta no veía ni oía a Eduardo Rivera -no el clon, sino el original-. Que no le tomaba llamabas, ni contestaba mensajes, ni acordaba reuniones para pactar el rumbo del 2021.

 

Ayer, el mismo columnista cambió de versión con pruebas en mano: es Lalo Rivera el que se niega a verse con Genoveva. Y los chats de WhatsApp -en la que ambos se tratan con mutua displicencia- fueron la prueba para ahora afirmar que el ex alcalde es quien evita el encuentro.

 

De esos chats, para mí, es que ambos no se pueden ni ver. Un aborrecimiento mutuo. Se dejan en visto, se hacen del rogar, tardan horas en contestarse. Son dos poblanos que no quieren verse, pero se evitan al estilo poblano de nunca poner hora, fecha y lugar.

 

Difundir esas conversaciones, por supuesto, fue un acto de torpeza infinita, además de una traición a la confianza de su interlocutor.

 

¿Si ya se aborrecían, se trataban con mutua displicencia, desconfiaban, ahora cómo será posible que ahora entren en comunicación -ya no se diga acuerdos- entre Genoveva y Lalo tras esa violación de confianza?

 

Si yo fuera Lalo, ya la hubiera bloqueado inmediatamente. Jamás volvería a contestarle un mensaje. ¿No es lo que se le hace a un “no confiable”?

 

¿Y los demás liderazgos que dialogan con ella? ¿Los presidentes de otros partidos? ¿Quién va a confiar ahora en ella?

 

¿Puede haber un dirigente tan desgastado que es capaz de llegar a eso?

 

Ya la aspiración la había inhabilitado como dirigente, pues juega a ser juez y parte. Ahora la filtración la inhabilita, además de como dirigente, como una política no confiable.

 

Esta ruptura cimbró internamente a Acción Nacional, como bien dice el columnista Carlos Gómez.

 

Por supuesto que él no revelará a su fuente, pero esos chats solo los tenían Genoveva y Lalo, y como el objetivo de la divulgación es atacar a Lalo, exhibirlo, pues es obvio que los filtró Genoveva, que en mismo acto se incriminó y se evidenció.

 

Hoy nadie desconfía de Lalo, o sí, lo normal que se desconfía de cualquier político.

 

Lo dicho: la filtración de Genoveva solo dañó a Genoveva.

 

Y el PAN, en 2021, se prepara para repetir el escenario de 2008.

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