El cajón del desastre


Fritz Glockner

08/06/2009

DEL OTRO LADO


Está cabrón, nos hemos acostumbrado a escuchar sobre el tema de los inmigrantes, que si es muy riesgoso cruzar la frontera, que si hoy día la están pasando cruda por la crisis que ha comenzado a azotar a los Estados Unidos, que si son discriminados constantemente, que si optaron por salir de nuestro país por las escasas oportunidades que México les ofrecía, cifras, datos sin rostro, historias que aterrizan a través de la pantalla grande, toda la información que nos llega del otro lado del Río Bravo parece ser ya una vacuna, ni nos conmueve, ni nos angustia, de pronto estamos más preocupados por lo que evidentemente sucede a nuestro alrededor, lo que podemos palpar, lo que nos afecta de manera por demás directa.


He tenido la oportunidad de estar en dos ciudades de este país con bandera de estrellas: Nueva York y Washington, y en ambas tuve la ocasión de entrevistarme y convivir con los connacionales de este lado, me ofrecieron hospedaje, pude constatar como viven, que les sucede, escuche todo tipo de historias, sentí la constante angustia de cada día por no ser detenidos por la migra, converse sobre sus trabajos, sus hijos, su futuro, sus ambiciones, sus recuerdos, sus sueños y sobre todo sus pesadillas, la hospitalidad evidentemente fue magnánima, en la ciudad símbolo de la manzana gigante, Luís me llevo a todas partes y me hizo un recorrido por el barrio donde se alojan varios mexicanos, sus caras trae el sello del susto cotidiano, me señaló al hombre aquel que no le han pagado dos meses de salario bajo amenaza de que si dice algo, el antiguo patrón le avisa a la policía, pude ver a la señora que fue golpeada por un agente del orden, simple y sencillamente por negarse a firmar la multa de tránsito que se le adjudicó, y como no habla bien el ingles no quería plasmar su firma hasta no conocer el contenido de lo que aquel papel decía.


Por otra parte en la ciudad de la famosa Casa Blanca, la cual por cierto parece un INFONAVIT de lujo, compartí el tequila con los miembros de la organización “Mexicanos sin Fronteras” quienes lograron convocar en las protestas del 2006 hasta 15 y 25 mil participantes, ellos externaron con lujo de detalle como cada semana reciben entre 50 y 80 llamadas a su número de emergencia para avisar que ha sido detenido tal o cual paisano, que si la gravedad de la enfermedad de un niño ha sido imposible aminorar por que no hay nosocomio que le quiera atender, que si han logrado recoger a más de 200 niños abandonados en los últimos tres años luego de que sus padres fueron extraditados, que también se han hecho cargo de desmantelar las casas de quienes caen en manos de la policía, historias, historias, historias…


“Durante largos periodos pareciera que no pasa nada” externa Ricardo, uno de los líderes de aquella organización, y claro hay momentos de moda sobre la temática, que si por lo espectacular de la manera como una mujer se encerró en una iglesia para evitar ser detenida, o por la proyección de una película que hasta la primera dama de México ha aclamado, pero siempre hay algo, cada día suceden cosas, y nosotros entre la absurda guerra contra el narco, cuya cifra de muertitos ya desconocemos, y el pánico por los estornudos, evidentemente nos hemos olvidado de los que padecen el día a día por estas tierras.


Fueron once semanas durante las cuales he visto a Puebla, a México desde la burbuja académica de la universidad de Dartmouth, mi contacto vía Internet me permitió más o menos seguir los acontecimientos de nuestro país, pero ahora que estoy a punto de regresar cuestiono lo que hay derramado entre los mexicanos que optaron por buscar el sueño americano gracias a la incompetencia histórica de nuestros gobiernos; ahora me retumba en los oídos aquello que dijera Fox en algún momento de su sexenio, que era algo así como que los mexicanos que se vienen a Estados Unidos lo hacen por que quieren, por egoístas casi, casi, desaprovechando las opciones que nuestro país les otorga…

 

El sueño americano evidentemente es pesadilla, es zozobra, es un par de dólares para lograr hacerlos llegar a la comunidad, es paladear con mayor angustia la crisis económica, ya que aún y cuando esa condición nos es demasiado familiar, hoy que la construcción ha caído un 40 por ciento, que el comercio se ha contraído, que la agricultura no permite la sobrevivencia, los inmigrantes se ven deambulando por las calles, intentando mantener la vivienda, el escaso pedazo de pan que permita evitar el crujir de las tripas, desde este lado de la frontera no sólo es que la vida no valga nada, simplemente hasta el espejismo se ha coloreado de Frankenstein.

 



 
 

 

 
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