DIÁLOGOS EN EL INFIERNO


José Zenteno


12/08/2010


Entre traidores y otros bichos


El sistema democrático en nuestro país es aún incipiente pero al menos ha servido para abrir un compás a la alternancia. Primero fue Baja California, luego la Cámara de Diputados federal de 1997 y la capital del país, después fue la Presidencia de la República y otros muchos estados. Esta transformación surge de un cambio de conciencia en los electores, quienes en su mayoría ya no se comportan en forma lineal y disciplinada. Gracias a la democracia en México, se está conformando una población más crítica e informada que ejerce su voto de acuerdo con las circunstancias de cada elección y no por estar comprometida con algún partido político.

 

En el caso de nuestro estado el primer municipio importante en ser gobernado por un partido diferente al PRI fue Tehuacán en la década de los setentas, y si hacemos un poco de memoria recordaremos el triunfo del PPS en Teziutlán (de la mano de Vicente Lombardo Toledano) varios años antes. El turno le llegó a la capital hasta el año 1995, fecha en la que el PAN gana por vez primera la Presidencia Municipal de Puebla. Y sólo fue hasta 2010 que el PRI perdió el gobierno del estado y la mayoría en el Congreso local.

 

Veamos algunos datos que dan cuenta del cambio en el perfil de los electores poblanos comenzando por la capital y luego por el interior del estado.

 

El electorado capitalino le dio 201 mil votos a Melquiades Morales en 1998 (47% del total de la votación), casi 281 mil a Mario Marín en 2004 (56%) y solamente 199 mil a Javier López Zavala en 2010 (35%). Ese mismo electorado le dio a Blanca Alcalá 224 mil votos en 2007 (51%) y 243 mil a Enrique Doger en 2004 (49%), mientras que Mario Montero solamente obtuvo 201 mil votos en 2010 (35%).

 

Ahora comparemos los resultados de la elección federal del año pasado con la de 2010. En 2009 la suma de los votos del PAN, PRD, PANAL y Convergencia dio un total de 168 mil en una votación total de 408 mil votos, mientras que el PRI-PVEM obtuvo 169 mil votos. El pasado cuatro de julio, la Coalición Compromiso por Puebla obtuvo 325 mil votos para gobernador del estado en una votación total de 574 mil, es decir 157 mil votos más que en 2009, mientras que el PRI-PVEM sólo incrementó su votación en 31 mil votos. El voto nulo se redujo de 50 mil a 21 mil entre 2009 y 2010.

 

Todo esto significa que de los 185 mil votos efectivos adicionales que hubo entre una elección y otra, la Coalición Compromiso por Puebla ganó más del 83% de esos votos. Los números demuestran que el PRI y su candidato no entusiasmaron a la enorme mayoría de electores capitalinos que no votaron o anularon su voto en 2009 y en 2010 sí emitieron un voto efectivo.

 

El electorado del interior del estado le dio 559 mil votos a Melquiades Morales en 1998 (57% del total de la votación), casi 606 mil a Mario Marín en 2004 (47%) y 684 mil a Javier López Zavala en 2010 (42%). Vemos cómo el llamado voto verde se ha venido reduciendo en términos relativos ya que en doce años perdió al 15% de los votantes.

 

En 2009 la suma de votos del PAN, PRD, PANAL y Convergencia nos da 395 mil en una votación total de un millón tres mil votos, mientras el PRI-PVEM obtuvo 509 mil votos. En el 2010 la Coalición opositora obtuvo para gobernador del estado 786 mil votos de una votación total de 1 millón 629 mil votos registrados en el interior del estado (sin contar a la capital), lo que significa un incremento de 390 mil votos con respecto a los votos obtenidos por los cuatro partidos de la Coalición, mientras que el PRI-PVEM solo aumentó su votación en 174 mil votos. El voto nulo pasó de 55 mil a 63 mil votos entre una elección y otra. De los casi 627 mil electores adicionales que votaron en 2010 con respecto a 2009, la Coalición Compromiso por Puebla obtuvo el 62% de esos votos adicionales. En el interior del estado también se advierte a un número creciente de electores que actúan conforme a las circunstancias de cada elección y menos votantes disciplinados que siempre respaldan al mismo partido.

 

Con estos números se refleja como el PRI no fue competitivo entre los electores que se abstuvieron de participar o decidieron anular su voto un año antes. La razón es imputable al candidato a gobernador, a la mala campaña que hizo y al mal trabajo del ejecutivo estatal.

 

No obstante lo anterior, desde que el PRI de Mario Marín perdió las elecciones del 4 de julio han buscado explicaciones que los exculpen. Han dicho en público y en privado que culpables son todos (los priístas) que se manifestaron en contra de la candidatura de López Zavala, que culpables son los grupos de poder nacionales, culpables son quienes debieron apoyar y (supuestamente) no apoyaron al PRI. En fin, cualquier razón, persona o circunstancia les ha servido para descargar la responsabilidad que les incumbe sólo a ellos: al marinismo.

 

Les resulta insoportable aceptar que se equivocaron, pero no por un acto de vanidad o de vergüenza, sino de temor. Imagine usted amable lector que la vida le da poder, un poder absoluto sobre miles de millones de pesos que le sirven para comprar conciencias, adquirir respeto, bienes, lujos, y que un mal día se lo quitan. La costumbre se convierte en temor porque ante los abusos se anticipan consecuencias, y la peor de ellas es perder el poder. Entre tanto, subyace en el marinismo una conciencia antidemocrática que les hizo creer que eran imbatibles. La realidad es que en la Puebla de hoy, por fortuna, cualquiera puede perder o ganar.

 



 
 

 

 
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