Los Conjurados


Erika Rivero Almazán

 

¿Para dónde se mueve el PRD?


El 16 de marzo el PRD poblano cambiará de dirigencia.


En el padrón se registraron 150 mil militantes en todo el estado, pero sólo se espera recibir en las urnas al 40 por ciento. El perredista contará con 6 boletas diferentes para elegir: presidente del Comité Ejecutivo Nacional, consejeros y delegados nacionales, presidente y secretario general del Comité Ejecutivo Estatal, así como consejeros y delegados estatales.


Es decir, todo un aparato que tan sólo en Puebla representa mil 100 candidaturas (920 delegados estatales, 150 consejeros estatales, 6 consejeros nacionales, 35 delegados nacionales, presidente y secretario del CEE).


Por eso el partido, con todo y su lastre de derrotas, frustraciones, traiciones y corrupción, es un polvorín.


Pero en esta guerra, el final es completamente predecible.


El movimiento de venganza de las tribus perredistas para destronar a Luis Miguel Barbosa y su Nueva Izquierda se evaporó.


La anterior presidenta del Comité Ejecutivo Estatal, María Elena Cruz Gutiérrez, y el resto de grupúsculos mantuvieron una cercanía constante para pactar la unión, convencidos de que sólo así podrían sepultar el liderazgo de una década de Barbosa.


Estaban en lo cierto: era la única manera de tomar por asalto al partido y degollar al gran cacique.


Sin embargo, cada líder de grupo (hasta lidercillos de medio cachete) volvió a ser mordido por la misma víbora. Todos ya están contagiados de su veneno: la avaricia cegó a la revuelta.


Con el menor atisbo de convertirse en el nuevo dirigente, nadie estuvo dispuesto a ceder su lugar.


Y ese fue su error.


Sin aprender de las fallas que han llevado al PRD al desastre, las tribus nuevamente se volvieron a disgregar.


Nuevamente será una fácil victoria para Barbosa.


Pero en esta ocasión, al parecer, él sí aprendió de sus errores: ahora ya no buscó a una mujer inexperta en la negociación política para su fácil manipulación: ya vio que el tiro le salió con la culata con María Elena Cruz.


No.


Esta vez optó por una figura inteligente, con aptitudes para negociar, expediente limpio, experto en finanzas y empresa.


Un perfil, casi, panista: Miguel Ángel de la Rosa.


Es un hecho: de la Rosa será el nuevo presidente del PRD poblano.


Y es que el éxito de Luis Miguel Barbosa para no perder el control del partido consiste en su poderosa alianza a nivel nacional que sostiene con Los Chuchos, como coloquialmente se les nombra a quienes pertenecen a la corriente Nueva Izquierda.


Su líder, Jesús Ortega Martínez, invariablemente defiende a capa y espada la posición de Barbosa en Puebla, y esto significa un irrestricto respaldo político, económico y administrativo.


En este momento, Nueva Izquierda a nivel nacional, se ve fortalecida por la alta probabilidad de que Chucho Ortega, exsenador de la república y coordinador de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador ahora si gane este 16 de marzo la dirigencia nacional del PRD, ya que en dos ocasiones aspiró a este puesto. En esta ocasión, su verdadero adversario en las urnas es Alejandro Encinas.


Aquí una breve radiografía de quienes aspiran a la presidencia del Comité Ejecutivo Estatal del PRD.

 

1) Miguel Ángel de la Rosa.

 

Ya fue candidato a diputado por el distrito 11 (con cede en la capital) en la pasada elección federal. No le fue tan mal, considerando los pocos recursos para comprar almas y entrevistas en los medios de comunicación.


La diputada local del PRD, Irma Ramos Galindo, se refirió a la designación del candidato de Nueva Izquierda: “no nos equivocamos en elegirlo, era necesario darle una nueva imagen al PRD y la oferta es buena, no es posible que existan corrientes por el simple hecho de inventarlas, sino que debe haber ciudadanos que formen parte del partido. Lo importante es Miguel Ángel, será presidente y tendrá que platicar con todos con el ánimo de estar juntos, que se terminen los pleitos de siempre, la violencia. Es empresario pero se ve el nuevo rostro”. (Intolerancia 29 de enero 2008).


Con nueva imagen o sin ella, todo parece indicar que ganará el candidato de Luis Miguel Barbosa sin mayor contratiempo.

 

2) Elba Cerezo González.

 

Nueva Izquierda y Alternativa Democrática Nacional (ADN) se aliaron para competir por la presidencia a nivel nacional. Tan mal andan las cosas en Puebla que ni siquiera se pudo concretar esta coalición, y la ADN aldeana optó irse por la libre, primero con Roxana Luna, después con Elba Cerezo, un personaje con pocas medallas para aspirar a la presidencia, pues nunca ha conquistado un puesto al interior de su partido, es más, ni a consejera estatal llega.


Al contrario, su nula experiencia en el juego político empobrece y demerita la competencia.


Sus declaraciones a la prensa han sido poco afortunadas. En la primera, puso a su partido por los suelos: “sabemos que el partido es un desastre, pero me comprometo a unificar a todas las tribus que tanto han dañado al partido” (Poblanerías, 23 de enero 2008).


La segunda fue en ese tenor, pues criticó severamente a ‘las otras mujeres’ que se les dio la oportunidad de dirigir al partido y lo hicieron muy mal, en clara referencia a María Elena Cruz: “a otras mujeres a quienes se les dio la oportunidad de dirigir el partido, defraudaron los ideales de éste y solo sirvieron como instrumentos de otros personajes que actuaron solo para beneficiarse”.

 

3) Jorge Méndez Spínola.

 

El eterno candidato que siempre pierde. Curiosamente, la única vez que le atinó al gordo fue cuando invitó a Luis Miguel Barbosa a pertenecer a las filas del PRD y lo apoyó con todo hasta convertirlo en el presidente del partido. La estrategia jamás le funcionó porque Barbosa no dejó manipular por Méndez Spínola y la ruptura fue pronta.

 

Ahora, este personaje, en colación con Ruth Huerta Morales (media hermana de Rodolfo Huerta) y ‘el sapo’ Arturo Loyola , busca llegar a una posición que siempre codició. Una de sus fortalezas es que cuenta con el apoyo de las Redes Ciudadanas, hoy tan fracturadas que de poco le servirán, así como de la corriente Izquierda Democrática Nacional.

 

Su discurso político es retrógrada: “Quiero representar los intereses de los más pobres, no de los empresarios ni de los pudientes. Me centraré en ayudar a los que menos tienen”.

 

¿Alguien le creerá?

 

Ni al Papa le sienta bien ese rollo.

 

4) Mario Vélez Merino.

 

Otro eterno candidato, aunque a estas alturas todavía no esté decidido por anotarse a la contienda. Líder de la Unión Campesina Democrática cuenta con el apoyo de algunos grupos de éste gremio en la mixteca poblana, Atlixco e Izúcar de Matamoros. En conflicto siempre con Barbosa, sus ruedas de prensa se centran en responder a los ataques. La última vez Vélez fue acusado por los barbosistas de pactar con el PAN y hasta pidieron su expulsión del partido al CEN.

 

Sin embargo, su discurso es contestatario y monótono, digno de una tribu más del PRD: “He sido miembro del PRD desde su fundación en Puebla y me duele que carezca de estructura, derivado de la división de sus tribus y de la rapiña en la que algunos oportunistas han caído para aprovecharse” (Sol de Puebla 21 de mayo del 2007).

 

5) Guillermo Espinosa Martínez.

 

El sustento real de este personaje es haber invitado a su proyecto como secretario general a Horacio Gaspar Lima, un viejo lobo de mar en los embates perredistas y formadores de otras figuras en el partido (¿se acuerda de Susana Wuotto?).


Otro acierto de Espinosa es haber sido incondicional de María Elena Cruz. Fue premiado con un cargo en la dirigencia estatal, y hasta estuvo a punto de ser el candidato de la disidencia, hasta que el corazón de María Elena se dividió y prefirió considerar a otro delfín.


Espinosa se reveló y optó por seguir su propio camino. Otros miembros del Comité se le sumaron: Javier Huerta y Reina Orozco, a quien conoció en las filas del PRD: fue amor a primera vista y después de un romance de un año se casó con ella. También cuenta con el apoyo de algunos perredistas de Ciudad Serdán y Atlixco, pero nada digno de considerarse como un enemigo real.

 

6) Lourdes Cano

 

Cuenta con el apoyo de la corriente Izquierda social, de Martí Batres, así como de Por el Bien de Todos y algunos grupos de Tecamachalco y Tepeji. Otro de sus aciertos fue pactar con Miguel Tamayo la secretaría general, ya que Tamayo conoce bien el movimiento interno del partido. Recordemos que hace tres años los Tamayo estuvieron muy cerca de hacer perder a la entonces candidata de Barbosa, María Elena Cruz, cuando lograron que creciera la imagen de Martha García Rocha, quien quedó en el segundo lugar dentro de la contienda.


La exsecretaria general del Sindicato Unitario de Trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla (Suntuap) fue candidata por el distrito 3, gracias a la coalición con Convergencia, ya que fue José Juan Espinosa ‘el niño naranja’, su principal patrocinador.


Otro dato es que Cano pertenece a la izquierda universitaria de los 70’s, cuenta con un reconocimiento de académicos y sus principales compañeros en la lucha son Martha Curro Castillo, así como Carlos Hernández Pérez, con quienes ha trabajado desde la preparatoria Alfonso Calderón Moreno.

 

7) Atanasio López Rojas.

 

Quién puede olvidar a los mejor conocidos como Los Tachos, quienes con sombreros de paja y guaraches representan al sello típico del perredismo de los olvidados. Inolvidable son sus ‘tomas’ de partido, rompiendo vidrios y gritando bravuconada y media.


Bien, pues el líder de Los Tachos es Atanasio Rojas. Este personaje pintoresco (o picaresco, como usted lo prefiera) cuenta con algunas células distribuidas en Tepexi de Rodríguez y Tecamachalco. Su candidatura no va en serio, pero puede interpretarse como un llamado de atención para dejar constancia que siguen en la pelea, como es su costumbre.


Por cierto, también apoyaron al grupo de Martha García Rocha hace 3 años para la presidencia del partido.

 

8) Julián Rendón Tapia.

 

¿Se acuerda que arriba mencionamos que el corazón de María Elena Cruz sufrió una gran duda? Y es que en un principio se apalabró con Guillermo Espinosa, el líder natural del grupo, pero finalmente terminó por obedecer ciegamente a sus sentimientos y optó por apoyar con todo a Julián Rendón, con quien formó una estrecha relación durante su permanencia en el Comité Estatal. En sus inicios, Rendón fue ahijado político de Arturo Loyola, hasta que llegó a trabajar con María Elena. Durante más de dos años la rebelión contra Barbosa era sólida, pero se fracturó cuando la presidenta decidió apoyar a Julián sobre Memo.


Ni modo, en el corazón no se manda.




 
 

 

 
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