Debate
Roberto Desachy
19/08/2009
De la campaña antimorenovallista y la reelección de Rafael Micalco
Al interior del PAN, entre las bases panistas, queda claro que desde el PRIgobierno se está efectuando una campaña mediático-política contra su partido y, en especial, hacia todo lo que tenga que ver con la precandidatura de Rafael Moreno Valle Rosas y su grupo, con la obvia finalidad de descarrilar a quien el marinismo ubica como uno de los principales obstáculos para su plan transexenal.
En este contexto, no es gratuito ni casual que columnistas y medios cercanos al gobierno estatal destaquen casi diariamente los pronunciamientos de Ana Teresa Aranda Orozco y Humberto Aguilar Coronado contra Moreno Valle y, principalmente, hacia quien ubican como uno de los alfiles morenovallistas y la derrota de julio pasado dejó en una situación de alta vulnerabilidad: el dirigente estatal Rafael Micalco Méndez.
Aunque todavía ni siquiera obtiene la postulación de su partido y de que no se sabe si la conseguirá, porque el hecho de que Alejandro Armenta Mier haya atrasado hasta noviembre la elaboración de las encuestas para determinar quién es el aspirante del PRI al gobierno mejor posicionado, permite pensar que el precandidato oficial sigue sin encabezar dichos estudios de opinión, es obvio que Javier López Zavala no quiere que el PAN postule a Rafael Moreno Valle y, por esto, trata de crear en la opinión pública la percepción de que al interior del panismo existe una rebelión contra él y que su nominación fracturará al albiazul.
En este sentido, lo que realmente pasa en el PAN no es – ni con mucho – una revuelta generalizada antimorenovallista, sino que Humberto Aguilar Coronado y Ana Teresa Aranda mantienen una campaña mediática contra el protegido político de Elba Esther Gordillo, además de que es cierto que en el panismo nacional existe una inconformidad contra la lideresa del SNTE, porque a veces se alía con él y en ocasiones con el PRI.
También es real que Aguilar Coronado tiene una añeja relación amistosa y política con el presidente del PAN nacional, César Nava Vázquez, lo que podría ayudarlo en la disputa por la candidatura del 2010, mientras que Moreno Valle carece de ese contacto directo con el nuevo delegado calderonista en el blanquiazul.
Y a pesar de que algunos medios ponderen cada señalamiento antimorenovallista, Ana Teresa Aranda y Humberto Aguilar Coronado no representan a todo el panismo y esto se demuestra por el hecho de que, al menos en este momento, ni juntos tienen la fuerza interna suficiente, para impedir la reelección de Rafael Micalco o la postulación de Moreno Valle.
Porque si esta alianza tuviera una fuerza predominante en el Consejo Estatal del PAN, entonces la reelección de Micalco sería imposible y la dupla AA (Aranda-Aguilar) ya habría postulado a un candidato a la dirigencia estatal del albiazul con posibilidades reales de ganar.
Además, la llegada de César Nava al CEN panista fortalece las aspiraciones morenovallistas, como lo ratifica el hecho de que durante la campaña federal pasada el hoy dirigente nacional vino a Puebla y – en su mensaje al panismo poblano - envió varias señales positivas a la precandidatura del ex secretario de Finanzas.
Reelección de Rafael Micalco, los estatutos panistas la avalan
El bloque antimorenovallista ubica a los dirigentes estatal y municipal del partido como aliados de Rafael Moreno Valle y, por ello, se opone a sus reelecciones, porque Rafael Micalco y Bernardo Arrubarena han sido poco discretos en sus preferencias internas y esto – sumado a la derrota del pasado 5 de julio – los colocó en una posición del alta vulnerabilidad.
Sin embargo, de acuerdo a los estatutos del partido, el presidente del Comité Directivo Estatal puede adelantar su proceso de renovación por diversas razones que considere de importancia y esta decisión puede o no ser puesta a consideración del Consejo Estatal, debido a que solamente requiere la aceptación del CEN.
Una vez aceptada en el CEN la propuesta de adelantar la elección del dirigente local, el Comité Estatal puede publicar la convocatoria estableciendo un periodo de 45 días de campaña interna y en la votación participan los miembros del Consejo Estatal. En Puebla, este órgano se puede conformar hasta con 100 miembros, actualmente hay 96 y la elección se hará dentro de una sesión debidamente instalada (mayoría de acreditaciones y quórum) y se requiere la mayoría absoluta para ser elegido.
Consideraciones políticas
Al interior del grupo que hoy encabeza el CDE albiazul, se considera que después de las elecciones del 5 de julio, el PAN vive de manera más abierta la lucha por conseguir la nominación como candidato a gobierno del estado y, distinto a otras sucesiones, los interesados en esta postulación han manifestado de manera pública su interés desde más tiempo atrás y esto para la dirigencia del partido es una oportunidad de ir generando un posicionamiento favorable.
Por otra parte, la derrota del 2009, aunada a la del 2007, genera un desgaste natural a las dirigencias en funciones, por lo que el cambio de dirigencia podría ser tomado como una oportunidad de mostrar variaciones en la estrategia o replanteamientos internos.
En Puebla, la adecuación de la ley federal a la local indicaba que la elección se daría en julio próximo, pero la inclusión por parte de la fracción priísta local de un transitorio pretendía llevarlo al mes de noviembre y, por esto, hubo que promover acciones de inconstitucionalidad, para que la SCJN corte resolviera, de tal modo que se decidió que los comicios se efectuaran tal y como lo marca la ley federal, lo que “apretó” los tiempos del partido acercando el momento de elección del candidato con el relevo del presidente.
Además, dentro del Comité Directivo Estatal panista se piensa que entre las complicaciones que existen al tener tan cerca la selección del candidato con la renovación de la dirigencia, está el hecho de que el presidente entrante no tendrá suficiente tiempo para preparar la elección.
Otra complicación – en lo particular en Puebla – es que habiendo elecciones internas y externas tan cercanas entre sí, los acuerdos entre los liderazgos en una buena medida se encuentran vinculados con ambos procesos y, por esto, el hecho de que la dirigencia tenga constancia permite administrar los consensos a corto y mediano plazo, según una parte del equipo de Rafael Micalco.
Por último, se debe considerar que en la elección del presidente estatal - al depender del Consejo Estatal – es la renovación de esta instancia partidista la que representa una verdadera competencia, debido a que las afinidades o inconformidades hacia el dirigente estarán en disputa
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