Debate
Roberto Desachy
01/12/2009
El autodestape de Blanca Alcalá y sus implicaciones
¿De veras alguien creyó que la presidenta Blanca Alcalá Ruiz honraría su compromiso - signado ante notario público – de permanecer en su cargo todo el trienio, sin dejar botado el ayuntamiento para buscar el gobierno estatal?, solamente alguien muy inocente – por decir lo menos – pudo creer en algún momento que en esta ocasión la edilesa sí cumpliría su palabra.
Fue el miércoles 5 de septiembre del 2007 cuando la entonces candidata del PRI a la alcaldía, Blanca Alcalá Ruiz, firmó ante el notario 1, Aldo Roberto Rivero, sus supuestas “promesas de campaña”, que incluía – en primer lugar – la de permanecer en el ayuntamiento los tres años que marca la Ley Orgánica.
En aquél entonces, la hoy presidenta asumió ese supuesto compromiso con fines claramente electorales – o electoreros si le gusta esa palabra - para evidenciar a su adversario panista, Antonio Sánchez Díaz de Rivera, que en uno de sus dislates verbales había dicho que estaría en el municipio solamente dos años, debido a que en el tercero brincaría a la campaña por el gobierno estatal.
Ya desde el ayuntamiento, la misma alcaldesa minimizó su promesa de campaña al decir que haber firmado ante notario público no la obliga a permanecer los 3 años en el cargo. Hoy, ella misma reconoce lo que toda la clase política de Puebla sabía: que quiere ser gobernadora en el 2011.
El autodestape de Alcalá Ruiz tiene varias implicaciones y la primera es que termina de descomponer el panorama sucesorio que Mario Marín Torres quería imponer después de las elecciones federales pasadas, ya que el gobernador deseaba que su delfín fuera “candidato de unidad” y que su unción se realizara antes de navidad.
Veamos: el pasado 15 de julio, en su reunión con columnistas, el gobernador dijo que el candidato del PRI sería de “unidad” y se elegiría mediante varias encuestas que, según él, comenzarían a hacerse en agosto, aunque en realidad hasta la fecha solamente se efectuó una y apenas se levantó en noviembre.
Además, en esa misma ocasión, Marín Torres minimizó la posibilidad de que Alcalá Ruiz fuera aspirante al gobierno, con el argumento de que “está bien posicionada, pero con problemas”, por la caída de un árbol en el zócalo de la ciudad, donde murió una niña por no haberlo podado a tiempo.
El autodestape de Blanca Alcalá diluye – todavía más – la posibilidad de que el gobernador pueda designar a López Zavala como candidato de unidad, debido a que la postulación priísta ahora será disputada mucho más abiertamente por una aspirante adicional, quien – además – cuenta con los recursos y la promoción mediática y social que le garantiza la alcaldía.
La irrupción abierta de la presidenta en la disputa sucesoria implica que, para imponer su proyecto transexenal, el mandatario tendrá que superar o negociar con un adversario más: el grupo alcalino, aunque éste solamente se componga por la propia edilesa y dos o tres de sus colaboradores, cuando antes se suponía que los únicos “rebeldes” del PRI poblano eran Enrique Doger Guerrero y Jesús Morales Flores.
Por si fuera poco, este pronunciamiento de Víctor Manuel Giorgana y Alcalá Ruiz implica que el equipo alcalino le disputa a Mario Marín la designación del próximo aspirante del tricolor a la presidencia municipal de Puebla, cuando en el 2007 el mandatario pudo asignar directamente a esa posición sin injerencia del entonces edil Enrique Doger y solamente con la participación del CEN priísta.
Desde luego que el destape de Alcalá Ruiz puede generar que muchos de sus colaboradores que en realidad trabajan para López Zavala – como Juan de Dios Bravo, Gerardo Mejía, Román Lazcano, Ángel Pacheco Ahuatzin y otros más – sean forzados a redefinir sus lealtades políticas.
Finalmente, es posible que el zavalismo incremente sus ataques mediáticos y políticos hacia la presidenta y su administración, cuando antes de este destape toda la batería de zavalandia se enfocaba a tratar de desaparecer o minimizar a Rafael Moreno Valle, Mario Montero, Enrique Doger y Jesús Morales.
Elementos
Mediocridad absoluta es festejar una derrota, aunque se use el argumento de que se perdió con la “cara al sol”. Por ello, llama la atención que el equipo Puebla y sus directivos estén tan conformes por haber sido eliminados ante el Cruz Azul, pese a que 3 de los 7 goles de los capitalinos no debieron contar: el primero por proceder de una mano clara, el segundo fue un penalty mal marcado y el tercero una anotación en claro fuera de lugar.
En los hechos, el Puebla anotó 6 goles indiscutibles y Cruz Azul solamente 4. En consecuencia, la Franja – y no la máquina - debería ser la que esté en semifinales, pero los mismos directivos que no tuvieron la inteligencia, el trabajo federativo ni los elementos para impedir que los árbitros dañaran a su equipo, son los que hoy festinan una eliminación.
Todas las señales de la Federación Mexicana de fútbol apuntan a que – ahora sí – hará campeón al equipo favorito de Felipe Calderón Hinojosa, el Cruz Azul, a través de arbitrajes tendenciosos y con graves errores ocurridos – curiosamente todos – a favor de los cementeros. El partido que en las semifinales o final les pite el árbitro Roberto García Orozco será ganado claramente por los azules.
En otro tema, resulta lógico que, en la misma semana, López Zavala se niegue a debatir abiertamente con Rafael Moreno Valle y evite participar en un mismo evento público con Enrique Doger Guerrero.
Primero, porque carece de los conocimientos y de una línea discursiva que le permita enfrentar exitosamente una contienda verbal con el precandidato panista y, segundo, debido a que sabe que, pese a sus encuestas cuchareadas difundidas en diarios afines, está consciente del gran rechazo que un sector importante de la ciudadanía siente hacia él y, por esto, no quiere someterse al escrutinio de los no acarreados.
Los promotores mediáticos y políticos de López Zavala lo tienen que defender, pero lo cierto es que su precandidato no quiere debatir ni aparecer ante un auditorio realmente ciudadanizado, ya que está plenamente consciente de sus debilidades como aspirante oficial y de que el “gran apoyo” que se supone le dan los poblanos, solo está en las encuestas cuchareadas que él mismo financia y difunde y en la opinión publicada incondicional a él.
El delfín no acudió al maratón del domingo pasado, simplemente porque no quiso ser abucheado por el público, como le ocurrió cuando el secretario de Cultura, Alejandro Eliseo Montiel Bonilla, quiso promoverlo con la actuación de Los Tigres del Norte en el zócalo de la ciudad
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