El cajón del desastre


Fritz Glockner

07/10/2010

EL PELIGRO


¿Qué podría ser más peligroso que un soldado con la impunidad de sus armas por las calles de México?


En el 2006 la frase permitió que la clase media reculara, que abandonaran la posible intención de sufragar a favor del candidato del Partido de la Revolución Democrática, aquel que había logrado cautivar a esos sectores que antes repudiaban a la llamada izquierda mexicana, gracias a la gestión honorable que había logrado al frente de la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.


Curiosamente logró revestirse de una imagen de trabajador, gracias a las conferencias de prensa matutinas, a pesar del sonsonete y de los modismos tabasqueños, Andrés Manuel López Obrador adquirió la fama de chambeador, así como también de honesto y responsable.


Peor aún, la patraña orquestada desde los Pinos, cuando se intentó llevarle ante un tribunal para evitar que pudiera competir por la presidencia de la República, permitió un reposicionamiento impresionante de su figura, ni las ligas y los Bejaranos en complicidad con los Ahumada y la Robles pudieron menguar las para entonces encuestas.


Lo que sin duda minó aquella estadística fue la frase acuñada desde los más altos niveles de la jerarquía económica, eclesiástica, y política de derecha, “Andrés Manuel es un peligro para México” y de ahí la asociación con Hugo Chávez, incluso y con Hitler y Mussolini, aquella propaganda logró restar votos, simpatías, apoyos.


He mantenido la hipótesis de que aquello que se denomina como izquierda en México, perdió la oportunidad de gobernar al país, en primera instancia por el propio candidato, quién abrumado por las campañas negras, las difamaciones, los embates desde los Pinos, Gobernación, las Cámaras Empresariales, los pulpitos y asociados terminó por perder la paciencia y comenzó a emitir una serie de exabruptos innecesarios.


En segundo término, tuvo gran responsabilidad Cuauhtémoc Cárdenas, quién nunca se permitió compartir estrado o espaldarazo con el entonces candidato, sus diferencias y caudillismos llegaron al límite de minar la opción de arribar a los Pinos.


Por último, en tercer plano los zapatistas, quienes al frente del conocido Subcomandante Marcos, llevaron a cabo su trabajo invitando a no votar, sin lugar a dudas las críticas hechas por los zapatistas a los perredistas contaban con una gran carga de realidad y de verosimilitud, pero que ¿a poco deseaban que llegara Calderón a la presidencia?


Es evidente que existieron irregularidades el día de la elección, que existió un margen de fraude, que hubo excesos de parte de varios sectores sociales, incluyendo al mismísimo Presidente Fox, quienes por cierto no recibieron ningún tipo de sanción por haber violado las leyes electorales, pero la propia izquierda tiene que asumir sus errores, costos y caídas.


Hoy en día Calderón insiste en repetir la frase, sigue convencido de que López Obrador es un peligro para México, aún y cuando varios millones de mexicanos consideramos que el real peligro ha sido él y sus políticas fallidas, su ingobernabilidad, su incapacidad, su incultura, su estupidez pues.


En sus recientes declaraciones Calderón insiste en argumentar que aproximadamente 15 millones de mexicanos consideraron a Andrés Manuel un peligro, lo que no ha caído en cuenta es que hoy día unos 95 millones de mexicanos aseguramos que el enemigo y el peligro se encuentran entre nosotros.


Hoy día hay peligro en la calle, en el campo, en la economía, en la cultura, en las costumbres, en internet, en el cine, en el restaurante, en tu casa, en el super, en la playa, en el bosque, en la selva, en la profesión de periodista, en las transacciones bancarias, en los daños colaterales ocasionados por el ejército, en los noticieros, en las televisoras y sus mensajes, en los festejos del 15 de septiembre, en las conmemoraciones… ¿Me faltó algún otro peligro actual? Sin duda cada quién trae encima su propio peligro a la mano.

 



 
 

 

 
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