“Compañeros gobernadores, no seamos ingenuos, el Gobierno federal no nos va a ayudar en nada, tenemos que rascarnos con nuestras propias uñas”. Palabras más, palabras menos, Luis Miguel Barbosa puso orden en la reunión de los mandatarios estatales con el gabinete presidencial, realizado por videoconferencia hace un par de semanas.
Las duras palabras del poblano cambiaron el curso de una reunión marcada por los elogios, la pomposidad y la autocomplacencia de los gobernadores, más preocupados por agradar a Ebrard, la señora de Gobernación y a los funcionarios de Salud.
Ese día, el gobernador Barbosa comenzó a tomar Susana Distancia del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que sin llegar a ruptura, alcanzó su punto culminante cuando ayer presentó su plan de reactivación económica, que incluyó la condonación de impuestos, algo a lo que sistemáticamente se ha negado el presidente.
Pero Barbosa no se equivocó: todos los informes indican que la emergencia sanitaria continuará por lo menos un mes más durante la Fase 3, y que la economía ya no resiste. Como señalaron los analistas de CitiBanamex: la economía se encuentra agonizante.
AMLO no quiere ver esta realidad. Se encuentra ensimismado, lo que significa que ve hacia adentro de su proyecto de la 4T, no hacia la realidad que se reconfigura al mismo tiempo que se cierne una nube negra sobre México…al igual que en el mundo entero.
Pero Barbosa no es intransigente ni ensimismado. Hizo el diagnóstico correcto: la Federación no va ayudar en nada a los gobiernos estatales. Su profecía no falló.
Al día de hoy, Puebla no ha recibido pruebas de diagnóstico de COVID-19. Todas las que se han realizado en la entidad en el Laboratorio de Epidemiología se han adquirido con recursos propios.
Del cargamento de 10 toneladas que llegaron de China, a Puebla no le tocó nada.
Tampoco han enviado respiradores, recursos económicos para la reconversión de los hospitales estatales. Solamente medicamentos genéricos y apenas dos cajas de cubrebocas de los chafas.
Sobre todo, no hay una partida presupuestal especial para la contingencia. El gobierno de AMLO no sólo dejó solos a los empresarios, sino también a los gobiernos estatales.
Por eso Barbosa ha sido enfático en la poca solidaridad de los empresarios poblanos. Él ya les dio lo que pidieron: un programa para enfrentar la contingencia económica. ¿Y qué van a poner los ricos de Puebla? Los inmunes, porque ahora todos los muertos en Puebla han fallecido en el sector salud y en el IMSS.
Por supuesto, los dirigentes del CCE y de Coparmex recibieron un “telocico” brutal. ¿Cómo van a criticar ahora al gobierno de Barbosa? ¿Con qué dedo lo van a señalar por no apoyar a emprendedores y microempresarios?
Cuestionado al respecto, el líder del CCE dijo que ellos no presumían sus “buenas acciones”. Yo creo que llegó hora de hacerlo, porque el gobierno estatal sigue manteniendo el subsidio al Banco de Alimentos y nada más no se ve la aportación del pomposo membrete de “Empresarios por Puebla” o como se llamen.
Sí, cada estado navega solo en su tormenta, aunque la primera promesa del Gobierno federal de repartir 300 mil reactivos para pruebas, todavía no se cumple, mucho menos la entrega del material necesario.
Pero Barbosa ya midió la realidad, y poco a poco, sin separarse de la 4T de forma expresa, tomó su propio camino y se adelantó a lo que más tarde que temprano deberá hacer AMLO: un pacto fiscal con la IP para impedir que la economía agonizante termine por morir de COVID-19 y llevarse a millones de mexicanos a la extrema pobreza dando un salto hacia atrás.
Tan sólo en empleos ya se perdieron más de 300 mil a nivel nacional, los mismos que se generaron en todo 2019.
Y luego vendrá la caída en la recaudación, y por tanto, la caída en las participaciones. Pero Barbosa ya se adelantó y tomó su propio camino.