Comienza diciembre y en este mes la dirigencia nacional de Morena a cargo de Mario Delgado tendrá que definir sus candidatos a la gubernatura bajo la absurda pretensión del INE —hasta que no sea revocada por el Tribunal Electoral— para que de los 15 estados en disputa, 7 de ellos deben ser para candidatas mujeres para cumplir un disparatado criterio de equidad de género.

 

Excepto Sonora, la dirigencia de Delgado comienza a tener problemas para cuadrar el círculo, y uno de los estados que parecía resuelto, Tlaxcala, comienza a incendiarse porque Dulce Silva ya se le acercó demasiado en las encuestas a Lorena Cuéllar Cisneros, que lucía favorita pero ya no lo es.

 

Siempre será misógino resaltar que Dulce Silva sólo destaca por ser la esposa de César Yáñez, durante una década el hombre más cercano a Andrés Manuel López Obrador y que se mantiene en Palacio Nacional entre ires y venires. No es poco decir que primero se fue Alfonso Romo antes que Yáñez. 

 

El primer problema para Morena es que, al final, el gobernador priista Marco Mena se decidió por la querencia de su partido antes que por el parentesco que lo une con la ex priista Lorena Cuéllar y apostó por la creación de una megacoalición PRIANRD más dos partidos locales PAC y PS. Ellos van con la alcaldesa Anabell Ávalos. La guerra va en serio.

 

El segundo problema es que la ex superdelegada Lorena Cuéllar sigue arriba en las encuestas… pero también tiene sólidos negativos que impactarán su crecimiento en la batalla constitucional que comienza lucir muy cerrada.

 

La ex superdelegada puede ser un cartucho quemado. Así de simple. Ya perdió en 2016, por una diferencia pequeña, pero perdió.

 

En las encuestas es competitiva, pero puede ocurrir que a la mera hora no dé los resultados esperados. En la encuesta interna de Morena tendrá que medirse a la empresaria Dulce Silva, a la senadora Ana Lilia Herrera y a otros cuatro, pues en total se inscribieron siete aspirantes.

 

¿Quién de ellas se encuentra mejor posicionada?

 

Después de analizar varias, todo indica que se encuentran en un rango de empate técnico en conocimiento, aunque Silva por tener menos negativos mantiene una mejor perspectiva de tendencia de voto creciendo, tomando en cuenta que Lorena Cuéllar lleva activa los últimos veinte años, ya fue alcaldesa de la capital y candidata derrotada en 2016.

 

En el caso de la empresaria originaria de Huamantla, su activismo en Morena se detuvo mucho por tiempo por el periodo que permaneció en prisión gracias a los buenos oficios de Víctor Carrancá y del difunto ex gobernador Rafael Moreno Valle, que le querían quitar un terreno a la mala acusándola de fraude.

 

Silva fue declarada inocente, y después de un tiempo que usó para lamerse las heridas, se reconstruyó para ir por la gubernatura del estado. Por supuesto que tiene el apoyo de su esposo César Yáñez, sin que eso se traduzca en una imposición de Palacio Nacional.

 

La pareja, que enfrentó el escándalo por su boda en 2018, no es bien vista en Puebla porque en 2019 apoyaron con todo a Alejandro Armenta para que se hiciera de la candidatura en oposición a Luis Miguel Barbosa. Actualmente, el senador y la empresaria se han distanciado totalmente porque Armenta no tuvo la capacidad de ser recíproco.

 

No la tiene sencilla Mario Delgado para resolver el entuerto tlaxcalteca porque lo único que queda claro es que nuestros vecinos serán gobernados, inevitablemente, por una mujer, como ya pasó en los años ochenta con la brillantísima Beatriz Paredes Rangel.

 

Por cierto, la ex delegada Lorena Cuéllar tiene parentesco político con el gobernador Marco Mena. Ello no fue obstáculo para que el priista le ganara por dos puntos a su concuña en la elección de 2016.

 

¿Qué ocurrirá en Tlaxcala si Mario Delgado no procesa adecuadamente la disputa de sus dos fuertes precandidatas?

 

La fortaleza de Morena en las encuestas luce amenazada por el surgimiento del PRIANRD.