Los Conjurados
Erika Rivero Almazán
De cómo en San Miguel Canoa se empiezan a desistir de su priísmo de más de 30 años para buscar el cobijo del PAN.
Es domingo y hay fiesta, como todos los domingos en San Miguel Canoa. Los cuetes explotan y espantan a los caballos y a los perros.
Las campanas de la iglesia anuncia la misa de 11 para recibir la peregrinación de San Miguel Arcángel.
La primera comunión es masiva esta vez y el edificio de piedra recibe a niños y niñas vestidos de blanco que llevan en sus manos un manojo de lilis blancas con claveles rojos.
El marco del portal tiene flores de colores amarillas que inscriben ‘Quien como Dios’.
Las mamás persignan a sus hijos, algunas lloran de la pura emoción.
Esta escena intenta borrar el recuerdo de aquella otra de triste memoria, cuando los padres de estos padres mataron a sangre fría a estudiantes universitarios por confundirlos con comunistas. El intento se aguada y no fructifica: sí se recuerda.
In crescendo, se empieza a incorporar un nuevo elemento a la escena dominical de Canoa: primero es un perifoneo con música, después es voz pura, después son cláxons y aplausos: son camionetas Suburban del PAN, tapizadas de propaganda azul, seguidas de bochos, chevys y demás autos que se suman con sus pancartas.
Chavas guapetonas aparecen en la escena con una sonrisa: ponen pulseras a quienes se les atraviesa. Una sonrisa coqueta es suficiente para no negarse.
Las señoras no lo muerden su reboso, lo hacen a un lado sin inhibiciones para besar al ‘Tigre’, Humberto Aguilar Coronado y Pedro Gutiérrez.
A la comitiva azul lo espera un hombre de sombrero rojo, estilo vaquero: es el líder de Sombrero Rojo, el mismo que antes de las balas de goma del alcalde Enrique Doger se llamaba Círculo Rojo, y antes de eso Círculo Verde. Es el grupo político que gobierna esa comarca desde hace 30 años.
Eran priístas.
Ya no lo son.
Eso dice Germán Pérez, cuya estirpe de comisarios ejidales, caciques y presidentes auxiliares lo colocan en una posición privilegiada: él ganó las elecciones hace 2 años con 1802 votos, sobre su contrincante más cercano y favorito del gobernador Mario Marín y Javier López Zavala: Apolo Arce Domínguez, quien consiguió 1460 votos.
Ni la pintoresca alquimia política electoral logró otros resultados, dicen los inconformes.
Y aún así, Arce Domínguez hoy gobierna en una Canoa siempre en ebullición, y hoy, dividida ente el PRI y el PAN.
Germán no escatima su posición: Sombrero Rojo ya no es priísta, lo dejó de ser cuando no reconocieron su triunfo y Doger lastimó a su gente con balas de goma. “Mi amigo es Rafael Moreno Valle y Francisco Fraile, fueron los primeros que se acercaron a nosotros”.
El líder de la agrupación expriísta lo dice orgulloso, y presume sus triunfos: “por eso, por primera vez en la historia de Puebla, aquí, en Canoa, ganó el PAN en la elección pasada. Aquí ganó Calderón, hicimos senadores a Rafael Moreno Valle y Beto Aguilar... eso también pasará el 11 de noviembre: ganará Pedro y Toño. Se lo puedo firmar desde ahorita. De eso me encargo yo”.
A su vaticinio se congregan 500 personas, a escuchar a Germán, a Pedro, al ‘Tigre’.
Y por primera vez, en la explanada frente a la Iglesia de San Miguel Cano, la palabra de los panistas es aplaudida: todo contra ‘el gober precioso’.
Pedro Gutiérrez, candidato del PAN por el distrito 2 se envalentona: “ése gober que no tiene nada de precioso y si mucho de transa y mentiroso”.
Y la multitud aplaude.
No sin antes llevarse su cobertor con la imagen de Pedro y Toño, sus jarras de plástico y su pulseras y todo lo que les quieran regalar.
¡Arriba el PAN!, gritan ahora en San Miguel.
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