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Martes, 24 Marzo 2020 02:29

Percepción del régimen y seguridad nacional ante COVID-19

Percepción del régimen y seguridad nacional ante COVID-19 Escrito Por :   Héctor Hernández Álvarez

Existen dos elementos fundamentales en amenaza de sufrir daños para la estabilidad política-social de México. Por una parte (y más importante) se encuentra la seguridad nacional; por la otra, la percepción y solidez del régimen presidencial.


 

Partiendo con la seguridad nacional, resulta imperativo tomar cartas en el asunto. Efectivamente, se trata de un elemento externo que puede vulnerar las capacidades del Estado para responder a su potencial de causar daños.

 

El factor de la salud de la población por un lado y paralelamente, el factor económico son los dos grandes sectores vulnerables ante la amenaza del COVID-19. La incertidumbre de hasta qué momento sería oportuno reanudar actividades económicas es fundamental para que no exista una desaceleración financiera en mayor magnitud.

 

El cierre o limitación del tránsito de personas hacia otros países, por supuesto que altera la movilidad y con ello el flujo de efectivo y de moneda extranjera en nuestro país.

 

Esto ya está afectando al sector turístico; de eventos masivos como conciertos, obras y espectáculos en general; así como al sector educativo, por mencionar algunos.

 

Otro factor significativo para la atención de pandemias en seguridad nacional, es que los cuerpos de respuesta tradicionalmente encargados de la defensa tienen, hasta cierto punto, limitaciones para la atención en este tipo de casos. No todos los miembros de las fuerzas armadas tienen conocimientos suficientes en el área de la salud, por lo tanto, su potencial de respuesta no es total.

 

Afortunadamente, es menester mencionar que, hasta el momento no es necesario emplear el plan DN-III-E, que la Secretaría de la defensa define como:

 

   “Instrumento operativo militar que establece los lineamientos generales a los organismos del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, para realizar actividades de auxilio a la población afectada por desastres de origen natural o humano, optimizando el empleo de los recursos humanos y materiales para su atención oportuna, eficaz y eficiente; apoyando, además, en la preservación de sus bienes y entorno.”

 

Adicionalmente, en el factor de seguridad nacional, resulta imprescindible la eficiente interlocución entre los ministerios de relaciones exteriores con sus símiles de otros países; así como de agencias para la cooperación internacional y Organismos Internacionales, para suministrar información oportuna de inteligencia para toma de decisiones y la mitigación de riesgos vinculantes a la amenaza del COVID-19.

 

Ahora bien, respecto de la percepción del régimen y su solidez, lo más importante es cuidar dos aspectos fundamentales: por una parte, la toma de decisiones para hacer frente a la contingencia; por otra, el aspecto comunicativo.

 

Con relación al primer punto, considero que el gobierno ha hecho bien. Al no promover alarma excesiva en la población que indudablemente agravaría las actividades económicas y crearía desabato severo de los bienes de primera necesidad sanitaria.

 

Respecto a lo segundo, indudablemente hay cosas que se pueden mejorar. El presidente debe ser cuidadoso con sus declaraciones públicas. Establecer que la gasolina la bajó su administración para ayudar ante la contingencia económica del COVID-19, quizá pueda creerlo cierta parte de la base poblacional desinformada. Pero, es un hecho que lo afectará en la opinión pública, círculos intelectuales y con la oposición.

 

Además, cuando sacó sus amuletos religiosos en plena declaración, dejó mucho en qué pensar. Ciertamente, ceo que se trató de un gesto comunicativo bien intencionado, pero incluso para los que somos creyentes, puede existir la interpretación de que ejerció cierta burla hacia la población en general.

 

No tendría nada de negativo este hecho si también se hubiera argumentado adecuadamente, con refuerzo en lo religioso.

 

Como ejemplo internacional, tenemos el claro ejemplo del presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin. Quien es contundente con su discurso, manejando de manera magistral los argumentos a comunicar y reforzándolos con elementos religiosos, en ese caso, de la cristiandad y la iglesia ortodoxa para crear confianza y unidad nacional por medio de la espiritualidad y la creencia. Esto permite dos beneficios: la calma generalizada y el refuerzo de la popularidad del régimen.

 

Hay que decir que, la excelsa preparación de López Gatell encargado de atender esta crisis ha creado un “colchón” para la administración pública federal. Aunque, de nuevo, cuidado con la comunicación. Establecer que el presidente tiene fuerza moral y no de contagio, puede parecer “chusco” para algunos, pero no para la mayoría.

 

Es un hecho, la población de México está cada vez mejor educada. Alza la voz con mayor intensidad, como ejemplos tenemos las marchas recientemente llevadas a cabo. Cada vez más personas tienen acceso a internet, la televisión y la radio; y con ello a las redes y medios de comunicación.

 

En un caso grave, puede que un porcentaje importante de la población mexicana resulte afectada en su salud por el COVID-19 o inclusive muera. Que resulte dañada en su economía familiar, por la pérdida de su empleo o inactividad comercial. Si el presidente no empieza por cuidar y atender la comunicación desde ya, lo más probable es que su popularidad de aceptación entre la población disminuya al punto en que el proyecto de la 4T no tenga el futuro esperado.

 

El presidente es inteligente, debe entender que, en casos de seguridad nacional, la permanencia y desarrollo del régimen también puede sufrir consecuencias.

 

Unas cuantas palabras específicas en el micrófono, pueden hacer la gran diferencia.

 

  El Realismo en el análisis.

 

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