Para José Covidio Mirón Lozano, por su feliz llegada al mundo

 

Desde un papel modesto, la principal misión del periodismo en tiempos de pandemia es ayudar a salvar vidas.

 

Los periodistas no estamos en primera línea de la guerra, como lo hacen doctores, enfermeras, especialistas, camilleros. La auténtica infantería, la primera línea de defensa, son ellos los llamados a atender a los enfermos, los auténticos protagonistas.

 

Pero los periodistas no sólo debemos cronicar el dolor, la desesperanza y la incertidumbre. Es parte de nuestra tarea, pero no puede ser la única.

 

Hay que denunciar las negligencias, las cadenas de negligencias que pueden costar vidas. Hacerlo a tiempo puede ayudar a salvarlas.

 

El nuevo affaire entre la BUAP y el gobierno estatal parece no tendrá un final feliz. La firma de un convenio para salvar vidas se ahogó en un mar de burocratismos y desconfianzas.

 

La noche del lunes, el gobierno estatal a través del secretario de Gobernación y el de Salud, confirmaron el reportaje de CAMBIO que en exclusiva adelantó la situación crítica del Hospital Universitario por un problema de infraestructura del nosocomio que no tiene la presión de oxígeno para los respiradores artificiales.

 

Nadie habló de corrupción o negligencia. Ese sería tema para después. En este momento lo importante es tener a la mano los elementos para salvar vidas.

 

También confirmaron que ofrecieron un convenio al rector Esparza en los términos descritos en esta columna: ellos se hacían cargo de sus enfermos de COVID-19 si a su vez el HU se convertía en hospital de primer paso para el gobierno estatal.

 

Y confirmaron, finalmente, que el rectorado no actuó con celeridad sino pidió tiempo para que el Consejo Universitario lo avalara.

 

Más tarde supimos que devolvieron una versión revisada del convenio cuyas modificaciones no llegaban al núcleo del programa.

 

Ayer, el rector Esparza habló de politización, que le querían quitar sus respiradores artificiales, que no podía dejar desguarnecido el HU y que tenía que proteger a sus derechohabientes, y que por eso pidió la intervención del consejo y los sindicatos.

 

Puede tener razón. Es rector de esa comunidad y parte de su obligación es defender a la comunidad.

 

Más tarde, la BUAP emitió un comunicado afirmando que ya había consenso para la firma del convenio de SSA. De la “versión” de convenio que ellos quieren firmar, no la que había remitido el gobierno estatal.

 

“No nos vamos a dejar presionar”, dijo el rector.

 

La SSA en cualquier momento puede cerrar el hospital por ser un foco de contagios.

 

De esa lucha de egos, de desconfianzas, saldrán cosas malas. En verdad el HU puede colapsar. Quizá por eso el gobernador Barbosa dijo “que cada uno asuma sus responsabilidades”.

 

Vuelvo al papel del periodismo en tiempos de pandemia.

 

El periodista Juan Carlos Valerio tuvo la prerrogativa de ser el único comunicador que entrevistó al rector Esparza sobre el tema.

 

Como si fuera director de Comunicación Social de la BUAP, Juan Carlos Valerio pronunció los énfasis que no puso el rector Esparza, pero nunca le hizo la única pregunta urgente y periodística: ¿Señor rector, es cierto que los respiradores artificiales no pueden conectarse por un error de construcción del HU?

 

Si el periodista hubiera hecho su papel de periodista, quizá Esparza habría reconocido la incapacidad del HU para atender a los enfermos de COVID-19. Era la oportunidad de salvar vidas, terminar esa lucha de egos, destrabar la firma del convenio.

 

Pero Valerio eligió el camino del director de Comunicación Social de la BUAP y no el de periodista.

 

Y así es imposible que los periodistas desde nuestra posición modesta pongamos un granito en la batalla por las vidas.

 

Diría Barbosa: que cada quien asuma su responsabilidad.