Brandon Burgos, de 11 años de edad, hizo su primer tatuaje hace un año, el 25 de octubre de 2020, en el estudio de su progenitor JB tattoo; Jesús Burgos, al ser padre soltero, comparte la mayoría de sus actividades, incluido este creativo oficio, con su hijo, de quien ya lleva cinco ‘rayones’ en el cuerpo. Inicialmente el pequeño le ayudaba a colocar la mesa de trabajo con todo el material necesario.
#Entérate | Conoce a Brandon el Niño Tatuador de Once años quien desde hace un año apoyado por su Papá inició en el mundo de este arte corporal. #Puebla pic.twitter.com/IZ3mwjIIZ1
— Diario Cambio (@Diario_Cambio) October 25, 2021
Lo que detonó su fama en las redes sociales desde hace aproximadamente dos semanas fue que su padre, con más de siete años de experiencia, compartió el producto número 14 del joven aprendiz, realizado en escala de grises, en un grupo de Facebook llamado Tips y secretos del tatuador, lo que despertó el asombro, el gusto y la curiosidad de los miembros, que no dudaron en compartirlo.
En entrevista para CAMBIO, Brandon recalcó que se trata del resultado de que los padres apoyen a sus hijos en sus intereses:
“Es un hobby para mí, donde me distraigo. Me gusta mucho porque me gusta que la gente se lleva mi talento, que reconozca que lo puedo hacer y que hay muchos que tienen el talento pero sus padres no los apoyan, estoy muy agradecido con el apoyo de mi papá”.
Habló de su gusto de siempre por dibujar que eventualmente, junto con su asombro por lo que quedaba plasmado en la piel de las personas, lo llevó a trazar los esténciles, una de las partes más complicadas de todo el proceso de tatuado, y desde aproximadamente los 10 años comenzó a inyectar la tinta en cáscaras de fruta y piel sintética, hasta que un día probó con el antebrazo de su padre, realizando el contorno de una cráneo de 10 centímetros; un producto final que luce más preciso que muchos de los que realizan personas mayores y con más experiencia.
Al principio cuenta que se sintió muy nervioso por el resultado, pero experimentó un gran gusto y se involucró cada vez más, consultando, incluso, teoría sobre la potencia y la entrada de la aguja. La única condición fue mantener buenas calificaciones en la escuela, un ‘ganar-ganar’ y motivación, ya que él quiere continuar sus estudios y convertirse en marino.
Su historial fue creciendo de familiares y conocidos a clientes comunes interesados por probar la ‘buena mano’ del pequeño, que ahora se concentra en el diseño minimalista.
Lo que sigue para el insólito tatuador poblano es perfeccionar su técnica, ya que busca no ser reconocido únicamente por su edad, sino por su trazo y asistir a ‘expos’ a nivel nacional e internacional con la reapertura de actividades después de la pandemia.
Mariana Cervantes
@marcervantesp