Viernes, 19 de Abril del 2024
Miércoles, 08 Abril 2020 01:53

Nos mienten, yo los acuso

Nos mienten, yo los acuso Escrito Por :   Arturo Rueda

¿Por qué el gobierno de Puebla reconoce 14 muertos y el Gobierno federal sólo 4? ¿Quién es responsable de la omisión? ¿Cuántos casos más de ocultamiento hay en los restantes 31 estados de la República? ¿Cuántos muertos nos están negando?


 

En el día veinticinco de mi autoconfinamiento, la Universidad de la Cuarentena me ha entregado el grado de Doctor en Epidemiología graduado con honores.

 

Desde esa alta cima, me siento con el derecho que me da la autoridad del intelecto para criticar la sarta de mentiras de mi homólogo Hugo López-Gatell, a quien yo acuso de mentirle a los mexicanos de forma obscena.

 

Aquí van mis argumentos, de Doctor en Epidemiologia a Doctor en Epidemiologia.

 

Hugo López-Gatell, en entrevista con el corresponsal de The Economist, reconoce que el Gobierno federal no tiene el número real de contagios positivos. Que sus datos son estimaciones provenientes del Programa Centinela que sólo hace análisis a uno de cada diez mexicanos.

 

Es decir, que todas las cifras que se planta a decir en su conferencia de prensa de las 7 pm son pura basura.

 

Literal.

 

La prueba es Puebla. Esconden los muertos de forma criminal. ¿Con qué objeto? Seguramente para no alarmar a una población de por sí alarmada, confinada en su realidad, en riesgo de morirse de hambre o de coronavirus.

 

Pero en realidad sospecho que mienten en la lógica de todos los gobiernos mentirosos de la historia mundial: para quedar bien. Para que cuando todo acabe, aunque sea en un Apocalipsis, puedan jactarse de que hicieron todo de forma excelente.

 

Así, en México nunca sabremos realmente el número de enfermos ni de muertos. Los estadísticos del gobierno dirán que se tratará de un subregistro, pero si llamamos a las cosas por su nombre, se trata de una mentira.

 

¿Por qué el gobierno de Puebla reconoce 14 muertos y el gobierno federal sólo 4? ¿Quién es responsable de la omisión? ¿Cuántos casos más de ocultamiento hay en los restantes 31 estados de la República?

 

¿Cuántos muertos nos están negando?

 

Para mí Lopez-Gatell es sinónimo de mentira desde aquello de la “fuerza moral, no de contagio del presidente”. Desde que avaló que el presidente siguiera en giras, besara niños, se tomara selfies, comiera mole en Oaxaca. Quizá el sirve a AMLO pero no al país.

 

Tanta abyección de un subsecretario al que a fin de año ni siquiera le tocará aguinaldo por capricho presidencial.

 

Como ninguna mentira se sostiene por sí misma, frente a la afirmación de que el Gobierno federal se preparó en tiempo y forma para la pandemia, en la misma entrevista reconoce que Salud adquirió dos y mil tantos respiradores, pero el grueso del pedido será entregado entre agosto y septiembre, es decir, cuando ya haya miles de muertos.

 

Y no deja de ser ridículo que enviarán un avión a China, una misión que fue presentada de forma épica, pero regresó apenas con 10 toneladas de mascarillas N95 y guantes. Nada de trajes, googles, pruebas. Puro material pinchurriento.

 

Acaso la mentira más mentirosa de mi homólogo Doctor en Pandemias es el manejo de los tiempos de la cuarentena, pues ya deslizó que se mantendrá hasta la primera semana de junio, pero no se atreve a decirlo así y dice que quizá todo esto dure hasta julio, agosto, septiembre.

 

La anomalía en este juego perverso de López-Gatell son los gobiernos de los estados, y en específico, la transparencia de Luis Miguel Barbosa, quien no parece dispuesto a entrarle a la red de mentiras.

 

Como la verdad siempre saldrá a flote, por más dramática que parezca, la transparencia de Barbosa revela la verdadera tasa de letalidad del coronavirus en nuestra sociedad: 8.6 %, que nos acerca al infierno de España e Italia.

 

El caso de los hospitalizados graves también nos revela la dimensión de la pandemia: de 109 casos activos, 40 han sido internados. Es decir, la tasa es por ahí del 35 %, y no el 15 % que se da en otros países.

 

El problema es que no podemos creer en ninguna cifra. Todas están distorsionadas. Avanzamos a ciegas.

 

 

López-Gatell, pues, sabe que se acerca un infierno y en vez de avisarnos para ser más rigurosos en la distancia social, en las medidas de prevención, nos escamotea los datos. Nos ahorra tensión, pero más adelante lo pagaremos con dolor.

 

Para septiembre, sin embargo, los muertos van a estar muertos.

 

Quizá la economía hoy agonizante también morirá y reconstruirla costará décadas.

 

Entonces, comenzará el juicio de la historia.

 

Desde hoy, yo los acuso de mentirosos.

 

 

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