Debate


Roberto Desachy

09/10/2009

¿Renovación en el PAN?


Este sábado será ungido como dirigente estatal del PAN Juan Carlos Mondragón, en sustitución de Rafael Micalco Méndez, quien dejará el cargo con la nada honrosa “medalla” de haber perdido los dos procesos electorales en que encabezó al panismo: el local del 2007 y el federal del 2009.

 

Las críticas contra Micalco Méndez han sido justificadas, pero demasiado severas, si se toma en cuenta que su antecesor y defensor, Eduardo Rivera Pérez, tampoco obtuvo resultados demasiado positivos, porque aunque ganó los comicios federales del 2006 – debido más a una negociación político-electoral federal que a su habilidad de dirigente -  el hoy diputado local perdió los comicios locales del 2004, cuando la ciudad de Puebla era encabezada por el panista Luis Paredes Moctezuma.

 

Cuentan los que saben que Juan Carlos Mondragón podría dar al PAN lo que no ha tenido en sus últimos dirigentes: imparcialidad y rectitud a la hora de afrontar elecciones internas, debido a que en el 2004 Eduardo Rivera y Pablo Montiel aprovecharon sus cargos en los comités estatal y municipal del albiazul, para favorecer en las convenciones a quienes después perderían los comicios: Francisco Fraile y Pablo Rodríguez Regordosa.

 

En el mismo sentido, Rafael Micalco Méndez dio muestras claras de su morenovallismo en más de una ocasión, como cuando asistió a sus fiestas de cumpleaños y la última fue cuando – en plena campaña federal –cometió el error de dar una conferencia de prensa junto a su senador, lo que generó que tanto Humberto Aguilar Coronado como Ana Teresa Aranda le reclamaran, con bases, su parcialidad.

 

A partir del sábado y al menos por un tiempo, Aguilar Coronado y Ana Teresa Aranda podrán dormir tranquilos en lo referente a la parcialidad de su dirigente estatal, debido a que Juan Carlos Mondragón – de entrada – no es morenovallista y esto le da elementos, para iniciar su gestión con más credibilidad política de la que Micalco Méndez tuvo al final de su período.

 

Incluso, algunos panistas señalan que el perfil del futuro dirigente panista se acerca más al de Ana Teresa Aranda y Humberto Aguilar que al de Rafael Moreno Valle, aunque será durante su gestión cuando se demuestre si puede ser un buen presidente del partido o si se comporta como un mero operador del Yunque, en cuyo caso, su destino será similar al de su antecesor.

 

Algo que debe preocupar a todos los panistas es que el joven Juan Carlos Mondragón carece de antecedentes positivos en lo referente a ganar comicios, debido a que en el 2007 perdió la diputación local frente a un cuadro del PRI, Bárbara Ganime, quien no es conocida al interior de su partido por contar con demasiada experiencia electoral o por ser una extraordinaria operadora política.

 

Pero, como fuera, Bárbara Ganime le ganó la curul local sin muchos problemas a quien mañana será dirigente del blanquiazul y esto le otorga a la diputada priísta la medalla de haber vencido a quien en el 2010 tratará de arrebatarle la gubernatura a su grupo y partido.

 

Elementos

  • Los allegados a Rafael Moreno Valle Rosas cuentan a quienes quieren escucharlos que ganar la gubernatura en el 2010 será solamente un paso más, para alcanzar el principal objetivo de este senador del PAN: la presidencia de la República en el 2018 o antes, si la coyuntura se lo permite.

  •  

  • Incluso, cuentan que el hecho de que Moreno Valle logre arrebatarle al PRI una plaza tan preciada como Puebla, de manos de un mandatario como Mario Marín Torres y en estos tiempos en que el blanquiazul no ha logrado buenos resultados desde el 2006, sería visto al interior del panismo nacional como una señal de fuerza y de recuperación política.

  •  

  • ¿Alguien esperaba algo diferente a que Alejandro Armenta Mier y Paloma Guillén Vicente exoneraran a Javier López Zavala, pese a la campaña de Telemarketing que – hoy se sabe – su dependencia ordenó? Desde luego que no, porque desde que el presidente del PRI asumió su cargo se entendió que su rol es el de “encargado del despacho zavalista” en el tricolor.

  •  

  • Confiar en la “justicia” del PRI estatal es tanto como creer que el proceso interno del partido no está inducido ni manipulado, como sí lo está y toda la clase política lo sabe.

  •  

  • La simulación democrática puede tener consecuencias malas para los partidos, como le ocurrió al priísmo en el 2000, cuando Ernesto Zedillo Ponce de León impuso al candidato priísta y llevó a su partido a la derrora, porque Francisco Labastida Ochoa solamente tenía el apoyo de algunas poderes fácticos, pero no el de la ciudadanía. Ni toda la lana del mundo le alcanzó al hoy senador.



  •  
     

     

     
    Todos los Columnistas