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Construyendo Ciudadanos
Giovanna Morales
16/06/2010
La ilusión de la democracia
Muchos ciudadanos en este país vimos en la democracia un oasis, y pensamos que nos guiaría hacia un caudal de agua reparadora que solucionaría todos los problemas que el estado no había podido solucionar. Con el estallido de los movimientos democráticos en la década de los ochenta, vino una oleada de exagerada esperanza en esta situación ideal, que era la de un estado democrático. Parecía que los ciudadanos habíamos recuperado nuestro lugar.
Sin embargo, la multi aclamada democracia, aún no ha llegado a dar en México los frutos que sus aficionados ansiaban. Y mi hipótesis es que la democracia, al mismo tiempo que resulta ser una situación ideal, es también una situación incómoda. Incómoda porque para mantenerla, los ciudadanos debemos despertar y salir de la comodidad de recibir en nuestra zona de confort los beneficios que trae. Debemos salir a los espacios públicos y construir ciudadanía, exigiendo el respeto de nuestros derechos individuales y colectivos, y para eso tenemos que informarnos y ejercerlos también. Y por otro lado, es incómoda para los gobernantes porque para mantenerla, deben apegarse a las necesidades ciudadanas y ser transparentes en el ejercicio de los recursos públicos y de su actuar como funcionarios. Y sobre todo, significa no ceder ante los abusos de poder, aunque éstos traigan a cambio beneficios efímeros como puede ser un dinero que se gana rápido, pero a costa de otros.
Hoy, como muchos, observo que nuestro México está volteado al revés. Ni la Iniciativa México, ni el comunicado de seguridad de Felipe Calderón, ni el mundial, logran voltear esta barca para que retome su rumbo. Porque la barca la manejamos todos. Y si un ciudadano no quiere despertar, la barca se volteará a lo mucho unos grados, pero definitivamente no retomará su rumbo original. Y en Puebla me preocupa lo mismo. Especialmente el estancamiento y el retroceso de la justicia electoral, del respeto al voto y de la transparencia en los procesos electorales. Estos valores, que eran parte de la promesa de la democracia, están sufriendo una crisis muy grave. Por una parte, este boicot de la democracia se refleja en el aumento en el número de inconformidades ciudadanas provocadas por la extorsión que sufren a causa de los procesos electorales. Y por la otra, en el aumento en la cantidad de casos en los que se relaciona a los candidatos con situaciones chuecas y poco transparentes.
Hablando del aumento de inconformidades ciudadanas, tan sólo en una semanas escuché a un par de ciudadanas en Puebla quejarse, una de ellas porque en su trabajo (trabaja para el gobierno estatal) las personas están siendo obligadas a realizar listas con nombres y número de credencial de elector para persuadirlas a votar por Zavala (cosa que yo misma tuve que hacer para Moreno Valle que en ese entonces pertenecía al PRI, cuando fui empleada de la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social, por temor a perder mi trabajo). Y por otro lado, una mujer que temía por las represalias que pudiera haber por parte del líder de su colonia, ya que estaban entregando despensas por asistir a los mítines del candidato del PRI a diputado de su distrito, pero ella se rehusó y por ello dejó de recibir el apoyo, pero además estaba sufriendo amenazas. No dudo que todos los partidos políticos tengan casos así porque estamos hablando de un mal generalizado, que a traviesa las fronteras de los partidos y las instituciones políticas.
Y para cerrar, comento el caso de la posible destitución del presidente del Instituto Estatal Electoral, que es comentada en los diarios locales. Y lo tomo como ejemplo para mostrar que nunca antes se había cuestionado con tanta dureza el papel de los institutos electorales estatales, como lo es el caso de las elecciones de 2010. Parece que estas instituciones perdieron totalmente la credibilidad y su capacidad política está siendo rebasada por los ciudadanos, lo cual al mismo tiempo que me decepciona, me da esperanza. Pues considero que nuevamente, la respuesta está en los ciudadanos.
Se dice, que las crisis son momentos de oportunidad. Así que aunque duela ver que la ilusión de la democracia ha sido sólo eso -una ilusión- demos la bienvenida a la oportunidad que esta desilusión genera: el nacimiento de un nuevo ciudadano, consciente de su realidad y de la necesidad de un cambio social, por el bien común. ¡Hasta pronto!
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