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Temas Constitucionales


Guillermo Pacheco Pulido


GLOBALIZACIÓN Y SOBERANÍA

 

La globalización es hoy un proceso de naturaleza social, dejó de ser un mero proceso económico para ser un modelo de desarrollo integral. Derechos como la libertad, la educación, la salud, el debido proceso legal y otros, se significan en todos los espacios del planeta como necesarios y naturales a la persona humana.


En el concepto de la aldea global se deben comprender todos los fenómenos de relación entre personas, como necesarios para la convivencia cotidiana y en ese sentido, a los niños y los jóvenes, les resulta natural que todos los bienes y todos los servicios que se dan en los países desarrollados, puedan ser disfrutados en México o en cualquier otra parte del planeta.


En este proceso de construcción permanente el hombre ha desarrollado grandes cosas: los idiomas, las matemáticas, los lenguajes, los pensamientos lógicos, las ciudades y edificios que desde hace miles de años y hasta la fecha nos siguen sorprendiendo. No podemos olvidar, por ejemplo, los inmensos esfuerzos realizados por el hombre para construir el Canal de Panamá, recordando que desde Carlos V se tuvo la idea de abrir una ruta en el Istmo de Panamá que permitiera la comunicación marítima entre el océano atlántico y el Pacífico. Trescientos cincuenta años después, los franceses iniciaron el proyecto y los Estados Unidos lo concluyeron en el año de 1914, permaneciendo en este momento como una de las obras de ingeniería más difíciles que ha logrado la humanidad y al mismo tiempo, una muestra de que no habrá límite alguno que no pueda ser vencido por el género humano. En obras como el Canal de Panamá se observa la perseverancia y cómo la globalización es consecuencia de la mentalidad de las personas y su necesidad permanente de cambiar las cosas, con la idea de hacerlas más sencillas, más fáciles, más baratas y más accesibles a todas las personas.


Lo que ocurre en cualquier lugar se puede conocer de manera inmediata en todas partes, gracias a la tecnología que hoy tienen los medios masivos de comunicación. Lo anterior no es una cuestión simple y mucho menos de poca importancia es, por el contrario, uno de los aspectos más relevantes porque las personas pueden informarse de todo lo que ocurre o sea de su interés.


La mundialización de la información y la adquisición de gustos semejantes en todos los niveles del planeta, están produciendo un nuevo estándar de vida que nos parece común a todas las personas, a la generalidad de los pueblos y, por ello, las naciones tienden a construir instituciones públicas y normas jurídicas cada día más semejantes.


Es necesario recordar que la soberanía es un concepto que deriva del pensamiento racionalista francés, construido en la etapa de La Ilustración y, básicamente, consiste en el poder preponderante o supremo del Estado. Ya desde Juan Bodin se establecía el carácter fundamental del Estado con su característica o elemento de ejercicio del poder soberano y dicho concepto será necesario pensarlo nuevamente ante los fenómenos globales que modifican, como ya dijimos, el pensamiento, las preferencias y el comportamiento de las personas y de los pueblos.


No es la ley el único límite a la soberanía, sino que también son los tratados internacionales, el poder de los mercados, la capacidad de penetración de los medios de comunicación para transformar los usos sociales. Si no aceptamos lo anterior, estaremos entonces manteniendo una institución cuya naturaleza y comprensión no corresponde a los tiempos que hoy vivimos.


Nuestro Artículo 39 constitucional establece de manera categórica que la Soberanía Nacional reside esencial y originariamente en el pueblo, añadiendo que el poder surge del pueblo y se instituye para beneficio del pueblo y finalmente que el pueblo tiene el derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. El Artículo 41 de nuestra misma Carta Magna nos precisa que el pueblo ejerce su soberanía, esto es, el poder público por medio de los Poderes de la Unión.


Lo anterior, viene a colación como consecuencia de las reflexiones a nivel nacional sobre las reformas a las instituciones del Estado. Si no aceptamos que la soberanía se encuentra profundamente modificada por factores derivados de la globalización y no entendemos la nueva realidad sociológica, no podemos construir ningún discurso político, ni reforma constitucional o legal alguna, que no pueda ser calificada de anacrónica, contradictoria o ingenua.


El Estado mexicano poco puede hacer en materia económica ante los acuerdos comerciales que se han venido suscribiendo, y que permiten a los mexicanos acceder a bienes y servicios que se producen en cualquier parte del mundo. Independientemente de su costo real o artificial y de su buena o mala calidad, es indudable que hoy podemos comprar cualquier cosa de las que se producen en el mundo.

 

Uno de los efectos negativos de este proceso económico es la pérdida de fuentes de trabajo. Todo lo que antes producíamos ahora puede ser importado y esto, en mediano o largo plazo podrá ser uno de los factores que aumenten la pobreza, la delincuencia y la tensión social. Si me preguntaran como podemos construir y defender nuestra soberanía, difícilmente podría construir una respuesta inteligente y suficiente, pero la defensa de México y de lo mexicano, depende de nosotros. Un primer paso sería preferir lo que producimos nosotros a lo que nos traen del extranjero y, así, a pesar de la apertura de todos los mercados defenderíamos los trabajos que tanto estamos necesitando.

 

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