El cajón del desastre


Fritz Glockner

30/09/2009

NOS LLEGÓ


Lo que podríamos imaginar que iba a ser la realidad que nos han venido mostrando las películas de ciencia ficción, al parecer ya está aquí, ya es una realidad, todas aquellas catástrofes mostradas por la pantalla grande, donde el líquido vital escasea, donde la comida no alcanza, donde la humanidad se deshumaniza parecen ser signos de esta actualidad y no del título: “Cuando el futuro nos alcance”.

 

Hermosas paradojas, cuando el gobierno del Distrito Federal inicia una campaña para que la población sea conciente y ahorre el agua que por décadas se ha venido desperdiciando, ya que las presas que suministran el líquido a esa ciudad han mostrado una baja histórica y para el 2010 no habrá agua, la naturaleza decide golpear con fuerza y demostrar que la hay, pero no dónde debería. Las recientes tormentas que han caído en la zona urbana, convirtiendo en un verdadero caos la convivencia de las ciudades, provocan esas imágenes televisadas de autos convertidos en absoluta chatarra producto de cómo el agua se los llevo sin misericordia, parecen extraídas de un efecto cinematográfico y no del medio de transporte de una familia entera.

 

El quiebre de los desagües inundando de aguas negras varias colonias del Distrito Federal y del Estado de México, son escenas que estrujan los nervios de quienes afortunadamente hoy sólo somos espectadores, por que nadie está a salvo de que algo similar le suceda.

 

La fragilidad del pavimento, ya convertido en campo de batalla mostrando un centenar de baches, situación que no es exclusiva de la capital del país, sino que se reproduce en todas las ciudades que han recibido los embates de las lluvias, Puebla incluida, se convierte en un obstáculo del libre tráfico de automóviles, camiones, y todo medio de transporte.

 

Por otra parte, el aviso de que ahí viene, que ya llego, que no tarda, que estamos preparados pero de todos modos la solución de la abuelita es la mejor: no dar la mano, lavarse éstas cada vez que se pueda, no besar, estar atentos a los que estornudan para huir de su alcance, provoca miedos y angustias más allá de los esperados.

 

Por si fuera poco, la basura es hoy un reto que no se ha calculado vencer, el llamado oro negro de los desperdicios también inundó a la ciudad de México, y esta batalla se ve desoladora, durante los días que permaneció inactivo el sistema de recolección de basura, producto de la anegación al acceso del tiradero principal, nos permitió ver la magnitud de lo que está por suceder en una de las ciudades más grandes del mundo, con todas sus consecuencias, cucarachas, ratas, y la emergencia de un singular foco de infección.

 

Si a todo esto sumamos que el Distrito Federal se está sumiendo, como bien sabemos desde siempre por que dicha ciudad se ubicó en una zona lacustre, el panorama que se vislumbra bien se puede asemejar a la caída de un imperio.

 

Pero por desgracia no sólo de un imperio cualquiera, ya que en nuestro país la costumbre del centralismo ubica al Distrito Federal como el centro del resto de México, donde se han asentado los poderes económicos, políticos, sociales, culturales, sentimentales, existenciales y hasta sexuales de toda la nación.

 

Siempre había imaginado que la existencia del Distrito Federal pudiera asociarse a una bomba de tiempo, donde hay un sinnúmero de peligros latentes, ya no estamos suponiendo de la llamada inseguridad provocada por secuestros, asaltos, robos, hombres disparando enloquecidos en el metro, ni demás gracias, sino por la situación en la cual se encuentra la urbe, con falta de planeación, con un desarrollo desmedido, la planificación realizada en las rodillas y que ha convocado a un caos hasta ahora ordenado, pero que al parecer está a punto de colapsarse.

 

La última llamada comenzó a sonar durante este septiembre de 2009, al parecer se han encendido las alarmas para poner orden a lo desordenado, para intentar revertir las diversas situaciones de riesgo en la cual se encuentra la ciudad capital: falta de agua, epidemia de influenza que no de influencia como dijera Elba Esther, basura inundando la vida común y corriente, inundaciones producto de las grandes lluvias, trafico, contaminación ambiental, inmovilidad general, hundimientos en diversas partes de ésta, más las condiciones del tejido social que han generado diversos asaltos, robos, secuestros, chantajes, por no insistir en el espectáculo que esta próximo a representarse en la delegación Iztapalapa, cuando Juanito se asuma como Delegado de aquella demarcación por los votos que fueron para él, pero que no eran de él.

La derecha verá con gusto el caos que está próximo a venirse, ya que la ciudad de México desde 1997 se ha convertido en el eslabón más importante de la izquierda mexicana; personalidades más o menos reconocibles han estado al frente de aquella ciudad, desde le legendario Cuauhtémoc Cárdenas hoy venido a menos, pasando por la exitosa Rosario Robles que terminó con su carrera política entre los chismes y las transas de un amasiato, más la figura sobresaliente de Andrés Manuel que pudo llegar a ser el primer presidente de la izquierda y que no lo fue, ya sea por los cuestionamientos de fraude más los errores tácticos de su propia campaña, podríamos decir que se la creyó antes de tiempo; y hoy la trascendencia de Marcelo Ebrard podría ser una figura clave contra la cual poner las baterías en contra de parte de la derecha mexicana, y la situación de la propia ciudad es un manjar que se antoja promover en detrimento de su posible efervescencia.

 

Los días de conflicto ya no se encuentran tan lejos, hoy no sólo basta con recordar la solidaridad de los capitalinos ante los desastres ocasionados por aquel terremoto del 19 de septiembre de 1985, más allá de los símbolos partidarios o ideológicos en los cuales se ubique la autoridad federal o local, la atención sobre lo que sucede en el Distrito Federal suena a urgencia, por que la bronca ya llego, o mejor dicho, ya está aquí.

 



 
 

 

 
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