La semana pasada medios internacionales subrayaron la información desclasificada por la DEA que exhibe datos sobre la colusión entre Manuel Bartlett Díaz y el narcotráfico.
Para una nueva generación de mexicanos y periodistas el memorándum parece novedoso, pero en realidad son documentos añejos que repiten acusaciones hechas en el sexenio de Miguel de la Madrid.
Sin embargo a casi 40 años de distancia las implicaciones políticas pueden ser diferentes.
Esto se debe a que el presidente López Obrador creó una “guerra fría” de facto con Estados Unidos.
Las loas a Julian Assange; la alusión a desmontar la Estatua de la Libertad; la negativa a una declaración abierta en favor de Ucrania; el contingente de soldados rusos en el desfile del 16 de septiembre de 2023 y recientemente las acusaciones contra el “injerencismo” por la captura de Ismael “El Mayo” Zambada son parte de una pequeña “guerra fría”.
En este contexto tiene un significado relevante la filtración de un reporte sobre los nexos entre Bartlett y el narcotráfico.
¿Qué sentido tiene desempolvar viejos expedientes de la DEA?
La filtración debe verse como parte de una nueva campaña que buscará presentar no solo a Bartlett sino a otros protagonistas de la llamada Cuarta Transformación coludidos con el crimen organizado.
La postura de AMLO de cerrar la puerta a la colaboración con las agencias FBI y DEA provocó un profundo resentimiento en el gobierno de Estados Unidos.
Al mismo tiempo se ha señalado que en los últimos seis años México se convirtió en el paraíso de los espías rusos.
A raíz de la guerra en Ucrania agentes de la inteligencia rusa fueron expulsados de países europeos y todos fueron bien recibidos en México que se ha convertido en epicentro del espionaje en favor de Putin.
Tampoco se debe omitir que desde Palacio Nacional se ha respaldado públicamente al eje Moscú – La Habana – Caracas.
Todos estos agravios no serán olvidados. Es evidente que desde Washington habrá una respuesta contundente contra una administración que se mostró renuente a colaborar con la DEA, pero que sin empacho fue hasta la camioneta de la madre de Joaquín Guzmán Loera.
Retomar añejos señalamientos sobre Bartlett solo es el entremés, la antesala de lo que será una larga campaña de pruebas y documentos sobre los nexos entre prominentes políticos morenistas y el crimen organizado.
Sin duda alguna estamos en medio de una pequeña “guerra fría” entre México y Estados Unidos que tendrá severas consecuencias en los años por venir.
En los periodos de Donald Trump y Joe Biden México se convirtió en el traspatio de Rusia y sus apéndices latinoamericanos.
Esto es inaceptable para el “establishment” norteamericano que también mira con horror a un gobierno permisivo y tolerante con el crimen organizado, el mismo que trafica toneladas de fentanilo a ciudades de la Unión Americana.
Las relaciones binacionales en el hemisferio norte no serán un día de campo para la administración de Claudia Sheinbaum.
Los agravios son heridas abiertas y por supuesto desde Washington harán todo lo posible para replantear y reformular su presencia en un México pro ruso.
Al tiempo.
Como siempre quedo a sus órdenes.
cupula99@yahoo.com