Los Conjurados
Erika Rivero Almazán
Trata sobre la irritación de Toño Sánchez, la contratación de una nueva asesora de nombre secreto y de cómo regaño a los candidatos de diputados
Efectivamente, la comida supo amarga, amarga.
Este miércoles ardió Troya en la casa de campaña de Toño Sánchez.
Para empezar, el candidato del PAN a la alcaldía llegó serio y visiblemente molesto. Ya lo esperaban puntuales los seis candidatos a diputados por la capital: Blanca Jiménez, Pedro Gutiérrez, Cecilia Espino, Luis Olmos, Fernando Arrubarrena y Juan Carlos Mondragón.
Delgada alta, morena clara, pelo lacio negro, de unos 40 años.
A Toño lo custodiaba su equipo, incluyendo a Blanca Morales, y otra mujer de gesto adusto, delgada, alta, tez morena clara, cabello lacio, de unos 40 años y cargando una laptop.
Los candidatos se desconcertaron: pensaron que podrían platicar ‘en corto’ con Toño, para exponer dudas y solucionar los problemas que están surgiendo en la campaña: la baja calidad de los espots de radio y de televisión, la desorganización y el bloqueo en el acercamiento a Toño, el eslogan descafeinado de ‘Toño si te escucha’, la renuencia en invitar a los aspirantes a diputados a los eventos del candidato a la alcaldía, la falta de recursos para los 6 candidatos a una curul debido a que Toño se sirvió con la cuchara grande entre la clase empresarial, la urgencia de evitar más declaraciones intempestivas como el apoyo al incremento a la gasolina y la interrupción del gobierno municipal para buscar la gubernatura…
Pero no.
Toño llegó con la espada desenvainada.
No dejó hablar a nadie. Puso las cartas sobre la mesa: “Quiero que quede claro que en lo sucesivo, todas, absolutamente todas nuestras diferencias no pueden ser expuestas en las columnas periodísticas. Lo que me quieran decir, díganmelo de frente. Ninguna información puede salir de estas cuatro paredes”.
Lo curioso de este mensaje, es que Toño Sánchez se siguió de frente: puso en claro que los resultados de su campaña son inmejorables, que no hay deficiencias ni desorganización: que todo va a todo dar y que nadie debe de preocuparse porque los números que indican las encuestas son alegres: que el PAN va a ganar y punto.
“Esto que están haciendo se llama fuego amigo, ¡y en nuestra propia casa!, no se vale”.
Los candidatos a diputados se quedaron callados, mirándose unos a otros.
Toño iba encarrilado: “y para demostrarles lo anterior, hice llamar a una gran mujer: mi nueva asesora de proyección de imagen, ella es mi arma secreta. Cuenta con muchísima experiencia en campañas nacionales y en el propio gobierno federal. Escúchenla”.
Y todos la escucharon.
Y nadie habló.
Así salió al ruedo la mujer de secreto nombre: abrió su laptop y mostró, según sus propias encuestas, que efectivamente, Toño iba en caballo de hacienda para ganar la presidencia municipal, con una ventaja que oscilaba entre los 7 y 15 puntos sobre su principal contendiente, Blanca Alcalá. Con base en esos números, no era necesario realizar ningún cambio de imagen.
La asesora comentó que recién llegó de la Ciudad de México y que se dio cuenta, por algunas columnas periodísticas, que en el PAN no había unidad, pero sí fuego amigo y eso sí no se valía: eso era traición aquí y en China.
Los candidatos a diputados permanecieron callados.
No tuvieron opción.
Ahora era la asesora la que los regañaba y la que señalaba las bondades de la campaña del panista. Llegó a reconocer que el último espot de televisión no era muy bueno, su calidad de imagen tampoco, pero que hasta por eso mismo llamaba la atención del televidente, y por tanto, cumplía con su objetivo final.
Uno de los asistentes se sinceró: la labor de los candidatos a diputados locales, su solidaridad entre ellos y su coordinación había logrado sacar a flote las campañas, laceradas por la falta de recursos económicos y la imposibilidad de acercamiento con Toño.
Entre ellos se recomiendan el mejor equipo de sonido, las tarifas más bajas de impresión de carteles, la mejor calidad de playeras, y hasta se apoyan para alcanzar los precios más bajos: todo tiene que ser bueno, bonito y barato.
Y es que cuando alguno de los candidatos necesita del apoyo de Toño para que asista a sus actos de campaña, éste nunca va. O viceversa: Toño les avisa 10 minutos antes de sus eventos.
Otra candidata puso sobre la mesa el descontento por los altos gastos publicitarios cuando ellos no tiene recursos: y lo peor: el dinero se invirtió en una publicidad de pésima calidad y, por si fuera poco, no toman en cuenta para nada al resto de los candidatos.
A Toño no le gustó lo que escuchó.
Para él, todo va bien.
Y no hay nada que corregir.
Punto.
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