javier arellano Javier Arellano
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Los cárteles son daltónicos, no reconocen colores

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Los cárteles son daltónicos, no reconocen colores
Los cárteles son daltónicos, no reconocen colores

Sobre este tema no hay manuales para hacer diagnósticos. El creciente fenómeno criminal que azota a México no obedece a reglas o lineamientos conocidos.

Es como una plaga, una pandemia que se va extendiendo sin atender a formas o patrones conocidos.

Los ejemplos que conocemos de otras entidades nos muestran su comportamiento.

En sus primeras fases el crimen organizado arremete, embiste a sus adversarios; en esa etapa se desbordan las ejecuciones de otros delincuentes. La saña que hemos visto en años recientes no ocurre ni siquiera en países que enfrentan guerras formales.

En México es rutinaria la información sobre cuerpos decapitados, desmembrados, desollados, emplayados.

Pero después van en contra de la población civil. Es el extendido modo del chantaje, la extorsión, el cobro de piso que vemos en mercados de Guerrero, Michoacán, Estado de México o Zacatecas.

El crimen organizado es daltónico, no reconoce colores, ni diferencias sociales. Repetimos, en sus primeras fases de expansión arremete contra sus adversarios, pero luego se lanza contra la población civil.

Conforme asientan su imperio de terror del chantaje pasan a las desapariciones.

Desde Tijuana hasta Tuxtla Gutiérrez aparecen colectivos de madres buscadoras que buscan los cuerpos de sus hijos en parajes alejados o fosas clandestinas. En ocasiones se sabe que alguno de esos desaparecidos estaba involucrado en actividades ilegales.

Pero en una inmensa mayoría se trata de mujeres y hombres jóvenes que no tenían nexo alguno con el crimen. Una mañana salieron a la universidad o a trabajar y jamás regresaron.

Este es el escenario nacional que no podría ocurrir sin la complacencia de algunos gobernadores.

En el sexenio de Calderón se supo de la colusión criminal de José Reyes Baeza con el cártel de Juárez Chihuahua; Eugenio Hernández con el cártel del Golfo, mientras Fidel Herrera Beltrán empoderó a los Zetas en Veracruz.

Hoy en la era de la 4T son inocultables los nexos de la gobernadora Evelyn Salgado con grupos delictivos; en Chiapas Rutilio Escandón Cadenas se cruzó de brazos ante la expansión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); Cuauhtémoc Blanco fue acusado en mantas de proteger a células criminales en Morelos, de la misma forma que Cuitláhuac García Jiménez lo hizo en Veracruz.

La narcopolítica es el eje central de la violencia que flagela al país.

Por supuesto la entrada del Embajador Ronald Johnson, un militar de alto grado, ex boina verde y operador de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) cambiará drásticamente el escenario mexicano. De hecho estamos ante el arranque de una intervención militar blanda.

En el pasado lo hemos subrayado, el mandatario estatal que pueda controlar la ola criminal tendrá un reconocimiento no solo nacional, sino incluso internacional.

El Ejecutivo local que pueda ofrecer cero homicidios, o un índice mínimo de asesinatos, así como el nivel más bajo en desapariciones será considerado un Bukele mexicano.

Si el gobernador Alejandro Armenta logra pacificar el estado de Puebla a ese punto será considerado el mejor mandatario del país.

Claro que esto desatará reacciones. El celo de otros gobernadores e incluso de miembros del gabinete federal será uno de los efectos secundarios.

Estaremos atentos al desarrollo de su estrategia de Seguridad Pública.

SAN MIGUEL ELOXOCHITLÁN, LA PRIMERA TAREA PARA SAMUEL AGUILAR PALA

La Sierra Negra poblana es tierra fértil para el surgimiento de cacicazgos. Esto sucedió en el municipio de Coyomeapan, donde se desató una ola de crímenes que nunca se esclarecieron.

La población siempre señaló un trasfondo político. En años recientes el pueblo se levantó en un gran movimiento de resistencia y tuvieron que enfrentar reiteradas incursiones de sicarios que querían retomar el control de la cabecera municipal.

Hoy a finales de 2024 se reportan graves excesos y atropellos por parte de policías municipales y gatilleros embozados en San Miguel Eloxochitlán donde los hermanos Delfino y Honor Hernández han conformado un nuevo cacicazgo que amaga a la población del municipio más pobre del estado de Puebla.

La semilla de la indignación ya es evidente y tarde o temprano veremos un levantamiento social. Ojalá el secretario de Gobernación Aguilar Pala se pueda informar sobre la verdadera situación.

Como siempre quedo a sus órdenes.

X @CupulaPuebla

cupula99@yahoo.com  

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javier arellano

Javier Arellano

Experimentado periodista de Tehuacán con una trayectoria de 30 años en prensa y radio; su columna Cúpula se publica desde el año 1998.