En lo único que no ha mentido Hugo López-Gatell, el zar del gobierno de AMLO vs el coronavirus, es en el número bajísimo de pruebas realizadas a sospechosos de contagio positivo. Adelantó en una entrevista para El País que se tenían hasta 70 mil pruebas disponibles para el mes de junio y la cifra es exacta.

 

De acuerdo con su informe meteorológico de ayer por la tarde, en plena Fase 3 de la pandemia se ha analizado a 67 mil 635 personas. En un país de casi 130 millones de habitantes, eso quiere decir que se le ha practicado la prueba para detectar el COVID-19 al .05 % de los habitantes del país.

 

Ni siquiera llegamos al 1 % de la población.

 

Como adelantamos oportunamente, desde principios de marzo, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador tomó una decisión criminal: no hacer pruebas a los mexicanos. Por lo tanto, en realidad no sabemos en qué momento de la pandemia nos encontramos: si al inicio de la tormenta o en el ojo de la tormenta.

 

Con AMLO, tratándose de coronavirus, todo es mentira y simulación.

 

Navegamos a ciegas y no sabemos dónde se encuentra el enemigo, a diferencia de lo que ocurre con el resto del mundo que sigue las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS): pruebas, pruebas y más pruebas.

 

Somos una burla mundial: en México la tasa de aplicación de pruebas es de .43 por cada mil habitantes, mientras que en Estados Unidos es de 15.64. En nuestro vecino del norte, con más de 50 mil muertos, ya se han realizado más de 5 millones de pruebas.

 

Pero supongamos que compararnos con EU es absurdo. Con nuestro nivel de pruebas de .43 por cada mil habitantes, nos encontramos a la misma altura que Senegal, Marruecos y la India.

 

En el caso de nuestros vecinos sudamericanos, nos encontramos muy debajo de Chile (8.08), de Perú (6.99), de Cuba (3.46), El Salvador (2.69), Ecuador (2.65), Colombia y Argentina (1.1). Tenemos el último lugar de la región junto con Bolivia (.46).

 

Con el .05% de la población analizada, con uno de los últimos lugares del mundo en tests aplicados, Andrés Manuel nos miente cínicamente cuando dice que vamos a todo dar en la pandemia y “que hemos domado al coronavirus”.

 

¡Qué poca madre!

 

Lo escribí hace semanas: la baja aplicación de pruebas era una decisión de Estado de la 4T para que al final, termine esto como termine, el Presidente pueda decir que gestionó todo correctamente, que López-Gatell fue un genio, y que se brincó con éxito la pandemia gracias a sus decisiones.

 

Ah, y que la raza de bronce resultó extraordinaria porque nos enfermamos menos que en el resto del mundo. Que somos unos chingones.

 

Eso dirá el presidente López Obrador, aunque la sociedad tendrá otros datos.

 

En realidad, nunca sabremos el número real de enfermos, y por supuesto, de muertos.

 

No es una sorpresa que con tan pocos tests aplicados, la tasa de letalidad en México sea de las más altas: 9.7%. 

 

 

Esa tasa de letalidad significa que somos una rara avis: se muere uno de cada diez que se enferma de coronavirus. Un dato para echarse a correr.

 

Como ese dato va vs la 4T, López-Gatell se ha inventado otro: tasa de letalidad estadística, que sería algo así como los muertos reales vs los enfermos estadísticos (calculados sobre el programa Centinela). Una reverenda jalada.

 

Así pues, sin datos, sin pruebas, con los últimos lugares en el mundo en tests aplicados, la guerra contra el coronavirus no será guerra, sino masacre.

 

Como no hay enemigo con quien negociar, los efectos de la pandemia se extenderán hasta un punto temporal no identificado, con su consecuente recesión económica que no durará meses, sino años.

 

Lo malo de todo esto es que ya no hay tiempo para rectificar, pues 78 % de los mexicanos parecen tener razón: falta lo peor de la pandemia.

 

 

Es cierto: los ciudadanos tenemos otros datos, porque el gobierno de AMLO solo tiene mentira y simulación.