publicidad  
 
Abrir el índice

 

 
       
   
   
   

  Los Conjurados


Erika Rivero Almazán


Trata sobre el nuevo escándalo de Ruiz Esparza, la tensión en el bunker, las decisiones equivocadas y de cómo se eliminó al tercero en la disputa por la alcaldía.

 

 

Ayer, el bunker de Roberto Ruiz Esparza se destilaba adrenalina, y la información que ahí generó fue casi impenetrable: en la junta, algunos minimizaron la grabación difundida a nivel nacional con Emilio Maurer. La conclusión fue: no especifica cuál es el tema de la conversación, no se dicen nombres completos, ni se habla de ‘comprar’ conciencias y mucho menos de corrupción.


La grabación no dice nada. No vale.


Lo peor del asunto es que El Capi compró ése boleto: es cierto, aquí no pasa nada, concluyó. 


La estocada de los adversarios no hirió ningún órgano vital: la campaña sigue viento en popa, sobre todo, con el cambio de imagen, de propaganda y la nueva propuesta focal sobre la seguridad pública.


Y siguieron planeando sus ruedas de prensa, sus entrevistas en los medios y sus giras proselitistas.


La orden para el equipo fue: no hablar más del tema. Olvidarlo, enterrarlo.


Hubo quienes no estuvieron de acuerdo: se propuso organizar una rueda de prensa en conjunto con Emilio Maurer para desmentir la información, designar más recursos para publicidad con la intención de disminuir el efecto negativo mediático...


No, no y no, respondió El Capi.


Y el candidato no escuchó más: simplemente le dio vuelta a la página.


Uno de sus asesores financieros comentó a sus compañeros, casi en una plegaria: “hay que insistir, lo conozco, puede que cambie de opinión”. La respuesta de su interlocutor sepultó cualquier esperanza: “lo dudo, este cuate no se quiere dejar ayudar”.


Y así, por el momento, el candidato del Panal a la alcaldía de Puebla está seguro que fue  suficiente aceptar ante la prensa que ‘si era su voz’, por aquello de no caer en la misma trampa que el gobernador Mario Marín con el Lydiagate.


Pero la experiencia nos dice que no, no es suficiente.


Para empezar, no estamos hablando de un chisme de lavadero aldeano: la conversación difundida en el periódico deportivo Récord, fue retomada en medio nacionales como El Reforma, Acir, Radio Fórmula, entre otros.


Y en ninguno de ellos el Capi salió bien librado: el exfutbolista quedó exhibido en una negociación turbia.


Si bien es cierto que en la plática nunca se especifica con todas sus letras que el Capi propone a Emilio Maurer sobornar al técnico de Los Dorados, Hugo Fernández, para lograr ascender al equipo Puebla a primera división, los términos de la plática, la voz, las palabras y hasta los silencios son más que evidentes.


El lenguaje gansteril, tipo Don Corleone, que utilizó El Capi lastima la inteligencia de cualquier votante potencial: “ya sabe que a mi Hugo me quiere bien, se lleva poca madre conmigo, es más, si... si sabe que interesa acá y todo, lo podemos amarrar, es que... ¡puta!, tenemos que hacerlo todo... todo lo posible para que el equipo ascienda. Y él se puede prestar a todo lo que quiera”... “eso si, que nadie lo sepa, nadie se tiene que enterar de esto”.


Cualquier operación en lo oscurito, cuidando de que nadie se entere, incluso, de evitar hablar el tema por celular por temor a ser monitoreado y grabado por el Cisen, ya da de qué pensar.


El aderezo de su relación con el gobernador, su insistencia para inferir en la vida política al convertirse en el candidato del PRI, entre otras suspicacias poco ayudan a liberar a Ruiz Esparza de su nueva etiqueta.


Y la duda mata.


El candidato se defiende: es un golpe bajo con toda la intención de perjudicar mi exitosa campaña.


En eso si el Capi no está equivocado.


Los enemigos del exfutbolista no son pequeños: no fue poca cosa declararle la guerra al PRI (y a un sector del marinismo, es específico, a Javier López Zavala) por no ser elegido como su candidato a la presidencia municipal. Y la lista de adversarios sigue: el PAN no lo ve con buenos ojos, empresarios deportivos a los que aún les debe algunas cuentas tampoco. Y hasta algunos que se presumen como sus amigos.


¿Quién podría estar interesado en daña su imagen?


Muchos.


Pero, ¿quién podría ser el mayor beneficiado?


¿Al PAN? Es dudoso. Quien vota por el Pan difícilmente podría estar convencido de que un exfutbolista se convierta en el nuevo gobernante de su ciudad.


¿Al PRI?, es posible: el voto del tricolor es amenazado por la popularidad del Capi en el sector de la clase media y media-baja.


Es obvio que el Capi, efectivamente, estaba creciendo en su nivel de aceptación en las encuestas, y, progresivamente, podría volverse en una amenaza. No para ganar la contienda del 11 de noviembre, pero sí se estaba convirtiendo en un potencial cachavotos en demérito de los dos candidatos que van a la cabeza, tanto del PRI como del PAN. Los escasos 3 puntos de ventaja de Blanca Alcalá sobre Toño Sánchez Díaz de Rivera arrojan un virtual empate técnico entre PRI y PAN a 44 días de la elección y los nervios de ambos bandos están crispando. Cualquiera de ellos haría cualquier cosa para eliminar el factor sorpresa.


Muchos menospreciaron públicamente la capacidad operativa del Capi.


Este nuevo escándalo orquestado desde la cúpula del poder nos sacó de dudas: Roberto Ruiz Esparza es peligroso, y por tanto, hay que eliminarlo.


El daño está hecho.


 

 

Versión Online

Columnistas

 
Haga cic aquí para ampliar la imagen

   

 
RSS Feeds
En tu Movil
Video
En tu E-Mail
 
   
Estadisticas

© Copyright, 2007 www.diariocambio.com.mx
Avenida 16 de Septiembre 4111, Col. Huexotitla, CP. 72240, Puebla, Pue. - México Tels.(+222)576-0975 / 576-0977
Abrir el índice