A Virginia Galindo le dijeron que entraba bajo su propio riesgo y al ingresar la invadió, aparte de todo, un choque de emociones, entre coraje y tristeza, aunque lo cierto es que no hay palabras para expresarlo. El primer piso fue pérdida total, del segundo tomó lo que pudo, pero le hacen falta las medicinas de sus padres de la tercera edad y los pañales y la leche de sus nietos, a mucha gente también le hace falta algo para calmarse por la intensidad del impacto.
Furiosa, cuenta que todavía la semana pasada llamó al 911 para reportar las anomalías que veía, así como que desde que el presidente municipal se presentó a la calle, también le expresaron su inquietud por las tomas clandestinas que invadían la zona. Puede que con tanto de lo que ocuparse se nos olvide, pero sí hay culpables, sí es algo que se pudo prevenir.
Anoche los pobladores ya se fueron a guardar lo poquito que sacaron, con suerte ya se fueron a casa de familiares o amigos a cambiarse y comer, pero a ver qué sigue hoy, aparte de la preocupación por cuidar lo que encierra la ‘zona cero’ de Xochimehuacan, donde la semana pasada estaba asentado prácticamente todo su patrimonio.
Parecía que regresaban de algún viaje o de una jornada pesada de trabajo, con la ropa que les dio tiempo ponerse en la madrugada del domingo, y con suerte una mochila al hombro o alguna bolsa en la mano. Algunos ya cargaban papeles, ropa o electrodomésticos.
Volver a casa. Ese anhelo de volver a casa después de un largo día, tomar un baño, cenar algo, acariciar a tu mascota, darle las buenas noches a tu familia e irte a tu cama, lleva tres días sin cumplirse, y quién sabe cuántos más serán para los habitantes de la avenida Ferrocarril y avenida Gasoducto en San Pablo Xochimehuacan, cuyo camino a su hogar se ha vuelto eterno, pues llevan muchas horas dándole vueltas a la calle que hace dos días se caminaba en cinco minutos o menos y lo que seguía era accionar la manija de su puerta y cruzarla.
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Mariana Cervantes
@marcervantesp