La historia de don Claudio Ocampo Ampudia, de 82 años, conmovió a la región luego de que comenzara a vender gelatinas para costear los gastos médicos de su hija, María Esther. Don Claudio vendía gelatinas para salvar a su hija, quien enfrentaba una grave enfermedad que inició con una infección en vías urinarias. Sin embargo, este miércoles se confirmó su fallecimiento tras casi dos meses de lucha.
María Esther, de 20 años, fue atendida inicialmente en el complejo médico Gonzalo Río Arronte de Atlixco, donde permaneció cerca de un mes. Los médicos informaron a la familia que ya no podían hacer más por ella y la entregaron a su padre. Desesperado, don Claudio decidió internarla en una clínica particular de la ciudad, pero los elevados costos lo obligaron a vender los refrigeradores donde guardaba sus gelatinas para poder pagar la atención.
Hace 17 días, el adulto mayor fue notificado de que su hija sería recibida en el Hospital General del Sur, en Puebla capital, donde permaneció en la unidad de medicina interna. Sin embargo, esta mañana se confirmó su deceso.
El cuerpo de María Esther será velado en Velatorios Cristo Rey, en la capilla 4 de Atlixco. Ante la difícil situación económica, don Claudio solicita apoyo de la ciudadanía para solventar los gastos funerarios.
Los donativos pueden realizarse directamente a su cuenta bancaria:
- Nombre: Claudio Ocampo Ampudia
- Banco: Spin by Oxxo
- CLABE: 728969000150201295
- Tarjeta: 4217 4702 4221 7145
También se podrán entregar flores o aportaciones directamente en el velatorio.
Don Claudio vendía gelatinas para salvar a su hija
María Esther Ocampo, era una joven atlixquense de 20 años, quien falleció tras permanecer en estado crítico en el Hospital General del Sur de Puebla. Su padre, don Claudio Ocampo, de 82 años, vendía gelatinas en Atlixco para cubrir los gastos médicos, que superaban los 1,500 pesos diarios. María Esther fue sometida a una traqueotomía y dependía de un ventilador mecánico, pesando apenas 30 kilos. Además, requería tres inyecciones diarias de antibióticos. Don Claudio recorría diariamente Atlixco–Puebla para cuidarla, pero los donativos y ahorros se agotaron. La historia conmovió a la comunidad, que hoy lamenta su partida y reconoce el sacrificio de su padre.
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