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  Los Conjurados


Erika Rivero Almazán


Lazcano, un pretenso síndico en apuros

 

Román Lazcano Fernández, la joven promesa de Proyecta 26, está en apuros.


El equipo de Blanca Alcalá y algunos priístas propusieron su remoción al cargo de síndico municipal antes de que se celebren las elecciones del 11 de noviembre.


La queja ya llegó a oídos de quien lo apoyó y propuso para tal estafeta: el promotor estatal del voto Javier López Zavala.


La advertencia enfureció a Lazcano: “Es una injusticia. Quienes se quejan de mi es porque están celosos de que yo si  tengo preparación, me sigue la gente y tengo poder convocatoria”, fue la respuesta en su defensa.


Por lo mientras, como símbolo de protesta optó por no asistir a la firma del Pacto para Salir Adelante, que se celebró ayer en el Camino Real en presencia de todos los abanderados priístas en el interior del estado. 


Sin embargo, el intento de desbancar a Román parece no tener éxito, empezando por la propia Alcalá, quien se negó a borrar a su síndico del mapa por el sólo hecho de no provocar un rompimiento ni un escándalo a 11 días de que se lleve a cabo el proceso electoral.


Digamos que no fue, ni es, el estilo de la candidata tales arrebatos.


Sus cercanos dicen que se trata más de cumplir la palabra empeñada con Zavala que una genuina defensa a favor de Lazcano.


¿Será?


Al parecer, todo parece indicar que muchos tendrán que aguantar a Lazcano como el próximo abogado del pueblo.


Pero, ¿qué hizo este joven muchacho de 35 años egresado de la Libre de Derecho para sembrar tantos enemigos?


Varias cosas.


Y es que hasta sus propios quejosos reconocen en él inteligencia y talento, pero es su afán protagónico es donde pierde todo.


A partir del pasado domingo, en una caravana que organizó el propio Román, el equipo de campaña de Blanca Alcalá lo paró en seco, ya que advertido estaba de que la candidata no iba a poder asistir. Lazcano presionó, hizo el evento, y obligó a Blanca a presentarse.


La candidata acudió tan sólo unos minutos, se disculpó con la gente que ya la esperaba. Molesta, como pocas veces, Alcalá pidió a Lazcano que respeta su agenda y que no organizara eventos en su nombre con la promesa de su presencia.


La cereza del pastel fue que varios jóvenes arreglaron sus autos con enormes fotografías de Lazcano, y más pequeñas, de Blanca.


No es novedad. La reciente publicidad que mandó a imprimir —nunca se había visto que un aspirante a síndico estuviera en campaña— aparece el rostro enorme de Lazcano, y Blanca, más pequeña a un lado.


Cuando el pasado sábado el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, acudió a un acto de campaña de Alcalá en el Auditorio de la Reforma, Román Lazcano hizo colocar una silla en el podium, cuando su presencia nunca fue solicitada y montó en cólera cuando Alberto Sánchez Barranco, el secretario del Frente Juvenil no lo mencionó como invitado especial. Tal fue su desagrado que con señas, dio instrucciones a su gente para que mientras hablaba Sánchez Barranco, fuera interrumpido con porras gritando su nombre “Román, Román, Román”.


Minutos antes, el secretario particular de Alcalá, Salvador Sánchez forcejeó con Lazcano. Le advirtió que no estaba invitado porque era un evento exclusivo para jóvenes. Lazcano se impuso: dijo que él era el síndico y que tenía derecho a estar en donde se presentara Blanca. En seguida, mandó a su gente a improvisar una silla junto a los invitados especiales cuando el evento comenzaba.


Salvador gritó la última advertencia: no lo hagas.


Lazcano no lo escuchó.


Este tipo de conductas fueron constantes a lo largo de toda la campaña: llegó a todos los eventos —aún sin ser invitado—, tomó el micrófono y se adueño de él, envío a su gente a incluir su nombre en la lista de los invitados especiales para que fuera siempre mencionado, se hacía acompañar de un grupo de jóvenes (la Ola Roja) para que vitoreen su nombre, antes que el de cualquier candidato en los actos de campaña.


Lo delicado es que pasó el sombrero a algunos empresarios a nombre del prestigio de apellido, y por supuesto, a nombre de Alcalá.


El evidente intento de protagonismo de Lazcano rozó el exceso.


Un aspirante a diputado del PRI le hizo la broma: “Parece que el candidato a la presidencia municipal eres tu”.


Y la respuesta de Lazcano lo dejó frío: “es que voy a ser el próximo candidato a la presidencia municipal”.


El interlocutor guardó silencio y mejor decidió alejarse.


¿Lazcano sufrirá el mismo destino que Bárbara Ganime, hace 3 años en la victoria de Enrique Doger?


Probablemente no.


Tiene buen padrino.


Y una dama que sabe cumplir su palabra.

 

La ultima Toñada

Fue el pasado domingo, por la mañana.


Ahora no se trató de un exceso verbal o de una alguna innovación mal calculada en el discurso del candidato del PAN, Toño Sánchez Díaz de Rivera.


La responsabilidad total fue de su gente, y ejemplifica el motivo por el cual la campaña de tierra de Toño nunca pegó.


La ineficiencia e ineptitud de su equipo de campaña quedó expuesta, sobre todo, su equipo de avanzada.


Resulta que todo estaba listo para que se llevara a cabo un evento en el salón Los Candiles. Algo ocurrió que no hubo quórum, así que Toño decidió improvisar un estrado con micrófono afuera, en la calle, a manera de que la gente pudiera escucharlo.


Tampoco tuvo éxito.


La última opción fue hacer un recorrido casa por casa.


El equipo de avanzada no existió. (¿alguien conoce a Paúl Sánchez?)


Así que Toño, como Dios le dio a entender, empezó a tocar puertas, de forma arbitraria.


Fue por eso que nunca supo a dónde llegó, aunque debió de haberlo intuido porque la casa lucía todo el esplendor del PRI, con las imágenes de Luis Alberto Arriaga y Blanca Alcalá.


Se trataba de doña Enriqueta Castañón, delegada de la secretaría de Gobernación en el Distrito 1 y coordinadora de campaña en esa región en la elección de Mario Marín, primero, y Enrique Doger, después.


Cualquier panista, pobremente enterado en asuntos electorales, sabría quién es doña Enriqueta.


Pero Toño no.


Obvio.


Era tarea de otros, su equipo de campaña, prevenir y evitar cualquier desgaste del candidato.


Pero nadie se tomó la molestia de cuidarlo.


Ingenuo de la situación, Toño empezó a dialogar con Enriqueta.


La delegada, caracterizada por su habilidad bélica, decidió jugarle una broma.


—Buenas tardes, ¿sabe quién soy?
—Mmm, la verdad, no.
—¿En serio no me conoce?
—No, nunca en mi vida lo había visto.
—¿Cómo es posible?, ¿en serio no ha visto mi propaganda? Soy el candidato del PAN a la alcaldía.
—No me diga.


El diálogo se prolongó, por lo menos, 10 minutos, en donde Toño intentaba desesperadamente abonar un voto a su favor.


Doña Enriqueta, aguantándose la risa, se apiadó del hombre y decidió terminar el suplicio: “Mire, ya no me diga más, voy a votar por Blanca”.


El candidato del Pan se retiró meditabundo, porque seguro estaba que por momento, doña Enriqueta estaba a punto de votar por el PAN.


La historia es ampliamente conocida entre la farándula priísta. No hay lugar en donde Enriqueta no cuente su anécdota, muerta de risa.

 

 

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