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Antorcha

Aquiles Córdova Morán*

EDIL TEXCOCANO INJURIA Y AMENAZA A SOLICITANTES DE VIVIENDA

El problema de la falta de vivienda, como todo mundo sabe, es uno de los más agudos y graves en la llamada “zona conurbada” del valle de México. Por eso, los antorchistas del D. F. y del Estado de México tienen ya una larga historia de gestiones, de negociaciones fallidas y, desde luego, de marchas, mítines y plantones, con el único fin de lograr que las familias más necesitadas sean escuchadas y atendidas en esta demanda por las autoridades correspondientes. Y me interesa subrayar el carácter gestionario de su lucha, para salir al paso de las injurias y amenazas con que los cubren a cada rato funcionarios rabiosamente  “antipopulistas”, es decir, opuestos a la idea de que es obligación del gobierno encarar y resolver problemas sociales como el que aquí trato. Esos funcionarios, que van desde gobernadores y alcaldes hasta funcionarios de ínfima categoría de los “institutos de la vivienda” de los estados, no vacilan, para eludir su responsabilidad, en calificar las acciones de los antorchistas de “chantaje”, de  “maniobras de vividores que lucran con las necesidades de la gente”, de “fraccionadores clandestinos que merecen la cárcel”, o, finalmente, de “acciones desestabilizadoras” promovidas y financiadas por “intereses oscuros”. Todo esto resulta evidentemente falso si se tiene en cuenta lo que aquí afirmo, es decir, si no se olvida que, en la inmensa mayoría de los casos, los líderes se limitan a encabezar la demanda, conseguida la cual, todo el resto del proceso queda en manos de las autoridades responsables.

Es cierto que, allí donde la legislación lo permite y los gobiernos se escudan en la “falta de reserva territorial” o de “recursos” para adquirirla, los grupos de solicitantes optan por buscar ellos mismos el terreno y pagarlo a plazos, en mensualidades acordes con los magros ingresos de la gente. Pero tampoco aquí los líderes hacen algún tipo de negocio. Los interesados saben en todo momento en cuánto se pactó la operación, cuánto vale su lote y qué mensualidad le corresponde a cada quién, la cual, además, va directamente a manos del vendedor. Decir en tales casos que los antorchistas son “fraccionadores clandestinos” que se enriquecen con la necesidad de la gente es una sucia calumnia, una injuria simple y llana de quienes, desde su ambición personal y su autoritarismo político, se oponen a que la gente resuelva su problema sin su concurso y sin su consentimiento, no pocas veces, echándoles a perder el negocio que, ellos sí, pactan con los fraccionadores  profesionales.

Pues bien, un caso así es el que está viviendo un nutrido grupo de ciudadanos mexiquenses oriundo del municipio de Texcoco. Dirigidos de manera honesta y desinteresada por la arquitecta Gloria Brito Nájera, líder antorchista de la zona, cerraron trato, en las condiciones dichas, sobre un  predio de propiedad privada denominado rancho Santa Martha,  ubicado en el mencionado municipio. Nunca se imaginaron que esto fuera a desencadenar la furia del Júpiter tonante que gobierna Texcoco, el perredista Constanzo de la Vega Membrillo, pero así ha sucedido en la realidad. Y lo curioso y digno de saberse no es sólo la contradicción flagrante del alcalde al oponerse a la vivienda popular, habiendo surgido de las filas de un partido cuyo lema es “Primero los pobres” (?¡), sino el tipo de “argumentos” con que intenta justificar su rabiosa negativa. Primero alegó que  “varios ejidatarios” se habían quejado de que Antorcha los había “obligado” a vender su parcela; algún compadecido le aclaró que estaba haciendo el ridículo, ya que el predio es notoriamente de propiedad privada, y entonces dijo que su negativa obedecía a que el predio es de uso agrícola y, además, se inunda en temporada de lluvias. Los solicitantes demostraron que su lote colinda exactamente con un inmenso centro comercial recién construido con permiso del ayuntamiento de Vega Membrillo, lo cual desnuda la falacia del munícipe porque demuestra que sí es posible cambiar el uso del suelo y, además, que es falso que se inunde, pues, de otro modo, nadie arriesgaría una inversión tan elevada.

Vega Membrillo cambió de táctica: el predio, dijo, carece de  servicios elementales como luz, agua, drenaje, etc., y, por lo tanto, era o es inhabitable. Con ello, el munícipe texcocano confiesa paladinamente que no está dispuesto a gastar ni un céntimo para dotar de ese tipo de servicios a la población que gobierna, a pesar de que está entre sus obligaciones primordiales, de que lo haría con los impuestos de los propios beneficiarios y no con su dinero, y a pesar de que estos, casi siempre, aportan el 30% o más del costo de la obra como se lo han hecho ver los antorchistas. Acorralado, Vega Membrillo dio un salto mortal hacia atrás. Ahora está moviendo a un grupito de perredistas que, a nombre de las “familias decentes” de Texcoco, le están “exigiendo” que evite cualquier asentamiento nuevo de los antorchistas, ya que se trata, dicen, de “gente malviviente” que, allí donde se ha asentado, ha acabado con la paz, la tranquilidad y la seguridad de los habitantes antiguos. En el colmo de la xenofobia y la discriminación por razones de clase, los perredistas disfrazados de “opinión ciudadana” le piden a su alcalde la construcción de un muro que los separe y proteja de la suciedad y el delito que acompaña siempre al “peladaje”. De pronto, pues, el “izquierdista” Vega Membrillo se ha transformado en un Bush de huarache que tendrá que construir su propio “muro de la ignominia” y, además, en paladín de la más rancia, putrefacta y reaccionaria ideología de las clases poderosas, que siempre han sostenido que pobreza y delincuencia van de la mano, que ser pobre es ser delincuente sin necesidad de mayores pruebas. La pregunta es: ¿a dónde piensa mandar a los sin hogar de su municipio, para poner a salvo de la gente “nice”, que son los suyos?

* Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional.