Martes, 23 de Abril del 2024
Jueves, 26 Marzo 2020 02:26

Dar un paso hacia el abismo

Dar un paso hacia el abismo Escrito Por :   Arturo Rueda

Se entiende la intención de López Obrador de demorar el mayor tiempo posible el apagón de la economía, pero era inevitable que hacía allá nos dirigíamos. Ese tiempo en el que el Presidente pudo poner el ejemplo y los gobierno actuar con rigor, ya se perdió. El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.


 

Ante lo inevitable, el México de los mexicanos que viven al día sigue en las calles tratando de subsistir, como lo hacen todos los días. El país de la subsistencia.

 

Para ellos solo hay dos opciones: morirse de hambre o morirse de coronavirus.

 

Les da igual.

 

Me lo dice ayer un vendedor de Bon Ice que se acerca presuroso a los coches en los altos para vender su producto. Lo hace igual que todos los días.

 

Aunque odio el Bon Ice, le compró dos para ayudarlo y hacerle plática.

 

-No jefe, si no salgo a vender mi producto, mi familia se muere de hambre. Así que todo lo de la enfermedad esa, yo voy a salir aunque me lo prohíban.

 

-¿Y si te enfermas del coronavirus, quien va a mantener a tu familia, dónde te vas a atender?

 

-No jefe, pues quien sabe, antes que había el Seguro Popular, pero ahora no sé qué vaya a pasar. Por eso tengo que seguir mientras estoy sano.

 

Sigo mi camino en este día que rompo mi confinamiento para ir a firmar documentos urgentes.

 

En la siguiente esquina, los vende flores y frutas siguen ahí, una familia de cinco, que comen en la calle.

 

 

Hay dos niños que comen con las manos. Todos los hacen. No saben de gel antibacterial, ni de lavarse las manos. Muchos menos de cuarentena.

 

Ellos no tienen ganas de platicar, pero dicen lo mismo: no tenemos otro ingreso, otra forma de vivir.

 

Viven en la calle, literal, ahí van a morir.

 

Y lo mismo les pasa a los valet parking, taqueros, viene viene, meseros, cocineros, taxistas.

 

Nadie quiere dejar las calles. Todos siguen saliendo a subsistir en el México que se apaga lentamente desde hace dos semanas.

 

¿Qué vamos a hacer con esos 30 millones de mexicanos del país de la subsistencia, sin apoyos, sin seguro médico, sin ingresos y sin sueldo fijo?

 

¿Qué vamos a hacer con las microempresas, changarros y demás?

 

Sufren los grandes, sufren después los medianos, pero los eslabones más débiles de la cadena económica no tienen cómo resistir.

 

Volkswagen para, y para toda la cadena del sector automotriz.

 

Paran los viajes, y sufren hoteles, vigilantes, camareras, botones.

 

Nadie queda a salvo del quebranto, pero unos se acercan más a la hambruna.

 

Esta es la hora en que nos explota en la cara el fracaso de nuestro México. Lo mal que hicimos en los últimos treinta años, esta es la hora en la que vamos a pagar nuestros errores como sociedad.

 

El Gobierno federal es errático. Si en condiciones normales los apoyos no llegaban, ¿cómo van a hacerlo ahora?

 

Se entiende la intención de López Obrador de demorar el mayor tiempo posible el apagón de la economía, pero era inevitable que hacía allá nos dirigíamos.

 

Ese tiempo en el que el Presidente pudo poner el ejemplo y los gobiernos actuar con rigor, ya se perdió.

 

El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

 

En Estados Unidos, Italia, España, la Unión Europea, tienen Estados de Bienestar sólidos.

 

Pueden aguantar un cierre temporal de su economía, e incluso un poco más.

 

Como en la primera guerra mundial, la segunda, van a salir lastimados, pero van a salir.

 

México entra a un túnel muy oscuro en el que cada uno tendrá que sacar lo mejor de sí, o saldrá lo peor de todos.

 

Preparados para colisión.

 

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